LA ÚLTIMA COMUNIÓN DE SAN JOSÉ DE CALASANZ

27/11/2018


 

 

El Museo Nacional del Prado de Madrid y la Fundación Amigos del Museo del Prado presentan "La última comunión de san José de Calasanz", obra realizada por Francisco de Goya y Lucientes que gracias a la colaboración de la Orden de las Escuelas Pías de la provincia de Betania, su propietaria, permanecerá en la sala 66 del edificio Villanueva como préstamo durante un año, prorrogable por otro.

La incorporación temporal de esta pintura a las colecciones del Prado adquiere especial relevancia al tener lugar coincidiendo con la celebración de los 200 años desde que éste abriera sus puertas en 1819, el mismo año en que fue pintada la obra. Su exhibición en el contexto de la mayor y más completa colección de Goya profundiza en la esencia de su pintura y de su arte en general, que revela un profundo y excepcional conocimiento del ser humano y de sus tensiones, desgarros y padecimientos. Goya pone todo ello de manifiesto en ese gran lienzo de altar, con el estudio de cada uno de los caracteres de la escena, que parecen prefigurar un tema clásico del mundo occidental, como es el estudio de las tres edades del hombre, o el de la mansedumbre contra la violencia, o el de la luz y la sombra como metáfora de los actos y pensamientos de los protagonistas.

La visión romántica que consagró la imagen de Goya como un escéptico o descreído en materia religiosa, minimizando con ello el interés de su obra de carácter devocional, se ha modificado recientemente gracias al descubrimiento de nuevos lienzos suyos de asunto sacro conservados en colecciones particulares y, sobre todo, a la revisión de los frescos y lienzos de altar ya conocidos. Se puede ahora establecer con mayor certeza que la pintura religiosa tuvo un peso fundamental dentro de su producción. Como sucedió con la mayoría de los artistas de su época, los encargos para la Iglesia, públicos y de devoción privada, se documentan a lo largo de toda su trayectoria, constituyendo, de hecho, la segura base económica sobre la que cimentó su carrera.

La obra "La última comunión de san José de Calasanz", realizada en 1819 para las Escuelas Pías de Madrid, dos años después del también excepcional cuadro de altar de las "Santas Justa y Rufina" para la catedral de Sevilla, cierra la pintura religiosa de Goya, además de ser su última obra pública.

En los últimos años el Museo del Prado ha adquirido diversos cuadros de devoción privada de Francisco de Goya, como la temprana "Santa Bárbara", dos composiciones sobre el tema de la "Sagrada Familia", el compañero de una de ellas, "Tobías y el ángel", y un "San Juan Bautista niño en el desierto", con el fin de enriquecer la representación de la pintura religiosa del artista.

Pintada en 1819 para la iglesia de San Antón del colegio de las Escuelas Pías de Madrid, "La última comunión de san José de Calasanz" fue el último de los grandes cuadros de altar de Goya. Nada se sabe de la relación de Goya con los escolapios en ese período, al margen de la creencia popular de que el artista estudió en las Escuelas Pías de Zaragoza, lo que no está probado, ni de la razón del encargo, aunque es posible que mantuviera relación con ellos ya que la orden estaba regida por aragoneses.

El tema representado pudo ser propuesto por los escolapios, como era habitual en los encargos de la Iglesia, centrado en la importancia que la Eucaristía había tenido para Calasanz, que en sus colegios instaló siempre en el centro la capilla para la celebración de la misma. La compleja escena permitió al artista expresar la religiosidad del santo, su fe, su vida humilde y penitencial y su labor de magisterio. Lo acompañan varios sacerdotes de la orden y algunos niños de los más pequeños que, arrodillados a su alrededor, están subyugados por la entrega y abandono total de su maestro, tocado por la luz divina.

El cuadro estaba dirigido a los profesores y alumnos del colegio de Madrid y a los fieles que asistieran a las funciones religiosas en la iglesia de San Antón. De todos los cuadros religiosos de Goya es el más evocador de un mundo elevado de espiritualidad suprema y santidad y llama la atención la disposición espacial y luminosa que revela la lección aprendida de "Las Meninas" de Velázquez, con la que Goya buscó deliberadamente crear la ilusión óptica de que el espacio real de la iglesia se prolongaba en el espacio imaginado del lienzo.

 

Hasta el 30 de octubre de 2019 en el Museo Nacional del Prado de Madrid (Paseo del Prado, s/n). Horarios: lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y días festivos, de 10:00 a 19:00 horas. Cerrado los días 25 de diciembre de 2018 y 1 de enero y 1 de mayo de 2019. Horario reducido de 10:00 a 14:00 horas los días 24 y 31 de diciembre de 2018 y 6 de enero de 2019.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com