ALGUNAS OBRAS AUSENTES EN LA
MUESTRA DE LA ROLDANA EN SEVILLA 

26/08/2007


 

De entre las obras de arte que no han podido figurar en la exposición Luisa Roldán. La Roldana, abierta hasta el próximo 14 de octubre en los Reales Alcázares de Sevilla, probablemente la más añorada por el público asistente sea el San Miguel Venciendo al Demonio (1692) que se conserva en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Esta soberbia escultura, considerada por muchos como la mejor de cuantas hizo la artista en madera policromada, es de tamaño superior al natural y fue encargada a La Roldana por Carlos II, el mismo monarca que, el 15 de octubre de 1692, la convirtió en Escultora de Cámara, título que conservó bajo el reinado del sucesor Felipe V y que no la libró de morir en la pobreza tras pasar numerosas penurias económicas a lo largo de su existencia.

Como su propio nombre indica, la colosal pieza, cuyo estado de conservación deja bastante que desear, representa al arcángel vestido a la usanza militar romana y derrotando con una espada llameante al aterrorizado Lucifer, que además aparece aplastado en el fuego del infierno bajo las botas del santo.

El simulacro posee gran nervio compositivo y una extraordinaria expresividad en los semblantes de ambas figuras, detalle éste que se repite en el rostro de la talla de San Ginés de la Jara, actualmente expuesta en el Museo Getty de Malibú. De tamaño académico y realizada en madera policromada, la imagen de San Ginés presenta una buena policromía y ricos estofados de Luis Antonio de los Arcos, marido de la escultora, según consta en el catálogo de la entidad americana, aunque parece ser que dichas labores solían correr en el taller a cargo del hermano de Luis Antonio, Tomás de los Arcos.

Detalles parecidos en el modelado del hábito y en la resolución de cabeza, barba y manos del santo de Malibú los encontramos en la pequeña efigie de San Nicolás de Bari, del Convento de Belén de Antequera (Málaga), obra que afortunadamente sí figura en la exposición sobre La Roldana.

Al igual que el San Ginés, ninguna de las piezas de la autora que se guardan hoy en día en el extranjero se exhibe en la muestra sevillana. Tampoco ha asistido, junto con el Nazareno de Sisante (Cuenca), otra creación muy esperada: el Niño del Dolor de la iglesia madrileña de San Fermín de los Navarros, adjudicada a Luisa Roldán por los gaditanos De la Sierra y Espinosa junto con el análogo Niño Nazareno de la Iglesia de San Antón (Granada), que constituye un impagable cierre del evento.

También son notables las ausencias provenientes de la ciudad anfitriona de la exposición. Junto a tallas como el Ángel Confortador de la Cofradía de Montesión o el San Fernando de la Catedral, representativas de aquellas del taller paterno en las que pudo tener participación la escultora, se echan en falta otras como el San Miguel de la Parroquia de San Vicente, ataviado de manera similar al San Miguel de El Escorial y cuya probable intervención de La Roldana ya apreciara el profesor Bernales Ballesteros.

Por último, mencionar las efigies de los Ladrones (Dimas y Gestas) de la cofradía sevillana de la Exaltación, obras de gran calidad cuya ejecución, junto con la de los ángeles del paso, fue adjudicada por la historiadora García Olloqui a La Roldana dentro del grupo contratado en 1678 con la corporación penitencial por Luis Antonio de los Arcos y el entallador Cristóbal de Guadix. Su condición femenina hizo que el nombre de la escultora jamás apareciera en contrato alguno, ni siquiera a título de viuda ya que falleció en 1706, cinco años antes que su marido.

 

 
 
 

 

Fotografías de la UA, Museo Getty y Rafael Márquez para www.rafaes.com 

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