LA ROCAMBOLESCA HISTORIA DEL CALVARIO SEGOVIANO DE FRANCISCO RIZI
Esperanza González Zúliga (20/05/2025)
El Calvario o La Crucifixión de Francisco Rizi, obra de la segunda mitad del siglo XVII, ha sido protagonista involuntaria en los medios de comunicación a finales del pasado 2024. Para comprender cómo esta pintura, expuesta en la actualidad en una de las salas de la exposición permanente del Museo de Segovia, dio ese salto a la prensa, tenemos que retrotraernos a abril de 1985 cuando la calavera del lienzo situada a los pies de la cruz fue recortada, por medio de una incisión o corte bordeando la imagen. En el momento en que tuvo lugar este acto vandálico, esta obra estaba colocada en la escalera de acceso de la Biblioteca Provincial de Segovia, cuando la sede de esta institución estaba emplazada en el edificio de la antigua cárcel de Segovia, y que actualmente es la Casa de la Lectura municipal. Sin embargo, de acuerdo con los expertos, la ubicación original de este cuadro debe de buscarse en algunas de las instituciones religiosas segovianas cuyos bienes pasarían al Museo de Segovia tras la Desamortización de Mendizábal en 1836, caso de la iglesia del convento de los Capuchinos. Este edificio, fundado en el siglo XVII por los condes de Cobatillas y en ruina tras la desamortización, fue ocupado por una Comunidad de Madres Oblatas a partir de 1928, hasta que ha sido reconvertido en tiempos recientes en un establecimiento hotelero. El autor de esta obra fue Francisco Rizi, nacido en Madrid en 1608. A pesar de que no se conoce su formación artística, es muy probable que sus primeros pasos en las artes del dibujo los diera tanto de la mano de su padre, el pintor boloñés Antonio Rizi, como de su hermano Fray Juan Andrés Rizi. Pero su verdadero maestro fue Vicente Carducho, quien lo valoraba como unos de sus discípulos más aventajados. Estamos ante un artista considerado como uno de los principales representantes de un opulento barroquismo, nota característica de la llamada escuela madrileña de pintura de la segunda mitad del siglo XVII. Su relevancia dentro de esta corriente queda señalada por el hecho de que fue maestro de un buen número de destacados componentes de la misma, como Claudio Coello, José Antolínez o Juan Antonio Frías y Escalante. La temática de este cuadro muestra cómo la principal ocupación de Rizi, aunque también trabajara para la Corona, fueron las grandes pinturas de altar para la Iglesia, desarrollando una profusa producción pictórica caracterizada por su calidad técnica y espectacularidad. Es dentro de esta parte de su obra donde debemos inscribir el cuadro del Calvario, que representa desde el punto de vista de la iconografía cristiana una temática central y muy prolífica: la crucifixión de Cristo. En este caso, la escena sigue el esquema tradicional en el que Cristo se convierte en el eje de la composición. Clavado en la Cruz, está flanqueado a su derecha por la Virgen, que, afligida, baja la mirada amorosa hacia los pies del Hijo, mientras con sus manos aprieta el paño con el que se enjugará sus lágrimas, y a la izquierda por San Juan, que con gesto patético vuelve los ojos para mirar al rostro de Jesús, al que se le representa ya muerto y herido en el costado por la lanza de Longinos. La simplicidad dominante en la composición de este lienzo, en la que únicamente intervienen los personajes clave de la narración, Jesús, María y Juan, nos hace incluir este cuadro dentro del grupo denominado como "Crucifixión de carácter devocional". La presencia de una calavera bajo la cruz hace una clara referencia ambiental, al ser un dato que nos sitúa de forma inmediata en el paraje conocido como Gólgota (término que significa calavera en arameo). La designación de este paraje con esta denominación quizás se deba al hecho de que en las cercanías hubiese un promontorio en forma de calavera, o por la existencia de calaveras de reos allí ejecutados con anterioridad. El inicio de los trabajos de restauración del cuadro tuvo lugar en abril de 1995, momento en el que fue llevado al Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Castilla y León, lugar en el que se procedió al restablecimiento total de la zona perdida. La reintegración pictórica del injerto, con la figura de la calavera, fue posible gracias a la existencia de una fotografía del lienzo tal y como era antes del hurto. Esta reintegración se realizó siguiendo una técnica diferenciadora, para permitir, en cualquier caso, su identificación. Cuando este capítulo se daba por cerrado, una vez el cuadro había sido colocado en la exposición permanente del Museo de Segovia, la historia dio un nuevo giro. En mayo del 2022, durante una revisión del orden de los libros por parte de una de las auxiliares de biblioteca, fue hallado entre dos libros de historia un "trozo de tela" que resultó tratarse de la calavera original de este óleo extirpada en 1985. El contexto y lugar del hallazgo, un espacio de libre acceso que es supervisado de forma constante, indica claramente una intencionalidad tanto en su colocación como en el deseo de que fuera encontrado. A pesar de que no fue posible recopilar dato alguno sobre quién pudo ser responsable de tal acción, queda la satisfacción de que el impulso de devolución de este fragmento, en última instancia, ha posibilitado la recuperación de este pedazo del patrimonio cultural segoviano, que de no haber mediado esta acción se daba por prácticamente perdido. Tras la entrega de este fragmento de lienzo al Museo de Segovia por parte del Ayuntamiento de la ciudad castellana, se va a proceder en este centro a un proceso de restauración para posteriormente ser exhibido junto al lienzo principal, el cual ha sido nombrado Pieza del Mes en Diciembre de 2020 y Mayo de 2025. |
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