SANTA LUCÍA, OBRA DE JUAN DE MIRANDA

12/12/2007


 

Lucía (280-204), cuyo nombre proviene del término lux (luz), era una noble de Siracusa (Italia) que, según narra la historia, renunció a una acomadada existencia por una vida humilde y abnegada bajo la regla del Cristianismo, religión prohibida en aquellos tiempos por el emperador Diocleciano.

Denunciada por un pretendiente despechado al prefecto Pascasio, éste ordenó que perdiera la virginidad de forma violenta en un prostíbulo, lo cual fue incapaz de conseguir, tal y como explica la tradición, gracias a la intercesión divina. Loco de rabia e impotencia, mandó finalmente degollarla. Hoy en día, tras una serie de avatares, sus restos mortales se encuentran en la Iglesia de los Santos Jeremías y Lucía de Venecia. Su festividad es el 13 de diciembre.

Pese a que la iconografía la muestra como una joven de gran belleza, llevando la palma de los mártires en una mano y una pequeña bandeja con sus ojos en la otra, lo cierto es que no tiene fundamento la leyenda según la cual se arrancó los ojos para dárselos a uno que estaba enamorado de ellos, como tampoco hay constancia alguna de que se los arrancaran en el martirio. Pese a todo, goza de gran devoción como abogada de la vista.

El autor del lienzo que ilustra este escrito es Juan de Miranda (Las Palmas, 1723-1805), popularmente apodado el Murillo Canario y principal representante de la pintura barroca del siglo XVIII en el archipiélago. La obra data del año 1785 y se conserva en la Catedral de Nuestra Señora de los Remedios de La Laguna (Tenerife).

Según la crítica especializada, algunas de las cualidades técnicas que definen la producción pictórica de Juan de Miranda son el esmerado dibujo, la delicada gradación de color de su paleta y el probado gusto por el detalle, además de revelar afinidades con la pintura flamenca

 

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