UN EXCEPCIONAL ECCE HOMO DE LUIS DE MORALES A SUBASTA EN NUEVA YORK
07/05/2025
Este mes de mayo la Old Master Week regresa a la sala Christie's de Nueva York con dos subastas seleccionadas (20 y 21 de mayo) que abarcan seis siglos de historia del arte europeo, desde principios del Renacimiento hasta el siglo XIX. En un mercado en auge para los Maestros Antiguos, esta serie de subastas ofrece un valor excepcional y una gran variedad para los coleccionistas, tanto nuevos como veteranos, con ejemplos excepcionales de retratos, bodegones, paisajes y pinturas sacras sobre tabla con fondos dorados. Entre dichos maestros se encuentran Tintoretto, Lorenzo Veneziano, Courbet, Corot y el español Luis de Morales, este último con una excepcional tabla del Ecce Homo pintada hacia 1560, en la cúspide su carrera. El tema, versionado en numerosas ocasiones por el artista, deriva de las palabras pronunciadas por Poncio Pilato al presentar a Cristo flagelado a una multitud hostil poco antes de su crucifixión, según se relata en el evangelio de Juan. Sobre un fondo oscuro, la figura torturada del Salvador está iluminada por una fuente de luz invisible que emana de la esquina superior izquierda, lo que realza la profunda espiritualidad de la pintura. Cristo aparece de busto, con la cabeza inclinada hacia abajo y la mirada baja. Le han quitado la corona de espinas, dejando un rastro de cortes de los que la sangre corre por su frente y sobre su hombro derecho. Morales ha reducido su composición a la mínima expresión, de modo que el espectador se ve obligado a centrarse directamente en la experiencia emocional del sufrimiento de Cristo. El único atributo es la caña con la que fue golpeado y que, burlonamente, le dieron como cetro. |
El historiador del arte Juan Miguel Serrera sugirió por primera vez en 1988 que el presente Ecce Homo originalmente formaba el panel central de un tríptico, flanqueado por los dos paneles que representaban a San Francisco de Asís (imagen superior) y San Pedro de Verona (imagen inferior), hoy en la Colección Masaveu de Madrid. Estas dos representaciones de medio cuerpo de santos mendicantes habrían creado una conversación significativa con la imagen actual, ya que ambas evocan la Pasión de Cristo: Francisco a través de su estigmatización y Pedro a través de su martirio. A principios del siglo XX, las tres obras se encontraban en la colección de Rafael García en Madrid. Tanto San Francisco de Asís como San Pedro de Verona fueron documentados anteriormente en el convento de Santa Fe de Comendadoras de Santiago en Toledo y la evidencia sugiere que la presente obra también comparte esta procedencia temprana, aunque como señala Ángel Aterido la documentación es inconsistente. Una fuente temprana habla de un Ecce Homo emparejado con "María Santísima" en el claustro de Toledo, otra solo cita el Ecce Homo, y una tercera registra a los dos santos y no la imagen de Cristo. En 1999, Solís Rodríguez expresó sus dudas sobre la teoría de que los tres paneles formaran originalmente un tríptico, señalando la diferencia de escala (los paneles de Masaveu miden aproximadamente 77 x 34 cm cada uno, mientras que el Ecce Homo mide 49,2 x 33,3 cm) y la falta de conexión entre las figuras. Sin embargo, Aterido observa acertadamente que esta disparidad de escala es totalmente coherente con la práctica de Morales, como lo demuestran "Tríptico del Obispo Juan de Ribera" (Museo de Cádiz) y "Tríptico de la Piedad, San Juan y Santa María Magdalena" (Museo del Prado, Madrid). Las pinturas de Morales, intensamente espirituales y de gran refinamiento, reflejan la atmósfera profundamente religiosa que impregnaba la España de la Contrarreforma. Como objetos de meditación propicios para la reflexión mística promovida por eminencias religiosas contemporáneas como Santa Teresa de Ávila, San Pedro de Alcántara y Fray Luis de Granada. Desde al menos principios del siglo XVIII, las pinturas de Morales le valieron el epíteto de "El Divino". Como escribió el pintor y tratadista Antonio Palomino, primer biógrafo de Morales, se le dio ese sobrenombre, tanto porque todas sus pinturas eran de temas sagrados, como porque hacía cabezas de Cristo con un cabello de tanta delicadeza y sutileza que, quienes sienten curiosidad por el arte, se ven tentados a intentar moverlo soplando sobre el mismo, pues parecía tener la misma sutileza que el cabello natural. Como lo demuestra el presente Ecce Homo, las pinturas de Morales combinan el realismo expresivo de los pintores flamencos de los siglos XV y XVI con las innovaciones de maestros del Alto Renacimiento como Leonardo da Vinci y Rafael para crear imágenes impactantes, casi icónicas. Ya hemos apuntado que, a lo largo de su carrera, Morales retomó el tema del Ecce Homo. Lo mismo ocurrió con su contraparte, la Mater Dolorosa, en numerosas ocasiones. Todas ellas con ligeras variaciones en la pose y los atributos de las figuras. Aunque la iconografía ya estaba consolidada en el siglo XVI, el tratamiento que Morales le da a este cuadro se inspiró en gran medida en el "Cristo con la cruz" de Sebastiano del Piombo, pintado en Roma hacia 1536-1537 para el cuarto conde de Cifuentes. No se sabe con certeza si Morales vio esa pintura en persona o si solo la conoció por copias, como una de su contemporáneo en la corte española, el pintor portugués Manuel Denís. Otra fuente italiana fue, probablemente, "La burla de Cristo", de Giampietrino (hacia 1495-1540), hoy en la Pinacoteca Ambrosiana de Milán. |
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