UNA INMACULADA GUATEMALTECA EN UN MUSEO DE NUEVA YORK

08/12/2012


 

 

Esta pequeña imagen (mide 66 cm) de la Inmaculada Concepción es muy peculiar por constituir una sugerente combinación de las tradiciones artísticas de España, Latinoamérica y Filipinas. Ello es debido a que la cosmopolita sociedad del Virreinato de Nueva España (al que pertenecía el Reino de Guatemala, donde seguramente se elaboró la presente obra), al vivir en plena intersección de la ruta comercial establecida entre Europa y Asia, no se movía únicamente por influencias nativas y españolas.

La Virgen, realizada en el siglo XVIII, se halla vestida con amplias ropas reales, modeladas por el anónimo autor en telas encoladas y dispuestas sobre armazón de madera, para luego ser estucadas y policromadas. Vestir las deidades era una práctica común en Latinoamérica antes de la conquista de España. Ello no gozó de aceptación por la Iglesia Católica hasta el siglo XVII. Los conversos de las colonias continuaron, por tanto, la tradición de sus ancestros, solo que a partir de esa fecha bajo el prisma de las costumbres católicas.

 

 

La mayoría de las imágenes vestideras, tanto españolas como latinoamericanas, estaban ataviadas con prendas sueltas, no rígidas a base de yeso y pintura como ocurre en esta pieza anónima. Asimismo, la cara y las manos solían ser de madera, pero en esta efigie son de marfil, labradas en Filipinas por sus rasgos orientales y luego importadas a América, lo que constituye un reflejo del papel fundamental de la Nueva España (sobre todo la zona central) en las relaciones comerciales entre el continente asiático y la península ibérica.

La imagen de la Señora aparece de pie, con las manos unidas por las palmas sobre gran peana de nubes, cuyas medidas son 23,5 x 36,8 x 58,4 cm. Su rostro muestra escasas variaciones con respecto a otros modelos femeninos, propio de la producción repetitiva y a bajo costo de los talleres filipinos. Conservada en el Museo de Brooklyn (Nueva York), adquiere una anchura considerable para su tamaño (69 cm) tanto por el considerable basamento, como por el vuelo de unas prendas que le confieren forma de abanico. La corona de plata es de tipo imperial.

 

 

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