EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS Y SU VIGENCIA EN LA IMAGINERÍA CONTEMPORÁNEA

03/01/2024


 

 
 
Borja Peña

 

Dentro de las celebraciones que encontramos en el actual Calendario Romano general, hay una serie que podrían ser llamadas de "devoción", como, por ejemplo, la Sagrada Familia, el Sagrado Corazón de Jesús, la Preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesucristo o el Santísimo Nombre de Jesús.

En la génesis y desarrollo de la devoción al Santísimo Nombre de Jesús uno de los mayores difusores es san Bernardino de Siena, presbítero de la orden franciscana. Será dicha Orden una gran impulsora de dicha devoción, hasta el punto de incluir en 1530 una celebración litúrgica en honor del Santísimo Nombre de Jesús en su Calendario Propio.

El papa Inocencio XIII (1721-1724) introducirá en 1721 dicha celebración en el Calendario Romano, situándola el domingo después de la solemnidad de Epifanía. Más tarde, en 1913, por medio del motu proprio "Abhinc duos annos" de Pío X, es trasladada su celebración al domingo posterior a la festividad de la Circuncisión del Señor (1 de enero) y, en el caso de que no lo hubiera entre los días 2 y 5 de enero, al día 2 del mismo. Con la última reforma litúrgica, con la que el día primero del año la Iglesia celebra la Maternidad divina de María, al día 3.

En la reforma del Calendario Romano llevada a cabo por Pablo VI se decide suprimir la celebración del Santísimo Nombre de Jesús, dado que dicha celebración, al igual que la de la octava de la Natividad del Señor, hacen referencia a la perícopa del Evangelio lucano: "Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús" (Lc 2, 21). De este modo, se decide que pase a formar parte de los Calendarios Particulares, es decir, diocesanos o religiosos y, además, que cuente con un formulario entre las Misas Votivas del Misal Romano.

Posteriormente, en la editio typica tertia del Misal Romano, aprobada por Juan Pablo II, se reintroduce la celebración del Santísimo Nombre de Jesús el día 3 de enero con el grado de "memoria".

 

 
     
     
José María Bonilla Garrido
 
Fran Caro Miranda

 

La figura del Niño Jesús o Divino Infante ha sido una de las devociones más populares entre los fieles cristianos, Los misterios de la vida, pasión y muerte de Cristo vistos a través de la imagen de un niño, que entraña inocencia, candidez, fragilidad y ternura, sirvieron para propagar entre los creyentes la imitación de sus virtudes.

El tema, como imagen individual, tuvo su eclosión tras el concilio de Trento, siendo durante el Renacimiento y el Barroco cuando se consagró su prototipo figurativo. A partir del siglo XVII, sus representaciones empezaron a ser numerosas a raíz de las meditaciones teológicas surgidas en el seno de la Iglesia sobre la infancia de Jesús. Esta se convirtió en una nueva fuente de inspiración para los artistas. No obstante, en las ciudades de Malinas y Florencia ya contaba con gran desarrollo escultórico antes del citado concilio. Durante los siglos XV y XVI, la ciudad belga fue un importante centro de producción de imágenes de Niños Jesús. Estas eran pequeñas figurillas de madera que no sobrepasaban los 30 cm, representando a Cristo niño de pie, desnudo, sosteniendo un orbe y bendiciendo con la mano derecha. Su popularidad facilitó su producción en serie, conservándose numerosos ejemplos en colecciones europeas.

Hay diferentes variantes en este tipo de representaciones, las cuales han llegado a los imagineros contemporáneos procedentes de diversos focos artísticos. En Sevilla, por ejemplo, la talla que realizó Jerónimo Hernández para la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús de Sevilla (hacia 1582) fue pionera en el campo escultórico hispalense; a partir de ella, otros maestros hicieron sus versiones. Tanto en Flandes como en Roma debió impregnarse de los modelos infantiles desarrollados en ambos focos. En Flandes se popularizó el tema del Niño Triunfante, destacando la magnífica talla del Cristo Niño que realizó Georg Petel en 1631 y que hoy se venera en la iglesia de los franciscanos descalzos de Augsburgo. En Roma, el modelo pueril desarrollado por Duquesnoy, tuvo gran predicamento en la escultura europea posterior.

Así, estos tipos populares y otros siguen versionándose en la actualidad, de forma que podemos encontrar frecuentes representaciones del niño coronado como rey de los cielos y la tierra; dormido, soñando plácidamente en el portal de Belén o inquieto por soñar premonitoriamente con su sufrimiento futuro; rodeado de los emblemas de la Pasión, entre otros, si bien la postura del Niño Jesús que sigue siendo la más característica es la típica de las representaciones de Cristo resucitado desde el medioevo, con el brazo derecho levantado en actitud de bendecir y el izquierdo sosteniendo un atributo, ya sea el orbe, su corazón, un estandarte o una bandera en forma de cruz, entre muchos otros.

 

 
 
Alejandro Paneque (Foto: Gaby Rodrigo)

 

FUENTES

Con información de Martín Sánchez Franco.

AGUILERA LÓPEZ, Salvador. "El santísimo nombre de Jesús en la tradición litúrgica romana", en Actas del VIII Congreso Nacional del Dulce Nombre de Jesús, Málaga, Hermandades y Cofradías del Dulce Nombre de Jesús, 2022, p. 232.

MARTÍN LÓPEZ, Francisco José. "José de Arce, Alfonso Martínez y sus contribuciones a la iconografía del Niño Jesús y San Juanito en la escultura sevillana del siglo XVII. Revisión y nuevas atribuciones", en Trocadero, Universidad de Cádiz, 2023, pp. 102-105.

CATALÁN MARTÍ, José Ignacio. "La imagen del Divino Infante en la estampa valenciana de los siglos XVIII y XIX", en Thesaurus Ecclesiae. Thesaurus Mundi (III). Estudios sobre el Patrimonio Cultural de la Iglesia, Ajuntament de Xàtiva, 2022, pp. 48 y 54.

 

 
     
     
Alejandro Hernández Pérez (Foto: Nathalié González)
 
José María Anguita Arjona

 

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