Con motivo del cincuenta aniversario de la firma del Tratado de Roma, que supuso la constitución de la Comunidad Ecónomica Europea en 1957, se viene celebrando desde el pasado 21 de agosto en la Basílica del Sagrado Corazón de Bruselas, popularmente llamada Basílica Koekelberg, una magna exposición sobre la trayectoria de Leonardo Da Vinci titulada Leonardo Da Vinci: The European Genius.

Pieza destacada de la muestra es el óleo Santa María Magdalena, pintado en el año 1515 y considerado por la crítica como una de las más bellas representaciones de la santa en la pintura del Quinientos. La obra se hallaba atribuida a Giampetrino, uno de los discípulos más aventajados de Leonardo; sin embargo, el veterano Carlo Pedretti, gran experto del genio de Vinci, ha afirmado a raíz de esta exposición que pertenece a la mano del maestro, quien no se limitó a supervisar la creación del discípulo, sino que corrió a cargo de su ejecución y le imprimió unas calidades que están lejos de las obtenidas por el mejor de los pupilos.

De ser cierta la teoría de Pedretti, estaríamos ante el descubrimiento de una nueva creación del famoso artista, científico y humanista del Renacimiento; una de sus obras mayores, además, ya que su extraordinaria factura está a la altura de otras plenamente consagradas como la Gioconda o la Virgen de las Rocas.