ACABADO/INACABADO

07/07/2014


 

 
 

Giambattista Tiepolo

La Muerte de Sofonisba
Hacia 1760
Óleo sobre lienzo
48,3 x 38,2 cm
Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

 

El Museo Thyssen-Bornemisza presenta en su novena entrega de la serie <miradas cruzadas> una aproximación al concepto de "inacabado" en la pintura a través de 14 cuadros de la Colección Permanente y de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. La exposición -organizada en torno a los géneros tradicionales de la pintura de historia, el paisaje y el retrato- incluye obras de factura abocetada tanto de maestros antiguos como modernos. En ella se podrán encontrar desde esbozos de Rubens, Tiepolo, Géricault y Delacroix, y un estudio al aire libre de Matisse, a composiciones de Manet, Cézanne, Van Gogh, Heckel y Kokoschka. Todas ellas reunidas en el balcón mirador de la primera planta, con acceso directo y gratuito desde el hall.

El arte francés del siglo XIX fue el escenario de un conflicto que enfrentó a los partidarios de lo acabado y lo inacabado en la pintura. A comienzos de siglo, los sectores más vinculados con la Academia convirtieron el fini o acabado pulido en símbolo de excelencia artística, frente al acabado abocetado considerado un signo de negligencia. Sin embargo, el fini nunca llegó a constituirse en modelo único de la pintura occidental: mientras la Academia florentina del siglo XVI celebraba las superficies cuidadosamente perfiladas de Rafael, los venecianos Giorgione y Tiziano abrían la puerta a una pintura vibrante y sensual. En los siglos XVII y XVIII la factura abierta veneciana encontró eco en varias escuelas nacionales como la holandesa, por ejemplo en la pintura de Frans Hals, o en la francesa con Fragonard.

 

 
 

Peter Paul Rubens

La Ceguera de Sansón
Hacia 1609-1610
Óleo sobre tabla
37,5 x 58,5 cm
Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

 

Las tensiones entre ambas concepciones explotaron en la Francia del siglo XIX con los pintores neoclásicos que, enfrentados a la sensualidad que derrochaba el estilo rococó, se oponían radicalmente a cualquier trazo en la obra que dejase traslucir rasgos personales; las contradicciones inherentes a lo que se consideraba la etapa generativa y ejecutiva de la pintura avivaron este enfrentamiento.

La fase generativa incluía un amplia rango de procedimientos: los esquisses o bocetos al óleo que se realizaban con rapidez para retener la première pensée -en la exposición, los óleos de Rubens y Tiepolo-; los études o estudios pintados al aire libre para capturar un motivo paisajístico o un efecto ambiental -como el pequeño cartón de Matisse- y una última categoría, los ébauches o primeras fases interrumpidas -por ejemplo, en los óleos de Carpioni, Géricault y Delacroix-, que deberían haberse convertido en una obra final; entonces sí, marcada ya por la fase ejecutiva y en la que el fini o acabado pulido era una condición esencial.

 

 
 

Eugène Delacroix

Jinete Árabe
Hacia 1854
Óleo sobre tabla
35 x 26,5 cm
Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

 

Con el romanticismo, la diferenciación entre estas dos fases -una más sentimental y privada y la otra más cerebral y pública- quedó en entredicho y artistas como Géricault o Delacroix dotaron a sus composiciones finales de algunas de las cualidades de sus esquisses. El desarrollo de la pintura de paisajes en el siglo XIX y la cualidad cambiante de la naturaleza hizo más urgente el empleo de un método rápido de captación.

A finales del siglo XIX, conforme esquisses y études perdían su razón de ser para convertirse en la obra final -por ejemplo en Manet-, lo inacabado adoptó nuevos contenidos. Así ocurrió, principalmente, en la obra de Cézanne y Van Gogh. Ambos artistas, formados en plena pugna entre obra acabada e inacabada, se convirtieron en buena medida en los últimos representantes de la distinción entre boceto y obra final, y en los introductores de nuevas maneras de concebir lo inacabado que habrían de prolongarse a lo largo del siglo XX.

 

 
 

Giulio Carpioni

Bacanal
Hacia 1660-1665
Óleo sobre lienzo
81 x 100 cm
Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

 

En Cézanne, el proceso de elaboración de una obra carecía de final. Independientemente de su grado de ejecución, cada final de una sesión suponía una conclusión, pues en él estaba implícito que se había llegado a un equilibrio entre las distintas partes del cuadro. Frente a Cézanne, Van Gogh abrió la vía de lo inacabado a la expresión de la subjetividad. Sus pinceladas tortuosas y empastadas se distancian del estricto valor referencial. No pretenden tanto plasmar la realidad exterior como las emociones que ésta provoca en el artista. Esta vertiente de lo inacabado encontrará prolongación a comienzos del siglo XX en la pintura expresionista de artistas como Macke, Heckel y Kokoschka, presentes en esta muestra.

Años más tarde, terminada la Segunda Guerra Mundial y evidenciada la barbarie del nazismo, lo meramente esbozado de obras como la de Giacometti se erigiría en símbolo de la angustia existencialista. De este modo, lo inacabado, que a comienzos del XIX era considerado como un rasgo de descuido artístico, acabó convirtiéndose en uno de los impulsores de la renovación plástica de las vanguardias.

 

 
 

Édouard Manet

Amazona de frente
Hacia 1882
Óleo sobre lienzo
73 x 52 cm
Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

 

Del 7 de julio al 21 de septiembre de 2014 en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid
(Paseo del Prado, 8) Horario: lunes, de 12:00 a 16:00 horas; martes a domingo, de 10:00 a 19:00 horas.

 

 
 

August Macke

Húsares al Galope
1913
Óleo sobre lienzo
37,5 x 56,1 cm
Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com