El largo y complejo de restauración de esta espléndida tabla pictórica que representa a la Virgen con el Niño, conservada en el Santuario de Nuestra Señora del Belvedere del populoso barrio genovés de Sampierdarena, ha permitido recuperar un importante ejemplar de la pintura ligur de principios del Quattrocento, oculto hasta la fecha por numerosos repintes, fruto de desafortunadas intervenciones anteriores, que ocultaban los elementos originales de la obra y perjudicaban seriamente su estado de conservación.

La restauración, realizada por la Superintendencia para el Patrimonio Histórico, Artístico y Etnoantropológico de Liguria, ha sido delicada y difícil debido también a la gran veneración del icono, de ahí que se hayan llevado a cabo numerosas pruebas diagnósticas antes y durante la intervención. El resultado final supone el rescate de su apariencia original, lo que ha permitido a Gianluca Zanelli elaborar un detallado estudio histórico-artístico de esta pieza, plenamente inserta en el ambiente artístico ligur de comienzos del siglo XV.

El anónimo artífice de esta tabla del Belvedere, activo entre 1415 y 1420, posee una refinada sensibilidad, deudora de la importante actividad de Bernabé de Módena, principal protagonista del arte tardotrecentesco en Liguria. Vemos en ella también ideas de cuanto se conserva en tierra ligur del sienés Taddeo di Bartolo, así como estrechos lazos artísticos con la producción genovesa de los primeros decenios del Quattrocento, caso de otra Virgen con el Niño, conservada en el Museo Diocesano de Chiavari, o un políptico de la Iglesia de San Jorge en Moneglia que muestra a San Lorenzo entre Santa Clara, San Pablo, San Francisco y San Leonardo.

El estudio de esta redescubierta tabla, que será expuesta mañana en el Museo Diocesano de Génova antes de ser reubicada en su templo, ha permitido también profundizar en el conocimiento de otros interesantes testimonios figurativos del Santuario del Belvedere, entre los que destacan una tela de Antonio Maria Piola que representa el martirio de Santa Úrsula, las piezas relacionadas con la producción del pintor milanés Andrea Porta y un sugestivo Crucifijo de madera tallado en el siglo XVIII por el escultor Gerolamo Pittaluga.