EL NIÑO JESÚS DE PRAGA. ORIGEN E ICONOGRAFÍA

Con información de Francisco Gutiérrez Alonso (OCD) y Mercedes Águeda Villar (26/01/2013)


 

 
 
Niño Jesús de Praga

 

La princesa Polyxena de Lobkowicz, benefactora del monasterio praguense de Santa María de la Victoria y San Antonio de Padua -antiguo templo luterano, cedido al Carmelo por el emperador alemán Fernando II en acción de gracias por la victoria en la Batalla de Lepanto-, socorrió con largueza a los carmelitas descalzos que lo regentaban y, además, en 1628, al instalarse en el palacio de Roudnice nad Laben, les regaló una estatuilla que representa al Niño Dios y se convertiría, con el tiempo, en el famosísimo Niño Jesús de Praga.

El culto a la infancia de Jesús es una herencia en la Orden de los Carmelitas Descalzos, recibida de la devoción que Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz tenían por esta realidad evangélica de Cristo, plasmada en este hecho histórico con una imagen concreta: la del milagroso Niño Jesús de Praga.

Una leyenda cordobesa cuenta que un fraile del Monasterio de Trassierra, llamado José, encontró a un niño en el claustro del cenobio que le requirió el rezo del Avemaría. Al llegar el monje a las palabras "y bendito el fruto de tu vientre, Jesús", el Niño le interrumpió diciendo "ese soy yo", para después desaparecer. Fray José, muy devoto del Niño Jesús y la Sagrada Familia, hizo con sus propias manos una imagencita de cera que reprodujo la aparición. Se dice que acabó siendo regalada a la noble familia canaria de los Manrique de Lara y formó parte de la dote para la boda de la hija con el príncipe bohemio Zdeněk Vojtěch Popel de Lobkowicz.

La visión de Trassierra recuerda la del Monasterio de la Encarnación de Ávila entre Santa Teresa de Jesús y otro niño "intruso" en clausura: la santa abulense le preguntó "¿Tú quién eres?", el niño le dijo "¿Y tú?", ella respondió "Yo, Teresa de Jesús", a lo que el niño replicó "Pues yo, Jesús de Teresa". Y ya ella nunca olvidó que el Niño era todo suyo, como para morir de emoción como San Juan de la Cruz con el Niño en sus brazos. Entre los grandes santos y místicos del Jesús Niño sobresale también otra religiosa del Carmelo: Santa Teresita del Niño Jesús, proclamada Doctora de la Infancia y del Amor Misericordioso.

La escultura del Niño Jesús de Praga había sido supuestamente llevada a Bohemia (donde se le conoce como Jezulátko) desde España por la duquesa María Maximiliana Manrique de Lara Mendoza y Briceño, madre de la princesa Polyixena y esposa, desde el año 1555, de Vratislav de Pernstejn, embajador y canciller del reino de Bohemia. Parece ser que María Manrique de Lara -la cual se dejaba enviar copas, estatuas de cera y piedra, telas, colchas, perfumes, etcétera, provenientes de la Corte española, considerada en la ciudad de Praga como un símbolo de lujo y exclusividad- recibió el Niño de la emperatriz Isabel de Portugal, de la que fue camarera, aunque otra narración asegura que lo recibió de manos de la propia Santa Teresa de Ávila.

 

 
 
Niño de las Carmelitas Descalzas de Granada

 

Cuentan que la misma princesa Polyxena vistió con traje y túnica al Niño. Se trata de una obra anónima renacentista en cera policromada, con estructura interna de madera. Mide 47 cm y se muestra gentil y lleno de gracia, en pie, con la mano derecha bendiciendo levantada, mientras con la izquierda sostiene un dorado globo terráqueo. Fue acogida con sumo fervor y colocada en el oratorio interior del monasterio, donde los carmelitas le dieron culto, distinguiéndose sobremanera el padre Cirilo de Mater Dei, oriundo de Luxemburgo.

El favor del Niño no tardó en exteriorizarse. Muchos prodigios se verificaron y las más urgentes necesidades de la comunidad fueron resueltas. Pero en el año 1631 estalló nuevamente la guerra en Bohemia, y un ejército sajón perteneciente a la Liga Evangélica, aliado del rey Gustavo Adolfo de Suecia, ocupó Praga. Ante el grave peligro, los carmelitas supervivientes se exiliaron a Múnich. Los protestantes saquearon el monasterio de Nuestra Señora de la Victoria, irrumpiendo en el oratorio del Niño Jesús, al que sacaron violentamente del altar, rompieron los brazos y tiraron al montón de objetos inservibles que estaba detrás del altar del oratorio.

Un año más tarde, los protestantes abandonaron la ciudad y algunos religiosos pudieron regresar a su convento, pero ninguno de ellos se acordó de la efigie votiva. Fue con la vuelta del padre Cirilo, en el año 1637, cuando se inició su búsqueda, apareciendo detrás de su propio altar oculta por escombros. Aunque deteriorada, conservaba intacto el rostro. Seguidamente fue colocada en el coro ante los rezos de los religiosos. Nada más ser expuesta, el enemigo levantó el sitio y de inmediato el convento se vio provisto de todo cuanto necesitaba.

Tras varios intentos de restauración frustrados por sus superiores -e incluso uno de sustitución por otro Niño que acabó destruido por un candelabro el mismo día de su entronización-, el padre Cirilo consiguió que las manos del Niño Jesús de Praga fueran reemplazadas por otras nuevas. En el año 1655, el entonces obispo auxiliar le colocó una corona de oro que mandó hacer el noble Bernardo de Martinic y lo proclamó Rey. Al ser tan delicada esta obra, solo algunas religiosas especializadas y expertas pueden cambiarle sus más de cien vestidos.

Esta imagen del Niño Rey o Niño de la Bola es una muestra palpable de la iconografía altamente sentimental del arte religioso posterior al Concilio de Trento, sobre todo si tenemos en cuenta que, en el fondo, es un paralelo de la imagen medieval del Pantocrátor, en su idea de Cristo Señor del Universo.

 

 
 
Niño de los Carmelitas Descalzos de Sevilla

 

FUENTES: FUERTES DE GILBERT Y ROJO, MANUEL. "La devoción al Niño Jesús
de Praga", publicado en Hidalguía, nº 327, Madrid, marzo-abril 2008, pp. 204-209.

 

Nota de La Hornacina: nuestro agradecimiento a Juan Dobado Fernández (OCD).

 

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