LO GÓTICO Y LO SINTÉTICO PROVISIONAL EN LA CATEDRAL DE SANTIAGO

Con información de Ramón Yzquierdo Peiró (07/06/2020)


 

 

Mientras continúen las obras en la capilla mayor de la Catedral de Santiago, al tiempo que se prepara el Año Santo 2021, este presbiterio provisional va a permitir desarrollar celebraciones litúrgicas. Se trata de una estructura, realizada en madera, que se sitúa a los pies de la nave central, en la parte posterior del Pórtico de la Gloria, mirando, precisamente, a la capilla mayor a lo largo de la nave principal del templo. Este altar provisional es desmontable, reversible y reutilizable, y presenta características constructivas similares a las del cierre desmontable ya ejecutado en el Pórtico de la Gloria. Incluye, además de la mesa de altar, un ambón y bancada para concelebrantes. Su carácter reutilizable permitirá, además, que pueda ser desmontado e instalado en cualquier otro espacio, fuera de la catedral, para determinadas celebraciones. El espacio se completa con la instalación de sonido y una iluminación específica.

Preside el conjunto un Cristo crucificado medieval, que formaba parte del antiguo trascoro de la catedral, y, en el lado opuesto al ambón, se sitúa una imagen pétrea del Apóstol Santiago, del siglo XIV. En la parte posterior, a través de un cristal, un alargado vano rectangular permite vislumbrar el parteluz del Pórtico de la Gloria y, detrás, la contrafachada mateana, todo un prodigio escultórico que, muchas veces, pasa inadvertido ante la grandeza del conjunto del Pórtico.

El Cristo crucificado es una talla del siglo XIV, realizada en madera policromada, y que, junto con una cruz, una imagen de la Virgen y otra de San Juan, formó parte del Calvario que coronaba el trascoro de la Catedral de Santiago. Tras la retirada del coro de la nave central, en 1946, este Calvario se trasladó a la capilla de Sancti Spiritus, hasta que, en la década de 1990, su delicado estado de conservación hizo necesaria su retirada para una compleja restauración, tras la que se dispuso en el muro interior del lado este de Platerías, en el espacio destinado al Baptisterio, donde ha permanecido hasta las actuales obras de rehabilitación del templo.

Se ha prescindido de la gran cruz del crucificado y de las dos piezas que completan el conjunto escultórico, pero mantiene una gran expresividad, propia de su época, mostrando el sufrimiento que Cristo, como hombre, padeció en su martirio en la cruz, marcándose las llagas y la tensión de los músculos hasta quebrar el cuerpo del crucificado; una tipología que se haría muy habitual, desde los años centrales del siglo XIV, a través de talleres castellanos que se encargaron de expandir el modelo por toda España. Sin duda, el artista anónimo, autor de esta pieza, habrá logrado, una vez más, casi siete siglos después, su intención de impresionar al espectador en esta nueva y preferente ubicación, presidiendo el altar provisional de Santiago, en el que el Cristo gótico de la catedral se ha puesto en valor y ha adquirido un renovado protagonismo.

 

 

Por su parte, la imagen del Apóstol Santiago es una escultura de piedra, que hasta la fecha se custodiaba en el Museo de la Catedral de Santiago. Es una imagen sedente que, en gran medida, sigue el modelo iniciado por el Maestro Mateo en el Pórtico de la Gloria y que, poco después, replicó sobre el altar mayor. En este caso, el modelo iconográfico ha evolucionado, seguramente a partir de los ritos que los peregrinos desarrollaban ante la escultura del altar mayor, sumando a su carácter apostólico, de discípulo predilecto de Jesús y responsable de la evangelización en estas tierras, los atributos de peregrino -con el morral cuya correa se cruza sobre su pecho- y la corona que, en aquella época, colgaba sobre la cabeza de aquella escultura mateana.

Este altar provisional, a base de láminas de madera, aprovecha la trasera que, durante las obras, protege del polvo y la suciedad el entorno del Pórtico de la Gloria. Su localización es algo inédito en la historia de la Catedral de Santiago y supone, al menos durante un tiempo, un importante cambio en la liturgia de un templo que, a lo largo de la historia, y como iglesia viva que siempre ha sido, ha vivido distintas transformaciones, evoluciones y adaptaciones, poniendo, en cada momento, las artes al servicio del culto apostólico, de la liturgia y del ceremonial propios de la "Casa del Señor Santiago".

La ubicación de la tumba apostólica ha marcado el punto neurálgico del templo y, con ello, el sitio destinado al altar mayor, justo sobre el lugar en el que se encuentra el sepulcro. Es en tiempos del arzobispo Gelmírez cuando, entre otras actuaciones, se organiza un nuevo altar para el culto apostólico, situado tras una reja y formado por un altar y retro altar de plata, bajo un gran baldaquino que imitaba, como fue deseo del propio prelado, el de San Pedro del Vaticano. No obstante, los peregrinos seguían echando en falta una referencia física que permitiese una mayor cercanía con el Apóstol, pues accedían a la catedral por la puerta Francígena y rodeaban la capilla mayor, gracias a la girola, contando, en la parte más próxima a la cabecera, con la capilla penitencial de la Magdalena, el punto más próximo de los fieles con el sepulcro.

Por fin, en los años finales del siglo XII y principios del XIII, el proyecto desarrollado por el Maestro Mateo iba a transformar el espacio catedralicio de cara a su solemne consagración, que tuvo lugar en 1211. Es en este momento cuando, entre otras actuaciones, se coloca sobre el altar gelmiriano una majestuosa escultura de Santiago, siguiendo el modelo de la imagen sedente del parteluz del Pórtico de la Gloria, que iba a servir como referencia principal para los peregrinos, señalando, con la apariencia física del Apóstol, el lugar exacto en el que estaba enterrado. Desde entonces, la imagen sedente de Santiago preside el altar mayor, contando con una serie de ritos asociados que fueron evolucionando -y transformando la propia escultura- con el paso del tiempo hasta el actual "abrazo", permitiendo de este modo una especial relación de cercanía entre el apóstol y el fiel. 

 

Nota de La Hornacina: Ramón Yzquierdo Peiró es director técnico del Museo Catedral de Santiago.

 

 

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