CRYPTOART

08/05/2012


 

 

Cryptoart es la segunda exposición que Rafael Andrés (Barcelona, 1942), conocido en el mundo artístico como The Raf, presenta en Bangkok. La muestra se exhibe desde hoy, en el restaurante-galerķa Eat Me de la capital tailandesa, hasta el 29 de junio con una treintena de piezas de color impresas en lienzos.

The Raf, con más de dos décadas de experiencia en el campo del diseño gráfico, estudió Bellas Artes en su ciudad natal. Después de trabajar cinco años en Asia, inauguró su primera exposición, Phylum, una colección surrealista de imaginativos organismos bestiales que evocaban los descubrimientos llevados a cabo por el naturalista Charles Darwin en el siglo XIX.

Ahora con Cryptoart, el "arterrorista", como él mismo se autodefine, vuelve a la senda del absurdo reinterpretando satíricamente iconos de la historia del arte. Ningún maestro clásico queda libre de la deformación emprendida por The Raf, quien muestra, por ejemplo, al Discóbolo de Mirón lanzando su cerebro lobotomizado, coloca un accidente automovilístico en El Grito de Munch e incluso provoca una erección en su versión de La Creación de Adán que Miguel Ángel pintó para la Capilla Sixtina.

 

 

Inspiradas por el dadaísmo, sus alteraciones digitales no solo cambian el aspecto físico de un grupo de obras maestras -entre las que también se encuentran La Maja Desnuda desprovista de piel, el Cristo Crucificado de Velázquez con pechos voluminosos o el Napoleón de Jacques Louis David montando un dinosaurio en lugar del célebre caballo blanco-, sino también su temática y simbolismo, en lo que The Raf considera unos trofeos culturales insertos en un carnaval posmoderno del ridículo.

En Cryptoart, a través del oscuro e irónico sentido del humor catalán que derrocha el autor, tales mutilaciones forman un esperpento visual que acerca las obras al cómic y al arte grotesco, parodiando con ello la sociedad y la política contemporáneas, que languidecen, según The Raf, en un entorno tan virtual como viral que es incapaz de separar el mito de la realidad.

Son piezas irreverentes -otras son La Libertad Guiando al Pueblo sobre una barricada de ropa sucia o el Autorretrato de Frida Kahlo con bigotes orientales-, pero en ningún caso hay que verlas como un ataque gratuito, en palabras de su creador, para quien nada se encuentra por encima de la crítica o la burla.

 

 

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