RETRATO DE CABALLERO. UN POSIBLE AUTORRETRATO DE VELÁZQUEZ

Con información de Amigos del Museo del Prado (20/10/2012)


 

 
 

Retrato de un Caballero

1630-1635
Óleo sobre lienzo
68,6 x 55,2 cm
Metropolitan Museum of Art de Nueva York

 

En el año 2009, este retrato masculino, que se exponía en las salas del museo de Nueva York atribuido al círculo de Diego Velázquez, fue enviado al taller de restauración. A medida que se avanzaba en su limpieza se fueron haciendo más evidentes sus cualidades, que llevaron al hispanista Jonathan Brown a publicarlo como original del pintor sevillano. Con ello se le restituía una paternidad que había mantenido hasta 1963, cuando López-Rey afirmó que en el estado de conservación que se encontraba entonces, no era posible asegurar que se trataba de un Velázquez. Ese estado de conservación estaba relacionado con los avatares del cuadro.

Desde el siglo XVIII había pertenecido a colecciones privadas alemanas, hasta que en 1925 o 1926 pasó a manos de Joseph Duveen, el marchante de pintura antigua más importante de su tiempo. Con objeto de facilitar su salida comercial, hizo restaurar el cuadro atendiendo a criterios que satisficieran las expectativas del coleccionismo internacional. Esa intervención creó un fondo homogéneo, definió las partes del tronco que estaban simplemente abocetadas, convirtió el cabello en una masa uniforme y, en general, dio lugar a una imagen muy estática y uniforme, una sensación que el envejecimiento del barniz no hizo sino aumentar.

La última restauración ha liberado al cuadro del corsé en el que estaba atrapado, y ha revelado recursos técnicos y estrategias de representación típicamente velazqueñas. El fondo ya no es uniforme, sino vibrante, y construido a base de sutiles gradaciones lumínicas que sirven para crear profundidad y animar la figura, una fórmula que aparece en otras obras como Retrato de Hombre del Wellington Museum. Igualmente, esta restauración permite comprobar cómo Velázquez rectificó sobre la marcha la posición de la cabeza, y cómo el cabello -lejos de ser una masa compacta y estática- es dinámico y animado, a pesar de ha sufrido bastante desgaste.

Esa sensación general de dinamismo y animación que tiene el cuadro, conseguida a través de vibraciones luminosas y una distribución muy sabia de los grados de acabado, avalan su atribución a Velázquez, como también la avala otra de sus características: la sensación de haber sido hecha sin apenas esfuerzo.

Se desconoce la identidad del modelo. Su comparación con el Autorretrato de Valencia y con el que aparece en Las Meninas llevó a Mayer, hispanista alemán fallecido en 1944, a plantear la posibilidad de que el pintor se hubiera representado a sí mismo. Sin embargo, esa misma comparación desvela más diferencias que semejanzas, pues todos los seguros o supuestos autorretratos sugieren una piel más oscura y unos rasgos más marcados. En cambio, sí llaman poderosamente la atención sus semejanzas con el soldado anónimo que aparece en el extremo derecho de Las Lanzas, al que durante el siglo XIX, no en la actualidad, se consideró también autorretrato.

 

 
 

Comparación de Retrato de Caballero con el soldado anónimo
representado en el extremo derecho de Las Lanzas

 

Exposición de la obra Retrato de Caballero, cedida por el MET de Nueva York, hasta el 27 de enero de 2013 en el Museo Nacional del Prado de Madrid. Durante el mes de noviembre, de lunes a viernes a las 12:30 y a las 17:30 horas (excepto los días 1, 2 y 9 de noviembre), tendrán lugar unas charlas didácticas o breves explicaciones delante de la obra para situarla en su contexto histórico-artístico y en el de la colección velazqueña del Museo del Prado. Las charlas se realizarán en la sala 9A para todos aquellos visitantes que se encuentren en el interior del Museo. El 7 de noviembre, a las 18:30 horas, se celebrará una conferencia a cargo de Javier Portús, que lleva por título "Retrato de Caballero de Velázquez. Una obra del Metropolitan Museum invitada en el Prado".

 

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