LAS DOS CARAS DEL CRUCIFICADO

29/01/2022


 

 

Con motivo del Día Internacional del Conservador-Restaurador, el Museo Diocesano y Comarcal de Solsona (Lleida) ha dado a conocer a visitantes e interesados la curiosa historia de un Cristo crucificado de estilo gótico, una escultura en madera policromada de tamaño algo inferior al natural (119 x 69 x 19 cm), labrado hacia 1300, perteneciente a su colección permanente medieval y de procedencia desconocida.

La última restauración del Cristo crucificado -llevada a cabo en el año 1983 durante la campaña de reformas y restauraciones organizada con motivo de la reapertura del museo tras llevar décadas cerrado a raíz de la contienda civil española- permitió descubrir, por parte del equipo institucional que se encargaba de los trabajos, la existencia de la policromía original del siglo XIV debajo de un repinte aplicado en el XIX.

 

 

La capa pictórica original muestra que, originariamente, el escultor había representado la figura del Crucificado aún vivo, con la boca y los ojos entreabiertos. El repinte había cambiado totalmente la lectura de la pieza, ya que la había transformado en un Crucificado muerto, mucho más dramático, con las carnes lívidas y la llaga sangrante en el costado derecho, dando así énfasis a la sangre y al sufrimiento de Jesús en la cruz.

Este Cristo crucificado se halla clavado con tres clavos a un madero en forma de cruz potenzada, en cuyo anverso, en una especie de tondo situado en la zona donde se cruzan los dos travesaños, vemos pintada una imagen alegórica de Cristo como "Agnus Dei" ("Cordero de Dios") llevando el estandarte de la resurrección, símbolo de la victoria del sacrificio de redentor en la cruz sobre la muerte y el pecado.

 

 

Como hipótesis al retoque que sufrió, desde el Museo de Solsona se apunta que quien no tenía posibilidades de comprar nuevos objetos litúrgicos, adaptados al estilo del momento, repintaba los que tenía. Dichos repintes o repolicromados fueron frecuentes en las tallas devocionales policromadas, y aún perduran en la actualidad. Aunque no sea este el caso, en ocasiones su aplicación conlleva la eliminación de los colores originales.

Durante la restauración, el equipo técnico decidió mantener cada mitad de la figura con y sin el repinte para dar a conocer su evolución, lo que supuso también un criterio de máximo respeto por la obra original. Fue en aquel momento, coincidiendo con la restauración de esta imagen, cuando se crearon los espacios dedicados al taller de restauración del Museo de Solsona y se trabajó en la conservación y restauración de cerca de 300 obras.

 

 

 

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