IL PROFUMO DELLA CIAMBELLA

Con información de Antonio Díaz Arnido (26/12/2012)


 

 

...El dulce aroma de la ciambella caliente recorre los riones Sant’ Eustacchio y Parione, desde la Piazza della Rotonda hasta Governo Vecchio. Es Navidad en la Ciudad Eterna... (Roma, 1785).

 

 

 

Cada año, el pintor y restaurador sevillano Antonio Díaz Arnido elige un lema que se convierte en el hilo conductor de la escenografía que compone su Belén Napolitano particular. El de este año, "Il Profumo della Ciambella" (El Aroma de la Ciambella), simboliza el recorrido imaginario que realiza el olor a ciambella (dulce típico romano en Navidad) desde los puestos del mercado navideño de la Plaza Navona a los barrios (o rione) de sus alrededores, situados en pleno centro de Roma.

Díaz Arnido trata de reproducir, en una plazoleta imaginaria, un edificio real de cada uno de dichos rione, que dan lugar al montaje definitivo. Su incipiente colección de figuras -muchas de ellas policromadas y vestidas por el artista- proceden de la ciudad de Nápoles, y corresponden a la escala terzina; es decir, miden entre 30 y 35 cm de altura. Si bien responden al estilo del Settecento napolitano, al igual que la escenografía ofrecen una visión libre y creativa del autor en cuanto a vestimenta y disposición. Aún así mantiene muchos de los cánones básicos de los presepi (belenes) napolitanos.

La Sagrada Familia (Natività), con un ángel que inciensa la estancia, se sitúa en unas ruinas romanas (símbolo del triunfo del cristianismo sobre el paganismo), en cuyo fondo -pintado por Díaz Arnido- vemos una reproducción de la célebre Gloria de la Iglesia del Gesù de los Jesuitas de Roma, obra de Giovanni Battista Gaulli, considerada una de las grandes joyas del barroco romano.

Los Reyes Magos, ricamente ataviados al estilo oriental (Nápoles fue en el siglo XVIII un importante puerto comercial con Oriente), se postran ante el Niño. Aún sonaban los ecos del triunfo de Lepanto ante el ejército otomano, de ahí que de nuevo se represente la Adoración de los Magos como abdicación ante el cristianismo.

 

 

En la piazzetta imaginaria, una vendedora ofrece el célebre dulce romano al público, compuesto de varios nobles (nobili), mientras un paje del cortejo de los Reyes Magos, muestra al espectador -en un diálogo mudo- el camino hacia el lugar de la Natividad de Jesús.

Todas estas escenas del Belén, que parecen reales, son en realidad una visión onírica e irreal que sueña el pastor dormido (il Benino), que aparece a la izquierda de la composición, sentado sobre la propia escenografía navideña. En su sueño, un ángel le anuncia lo que está por venir. Es por ello que todo lo que ve el espectador, en realidad aún no ha ocurrido. Ha sido un sueño.

La escena está llena de detalles casi inapreciables (como los perros y el mono, las gaviotas que suben el río Tíber, los murales de las construcciones y el Cartel de la Navidad de Sevilla 2012; obras éstas, asimismo, de Antonio Díaz Arnido) y se enmarca dentro de un telón-cajón que, como un teatro rococó, invita al espectador a participar y a introducirse en el mundo imaginario que allí se representa. Belenismo en estado puro.

En definitiva, un montaje modesto que ofrece tanto la visión personal del artista sevillano sobre el Belenismo -al que es gran aficionado- en general, como su visión del Belén Napolitano en particular.

 

 

 

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