EL ESCULTOR FRANCISCO FONT Y LA ICONOGRAFÍA CARMELITA
Margarita Ruiz Maldonado (14/07/2025)
Nuestra Señora del Carmen se venera en la acogedora capilla del convento salmantino de Carmelitas Descalzos, donde espera procesionar por las calles adyacentes al cenobio e iglesia de Santa María Magdalena cada 16 de julio, día de su fiesta. Esta imagen responde a una iconografía establecida a lo largo de los siglos. María, con el Niño asentado sobre su brazo izquierdo, viste el hábito marrón carmelita bajo el manto blanco, con bordes dorados y delicados motivos florales carmesíes. Un velo del mismo color cubre su cabeza. Calza sandalias de los descalzos, distintivo de humildad. La Virgen se alza sobre el globo terráqueo, rodeado de nubes, como si acabase de posarse y estuviera iniciando un paso. Ofrece al devoto el escapulario de tela, escudo protector, recordatorio del que dio al inglés San Simón Stock, prior general de la Orden, quien recibió el escapulario en Cambridge, Inglaterra, en 1251. María le dedicó palabras de ánimo ante las dificultades que atravesaba y le entregó el escapulario, un signo especial de gracia y protección, anunciando que quien lo portara no sufriría el fuego eterno. Lejos quedaba el Monte Carmelo, Israel, donde un grupo de ermitaños, inspirados por el profeta Elías, se retiró en torno al siglo XII. Allí dio comienzo la Orden y su nombre. María es representada como una mujer joven y bella, con un rostro ovalado, ojos bajos, cejas bien marcadas por la policromía, una fina nariz y labios próximos, con el mentón ligeramente pronunciado. Sus cabellos oscuros, distribuidos en mechones, caen sobre sus hombros. El Niño Jesús, casi una pieza barroca e independiente de su Madre, muestra un cuerpo hercúleo, con piernas cruzadas y brazos abiertos para bendecir y mostrar el escapulario, todo ello con una libertad de movimiento, acentuada por el paño que cubre parte de su cuerpo, que recuerda al "perizonium". El escultor había realizado en 1923 una Virgen del Carmen destinada al camarín del altar mayor. La iglesia de la Magdalena fue cedida por el obispo de la diócesis, el padre Cámara, a los carmelitas descalzos cuando regresaron a Salamanca el 27 de agosto de 1894, después de la exclaustración. Es talla policromada de grandes proporciones, con una altura de 3,40, asentada sobre el globo terráqueo, rodeado de nubes por las que asoman ángeles y querubines. El nombre del escultor Francisco Font y la fecha se hallan grabados en la zona posterior del soporte (Fco. Font / Madrid 1923). La descripción y tratamiento de los pliegues de la imagen que nos ocupa, la que sale en procesión -una talla en madera policromada fechada a finales del primer tercio del siglo XX, cuyas dimensiones son 167 x 54 x 79 cm, 197 cm de altura con la corona-, permite atribuirla a este escultor catalán, nacido en Barcelona en 1848 y fallecido en Madrid en 1931, donde había fijado su taller a partir de 1888. |
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El caso de Salamanca, con dos vírgenes del Carmen, una destinada al camarín y otra para salir en procesión, se repite en Santander, en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa, de padres carmelitas descalzos. La talla del camarín que preside el retablo es obra de Font, del año 1903. Esta efigie mariana es muy similar a la que sale en procesión por nuestras calles, aunque varía la indumentaria del Niño y su ejecución, que es más rígida y menos suelta. El escultor hizo a estos padres santanderinos dos tallas más para los desfiles del 16 de julio, ya que la primera resultó de poca altura, midiendo solo 1,25 cm. La segunda, de 1922, contó con el beneplácito, y es esta imagen la que sigue desfilando hoy día. Presenta gran parecido con la salmantina. Una de las últimas obras que Font realizó de la Virgen del Carmen fue para la Venerable Orden Tercera (V.O.T. del Carmen) en San Benito el Real, Valladolid, cuyo contrato formalizó en febrero de 1931 y terminó en julio, poco antes de su fallecimiento el 17 de noviembre. Sin duda, es esta imagen la que guarda más similitudes con la de Salamanca, por lo que puede pensarse en una cronología en torno a 1930. En resumen, los padres carmelitas descalzos de la calle Zamora, como se les conoce popularmente, tienen dos obras de Nuestra Señora del Carmen, encargadas a Francisco Font y con destinos diferentes, el camarín y la exposición urbana. Se llevan pocos años de diferencia, más antigua, sin duda, la del camarín, imagen imponente, con una disposición del manto similar a la santanderina de 1922. Font repite el quiebro de la pierna derecha y pliegues en los ropajes de sus imágenes de María bajo la advocación del Carmen. Varía un poco la disposición del Niño, desnudo o tapado con un paño, con un cuerpo hercúleo, rostro agradable y sonriente, pelo ensortijado, más atento al fiel que a la Madre. Francisco Font hizo varias tallas de la Virgen del Carmen para diferentes iglesias de carmelitas descalzos de la geografía española, del centro y norte de España. Imaginero prolífico, trabajó para órdenes religiosas, carmelitas y jesuitas, con imágenes de santa Teresa, Sagrado Corazón de Jesús, Niño Jesús, Virgen del Carmen y algunos monumentos públicos. Tuvo un hijo, el escultor, Ricardo Font Estors, a quien se debe el monumento a San Juan de la Cruz en Fontiveros, 1928. |
La imagen de la Virgen del Carmen del prestigioso imaginero Francisco Font y Pons, procesionará en este paso por primera vez el próximo sábado 12 de julio, marcando un acontecimiento especial tanto para la comunidad carmelitana como para los devotos de la Virgen del Carmen. Este paso procesional de la Virgen del Carmen realizado en 1970 en talleres valencianos, constituye una pieza representativa del arte barroco religioso, caracterizado por su exuberancia ornamental, y ha sido recibido por los Carmelitas Descalzos como obsequio. Se trata de un paso procesional de gran tamaño y profusamente ornamentado. Las formas ondulantes y entrelazadas que decoran la estructura presentan una composición rítmica, con volutas, roleos, acantos y pináculos, elementos típicos de este estilo que añaden dinamismo a la pieza. La estructura superior se eleva con gracia en un juego de curvas ascendentes. En la parte inferior de la estructura principal, se despliegan por todo el perímetro de las andas a modo de flecos y cortinajes con borlas doradas y estofadas, que cuelgan y añaden un toque de movimiento y opulencia. Cada esquina está rematada con grandes elementos curvilíneos, con tallas voluminosas y hojas de acanto. El conjunto está elaborado en madera tallada, dorada y plateada al agua en su color y plata corlada en distintas zonas. En la parte central de cada uno de los laterales aparecen representados el escudo de la orden de los Carmelitas Descalzos, la letra M como anagrama de la Virgen María. Todas estas representaciones ricamente enmarcadas y decoradas con motivos geométricos y vegetales. Este paso procesional ha sido puesto a punto por el restaurador Miguel García para volver a cumplir su función litúrgica. |
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