Bruce LaBruce, cuyo verdadero nombre es Justin Stewart, es un artista canadiense de 48 años cuyo trabajo ha sido habitualmente confiscado por diversas aduanas desde la década de 1980 y estigmatizado y juzgado de obsceno. LaBruce, cineasta, fotógrafo y escritor, sabe un par de cosas sobre el territorio del tabú, considerado por él como la representación de lo irrepresentable, el amor que no osa decir su nombre.

Recientemente, en el verano de 2011, un cargamento de 400 Polaroids que fueron expuestas en una galería de Oporto para la exposición Polaroid Rage: Survey 2000-2010 fue confiscado por la aduana de su país y declarado material obsceno, prohibiendo además su ingreso en Canadá. El año anterior, su película L.A. Zombie se consideró obscena y se prohibió en Australia. Sin embargo, LaBruce, impertérrito, sigue produciendo el trabajo haciendo caso omiso de los límites de la censura, desafiándola. Santo the Obscene, su nueva película que se rodará este año en España, no será una excepción.

Su exposición Obscenity, inaugurada ayer en La Fresh Gallery de Madrid, no necesita ser sexualmente explícita para ser obscena, ni tampoco depende de la vulgaridad o de lo extremo. Según los responsables de la galería madrileña, esta muestra fotográfica ofrece una variedad de imágenes -algunas gentiles, algunas románticas, otras espirituales y algunas grotescas- que intenta redefinir la naturaleza del fetiche y del tabú, de santificar esta imaginería y de posicionarla más cercana de lo divino.

En la exposición han participado como modelos, entre otros, los actores Pablo Rivero y Rossy de Palma y los cantantes Alaska y Mario Vaquerizo. Para La Fresh Gallery, las vidas de los santos están llenas de actos extáticos y sublimada sexualidad que se expresan de las formas más perversas y sexuales, presentando Obscenity una serie de retratos que ilustran esta convergencia divina entre lo sagrado y lo profano.