EL SUDARIO DE OVIEDO

 Josep Guijarro (28/03/2007)


 

 

Desde hace más de mil años, un lienzo que la tradición considera el sudario mencionado por Juan en la Biblia (Jn 20, 5-7), es venerado en Oviedo. Esta reliquia estaba guardada en un arca de madera de cedro. Fue abierta en el año 1075 ante Alfonso VI para conocer los tesoros relacionados con Cristo, la Virgen y los santos. Por orden del rey, el arca fue recubierta con una chapa de plata mostrando el aspecto que conserva hoy en día.

Entre las reliquias que contenía el arca se hallaba el Santo Sudario, un lienzo de lino siríaco de 83 cm de largo por 53 cm de ancho, tejido en trama ortogonal y enmarcado en plata. La superficie de este lienzo contiene dos formaciones de manchas simétricas, de una sustancia que aparenta ser sangre, y que se hallan situadas en la zona central del lienzo mostrando contornos bien definidos y un color más oscuro que el resto. Es obvio que, por su tamaño, el Sudario de Oviedo no fue la mortaja de Cristo.

En 1978 se extrajeron pequeños fragmentos del sudario ovetense para su análisis hematológico. De este modo el patólogo italiano Carlo Goldoni determinó la presencia de sangre humana en el lienzo empleando las mismas técnicas que fueron aplicadas sobre la Síndone de Turín. Este análisis permitió conocer el tipo de sangre que empapó el lino. Se trataba de sangre del tipo AB, exactamente el mismo tipo de sangre que se encuentra en la Sábana Santa. Pero los paralelismos no acaban aquí. En 1965, Giulio Ricci advirtió en el Sudario una mancha de sangre que había observado, meses antes, en el lado derecho de la Síndone de Turín. Esta particularidad permitió sugerir la idea de que ambos lienzos debieron estar en contacto con el mismo rostro.

Según las pruebas realizadas por el equipo coordinado por Guillermo Heras, el estudio de las manchas reveló que el Santo Sudario rodeó la cabeza de Jesús -de derecha a izquierda- y fue sujetado al cuero cabelludo de la parte occipital del cráneo con algún elemento punzante.

La forma en que fue envuelto sugiere ser la apropiada para un traslado, pero también reafirma esta hipótesis la observación de Ricci de que el Sudario de Oviedo tuvo que estar en contacto con el rostro del fallecido durante un breve periodo temporal que no permitió el traspaso, por absorción, de los característicos regueros de sangre de la frente y de otros de la parte superior del cráneo, salvo algunos indicios.

 

 

En este sentido resultan sumamente reveladoras las averiguaciones del doctor en medicina Alan Whanger, que entró en contacto con el Sudario de Oviedo en el año 1983. Whanger observó una zona amplia del lienzo sin manchas que correspondía al intermedio derecho de la frente. En esta zona existen abundantes manchas de sangre en la Síndone. En opinión de Whanger la corona de espinas pudo haber estado en la cabeza cuando el sudario cubrió el rostro sangriento y desfigurado.

Utilizando una técnica de polarización de imágenes, Whanger y su esposa sobrepusieron la estampa de la Sábana a centenares de imágenes artísticas de Jesús, constatando como muchas de estas imágenes estaban inspiradas en el lienzo expuesto en Turín. Posteriormente hicieron lo propio con el Santo Sudario y no pudieron por menos que expresar su perplejidad al observar las múltiples coincidencias que aparecían ante sus ojos.

Queda por conocer si el Sudario ovetense tiene la antigüedad que la tradición le otorga o, por el contrario, se trata de una falsificación. El director del Centro Internacional de Sindonología de Turín, Pier Luigi Baima Bollone, concluyó que la constitución textil correspondía a la habitual del siglo I. Bollone efectuó asimismo la prueba del carbono 14 sobre muestras altamente contaminadas, determinando que databa de la segunda mitad del primer milenio. En opinión de este especialista habrá que hacer nuevas tomas más asépticas.

Según el estudio que el doctor Villalaín realizó durante casi siete años, las manchas corresponden a diversas sustancias. Las más pálidas están constituidas por sangre y suero del edema pulmonar que causó la muerte al crucificado. Otras manchas situadas en la nuca corresponden a sangre derramada en vida. Finalmente las manchas centrales fueron producidas por líquidos pulmonares y sangre.

El reputado antropólogo Juan Antonio Sánchez llega a la conclusión de que el hombre del Santo Sudario ofrece unos rasgos típicamente judíos: nariz prominente y pómulos salientes. Dado que las manchas contenidas en el Sudario son simétricas, el ingeniero Ángel del Campo elaboró un molde de escayola basado en el Sudario de Oviedo que correspondería al rostro que mantuvo contacto con el mismo.

 

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