LA VIRGEN DE LA FUENSANTA Y EL ESCULTOR DOMINGO SÁNCHEZ MESA

Con información de Manuel López Fernández, José Martínez y Felipe Herreros (07/12/2020)


 

 

La Virgen de la Fuensanta es patrona de las Cuatro Villas, que son Villanueva del Arzobispo, Sorihuela del Guadalimar, Villacarrillo e Iznatoraf. Asimismo, es conocida como la Reina del Olivar ya que es considerada la protectora del cultivo de dichas localidades, todas ellas en la provincia de Jaén.

Precisamente, con el título de Reina del Olivar se ha presentado recientemente el nº 14 de una publicación que edita la Antiquísima e Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de la Fuensanta Coronada y en la que se recoge un artículo sobre las representaciones de la Virgen de la Fuensanta a lo largo de la historia.

Del artículo destacamos las menciones a la imagen de la Virgen de la Fuensanta, posiblemente original del siglo XVI, destruida en la Guerra Civil, y a la imagen actual, obra realizada por el escultor e imaginero granadino Domingo Sánchez Mesa (Churriana de la Vega, Granada, 1903 - Granada, 1989) inspirada en la anterior.

Según José Martínez, la efigie desaparecida en la Guerra Civil era una talla para vestir, de tamaño ligeramente inferior a la actual sin aparentemente demasiado valor artístico y de autor desconocido. La primitiva Virgen anterior a ésta debió ser de tamaño inferior y unas características parecidas a la imagen de Santa María de Toledo, aunque este dato se basa en una teoría no contrastada ni documentada.

Manuel López Fernández, cronista oficial de Villanueva del Arzobispo (Jaén), cuenta que en 1936 fue profanado el santuario, destrozados sus altares y arrastradas sus imágenes, formando con ellas una pira en el lugar de La Moratilla, incluyendo la venerada imagen de la Virgen de la Fuensanta.

La Virgen destruida aparece en la fotografía superior con rostrillo y el cetro de reina en la mano. Tanto María como Jesús lucen sendas coronas reales. La Virgen lleva además resplandor. El Niño aparece sentado en las rodillas de la Madre luciendo en la cabeza la palmeta o diadema que lo identifica como divinidad y portando los atributos propios de Cristo: el orbe terráqueo rematado con una cruz símbolo de su poder sobre el mundo, el cetro como símbolo de realeza y el lábaro o banderín, desaparecido tras la contienda civil española, que contaba con la representación del cordero pascual repujado en metal y símbolo de la resurrección.

 

 

Finalizada la Guerra Civil, se hizo un balance de las numerosas pérdidas, destrozos y sustracciones de las imágenes, cuadros, retablos, casullas, libros y dinero. Se trajo una imagen de la Virgen de la Fuensanta, aunque de manera provisional, costeada por doña Dolores Carrascosa. No fue hasta el 8 de septiembre de 1946 cuando fue bendecida la nueva talla de Domingo Sánchez Mesa (imagen superior), obtenida con las limosnas de todo el pueblo (100.000 pesetas) y de la cofradía, de la que era presidente Tomás Marín Bueno.

Sobre el Niño Jesús de la obra de Sánchez Mesa, Felipe Herreros dice que representa al Niño Dios sentado, vestido con túnica estofada en tonos verdes, ricamente decorada, en actitud sedente e hierática, portando como el anterior en su mano el orbe y en la diestra el cetro de majestad. De tamaño algo superior al natural, presenta a Cristo en una edad temprana.

El Niño de Sánchez Mesa es independiente y puede retirarse del regazo de la Virgen de la Fuensanta, que le sirve como trono y donde descansa; a diferencia de la imagen profanada en la Guerra Civil, en la que la Virgen y el Niño eran un único bloque escultórico, ya que era una escultura de bulto redondo revestida de telas naturales sin llegar a adaptar la indumentaria a la volumetría de la representación.

Con la imagen de la Virgen, Sánchez Mesa realizó casi una reproducción de la destruida, lo que no ocurrió con el Niño, que responde a los postulados de la imaginería granadina; de fina talla y estudio anatómico, sobresalen las manos y pies. El rostro; de una dulzura y majestad que le son propias, presenta frente prominente, carrillos generosos y mórbido tratamiento en su nariz, labios y mentón. Presenta ojos de cristal y pestañas que naturalizan la expresión. El cabello se encuentra planteado en amplios bucles dejando visible en su ejecución el volumen de la parte occipital y cuello, aportando una acusada elegancia al perfil de la obra.

Como elementos añadidos, el Niño suele presentar también sandalias de plata y recientemente de oro, fruto de las diversas donaciones de metal que ha recibido en su historia. Además de las ricas túnicas que forman parte de los ternos, de un único color, que siempre han definido a la Patrona y son tan propios de la zona.

 

 

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