GOYA Y CARAVAGGIO FRENTE A FRENTE

13/01/2024


 

 

Por primera vez en la historia, el proyecto expositivo Goya y Caravaggio: verdad y rebelión (Goya e Caravaggio: verità e ribellione), que podrá visitarse hasta el próximo 25 de febrero, sitúa juntas "La buenaventura" de Caravaggio y "El parasol" de Francisco Goya, esta última obra cedida por el Museo Nacional del Prado en Madrid.

La obra de Goya regresa a Roma, concretamente a la Sala Santa Petronilla de los Museos Capitolinos (Roma), 23 años después de su única aparición en la capital, cuando estuvo expuesta en la Galería Nacional de Arte Antiguo del 18 de marzo al 18 de junio del año 2000. La llegada del lienzo "El Parasol" (1777), una de las primeras obras maestras del maestro español, es fruto de la política cultural de intercambios de obras de arte iniciada hace algún tiempo por la Sovrintendenza Capitolina con importantes instituciones museísticas italianas e internacionales. El museo prestador, en este caso, es el Museo del Prado que concedió el cuadro de Goya en contrapréstamo de "El alma bendita" de Guido Reni, con motivo de la exposición Guido Reni que puedo verse en el Prado del 28 de marzo al 9 de julio de 2023.

El hecho de que "El "Parasol" de Goya (104 x 152 cm) se encuentre en la Pinacoteca Capitolina junto a "La buenaventura" (1597) de Caravaggio tiene como objetivo enriquecer el itinerario expositivo y ofrecer al público visitante nuevas ideas de reflexión sobre los grandes temas de la historia del arte.

El título del proyecto expositivo, Goya y Caravaggio: verdad y rebelión, pretende poner de relieve cómo los dos grandes artistas se convirtieron en maestros intérpretes de la sociedad de su tiempo y cómo la describieron, introduciendo revolucionarias innovaciones iconográficas y estilísticas. Hay muchas analogías entre ambos cuadros: pertenecen a la etapa juvenil de sus creadores, en ambos los protagonistas son una mujer y un hombre, que describen con veracidad una escena de la vida cotidiana en la sociedad de su época y, finalmente, ambos revelan esos síntomas de "rebelión" hacia el condicionamiento iconográfico y estilístico impuesto por las costumbres y normas académicas de su época.

Una comparación atrevida entre dos obras tan distantes en estilo y tiempo (180 años las separan), pero que anuncian el paso hacia una nueva era: si Caravaggio puede ser considerado el primer pintor moderno, Goya fue, en cambio, el primero de los "románticos" y el que abrió el camino al arte contemporáneo.

La obra "El Quitasol" es uno de los cartones preparatorios realizados por Goya para el ciclo de tapices destinado a decorar el comedor del Palacio del Pardo de Madrid, residencia de caza de los príncipes de Asturias: el futuro rey Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma. El boceto fue entregado por Goya a la Real Fábrica de Santa Bárbara el 12 de agosto de 1777 y así lo describe el propio artista en el recibo de entrega: "representa a una joven sentada en un banco, con un perrito y un joven a su lado, que le da sombra con una sombrilla". A la sencillez del tema se le une la absoluta libertad de invención, no representado una composición de caza o alegórica como demandaba la tradición nórdica flamenca, sino escenas y figuras inspiradas en el mundo real y en la sociedad española contemporánea.

La joven protegida por el paraguas, objeto muy de moda en el siglo XVIII, es en realidad una maja, es decir, una mujer del pueblo que viste un elegante y suntuoso vestido a la francesa, como ocurría en España en los días festivos. La joven maja se muestra en toda su belleza ante el joven majo, que se halla ataviado con la ropa típica madrileña, y ante el espectador que la contempla, al que parece lanzar una coqueta mirada. Todo contribuye a hacer de la escena un juego de seducción: los colores vivos de las ropas, el perrito agazapado en el regazo de la maja, el sutil juego de luces y sombras que la sombrilla crea en el rostro de la joven, etcétera.

Las luces y los colores son, sin duda, los principales protagonistas del cuadro y revelan el conocimiento de Goya sobre la pintura antigua, en particular la renacentista veneciana. No obstante, si la influencia de Tiepolo, así como de la pintura francesa, parecen evidentes en la ligereza de "El Quitasol", la interpretación profundamente realista del cuadro, el citado tema de la seducción, la técnica pictórica que extiende el color directamente sobre el lienzo con la preparación a veces dejada visible, los efectos lumínicos obtenidos con el blanco de plomo y el vivo juego de miradas, casi harían pensar que la mirada de Goya también se habría posado por un momento en "La buenaventura" de Caravaggio, cuando unos seis años antes (1770-1771) de pintar "El Parasol", el maestro español llegó a Italia y residió en Roma, donde asistió a la Scuola del Nudo de Campidoglio, en cuya famosa galería se conservaba "La buenaventura".

Además de la que se encuentra en los Museos Capitolinos, existe otra versión de "La buenaventura" pintada por Caravaggio un año más tarde, hoy día en el Louvre. En ambos casos, una joven gitana aparenta leer la mano de un joven petimetre, cuando en realidad le está robando silenciosa y astutamente su anillo, al tiempo que acaricia su montículo de Venus, revelando sutilmente otro juego de seducción. En la versión del Louvre el modelo masculino era el pintor siciliano Mario Minniti, compañero, amigo y modelo de Caravaggio en sus primeras obras.

 

 

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