LA PUERTA DE ISHTAR

28/08/2006


 

 

Babilonia era una antigua ciudad de Mesopotamia, situada en la región homónima. Centro de cultura y esplendor, fue capital de los sumero-acadios y del Imperio Caldeo-Babilónico. Los griegos, encabezados por Alejandro Magno, consideraron sus jardines colgantes y palacios como una de las maravillas del mundo.

Uno de los monumentos más sobresalientes de la ciudad fue la Puerta de Ishtar, consagrada a la deidad femenina del amor que lleva su nombre, objeto de culto entre los asirio-caldeos, que los fenicios identificaron con Astarté y los griegos con Afrodita. Cuenta la leyenda que se enamoró del héroe Gilgames y para conquistarlo le prometió un carro de ruedas de oro, adornado de lapislázuli y oro, y con las astas de la caja de plata y oro.

En la Puerta de Ishtar, hoy en el Museo Pérgamo de Berlín, el ladrillo vidriado se utilizó con exquisita sobriedad, pero a la vez con evidente fastuosidad. Sobre un fondo azul coloreado con polvo de lapislázuli, las series de leones, dragones y toros andantes forman ordenadas composiciones, enmarcadas por bandas y motivos ornamentales de gran simplicidad geométrica e indudable efecto cromático.

La Puerta de Ishtar formaba parte de una majestuosa via sacra que atravesaba también un puente de piedra sobre el río Éufrates y finalizaba en un grandioso patio donde se alzaba la torre denominada Etemen-an-ki ("Casa del Cielo y de la Tierra"), que no es otra que la famosa Torre de Babel (llamada así por la denominación acadia de Babilonia: Bab-ili o "Puerta de Dios") de la que hoy, lamentablemente, no queda rastro alguno.

La Torre de Babel era, en realidad, un ziggurat o torre escalonada, formada por siete terrazas superpuestas y rematada por un templo desde donde los sacerdotes estudiaban el firmamento.

 

Fotografía de Pablo Blanco Cea

 

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