LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DEL CONVENTO FRANCISCANO DE HELLÍN

Antonio Cabezuelo (30/11/2009)


 

 

 

El convento de los Padres Franciscanos de Hellín alberga en su Iglesia una de las imágenes más veneradas por las gentes de esta ciudad, situada en la frontera entre Murcia y Albacete.

Hablamos de la Purísima Concepción que preside el altar mayor. La actual imagen, conseguida obra del escultor sevillano José Manuel Rodríguez Fernández-Andes, viene a sustituir a la perdida en la Guerra Civil, magnífica obra del insigne escultor murciano Francisco Salzillo; fechada hacia 1770 y considerada por algunos estudiosos del inmortal escultor como una de las mejores esculturas que labrara Salzillo. "Podemos afirmar que tan sólo con esta trabajada obra llega a sus cotas más altas de perfección", apunta García Saúco

Una vez más, como vemos también en el Jesús del Gran Poder gubiado para Madrid o en las imágenes titulares de la sevillana Cofradía de los Gitanos, Fernández-Andes resuelve con maestría la ejecución de las siempre complicadas réplicas. Respeta el esquema compositivo y efectos de la obra, pero sin duda deja su sello y las dota de carácter propio. La Invicta de Hellín destaca por la espectacularidad y majestuosidad del conjunto. El rostro de la imagen, de noble tallado, cuenta con la dulzura e inocente belleza característica en las obras marianas del escultor sevillano, pero también con una dignísima grandiosidad.

La Virgen se halla envuelta por un manto que asciende por su cuerpo helicoidalmente, que vuela con naturalidad, como insuflado por un arrebato celestial que realza la imagen apoteósica de María. Así, los pliegues del ropaje están resueltos magistralmente. Un angelito recoge el manto a los pies de la Virgen, rodeándola la prenda por la espalda hasta su hombro izquierdo, donde lo sostiene con las manos. El tocado, para acrecentar el dinamismo de la imagen, vuela sobre el hombro derecho.

 

 

 

Se asienta la Purísima sobre una esfera, sobre la que revolotean cuatro hermosos ángeles, cada uno con una misión. Uno de ellos, como hemos señalado, sostiene el manto de María. Al lado contrario, otro porta una torre (Fuerte como la torre de David, Hermosa cual torre de marfil, que rezan las letanías del Santo Rosario), a los pies de este uno porta una cinta que reza "TOTA PULCHRA ES MARÍA" (símbolo para el cristianismo de la Inmaculada Concepción) y el último un vaso ("Vas spirituale, Vas honorabile, Vas insigne devotionis").

La Invicta llegó al Convento Franciscano de Hellín el 25 de julio de 1941. La Virgen fue entronizada en el camarín situado tras el altar mayor, auténtica joya arquitectónica del siglo XVIII. El templo cuenta también con interesantes lienzos, pintados por el Padre Villanueva, que sí sobrevivieron al conflicto bélico.

La Virgen posee dos coronas, la imperial que vemos en las fotos, y una aureola de estrellas que ensalza su inocencia. Como no podía ser de otra forma en una imagen de este barroquismo, las policromías están muy trabajadas y los estofados son de lo mejor del conjunto.

En el año 1954, la imagen fue coronada canónicamente por la enraizada devoción hacia la Purísima Concepción que existe en Hellín desde el siglo XVIII. Junto a la Virgen de los Dolores, la Virgen del Rosario, Patrona de Hellín, y la Virgen de la Soledad, conforman las advocaciones marianas más antiguas y enraizadas en la ciudad. El cierre del Convento Franciscano no ha supuesto una merma en la devoción, pues la Iglesia ha pasado a depender de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y puede ser visitada todos los Sábados, cuando se oficia misa y los fieles acuden a rezar el Rosario a los pies de María. En estos días tiene lugar un novenario en su honor y la íntima y especial imposición de medallas a los nuevos cofrades.

 

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