SEXO NA PEDRA

Con fotografías e información de Federico de la Peña (29/11/2013)


 

 

Esta muestra, ideada y propuesta por Federico de la Peña Santos, está compuesta por 40 fotografías de su autoría, tomadas de los elementos arquitectónicos de iglesias románicas de Galicia, en los que se representan órganos sexuales, posturas eróticas, escenas pornográficas, músicos, contorsionistas, personajes comiendo o bebiendo exageradamente, y otras imágenes que la Iglesia medieval consideraba que fomentaban el vicio y también aquellas que muestran las consecuencias derivadas de estos actos.

Incluida en el proyecto de colaboración cultural del Museo de Pontevedra con los municipios, tras su clausura en la sala de exposiciones del Patronato de Turismo Rías Baixas comenzará su itinerancia por la provincia; de hecho, el próximo miércoles 4 de diciembre, a las 20:30 horas, se inaugura en el Museo Municipal Ramón María Aller Ulloa de Lalín -abierto de lunes a viernes, de 09:00 a 14:00 y de 19:00 a 21:00 horas, en la calle del mismo nombre- donde estará expuesta hasta el 27 de diciembre de 2013.

Federico de la Peña es naturalista y divulgador audiovisual. La exposición Sexo na Pedra (Sexo en la Piedra) intentará dar a conocer al gran público la escasamente conocida imaginería sexual de los canecillos de las iglesias románicas de nuestra región, con claro protagonismo de las pontevedresas, que suelen pasar desapercibidos para los visitantes e incluso para los propios vecinos.

La muestra se completa con el documental O Románico Sexual, trabajo realizado por el propio Federico de La Peña -uno de los cinco capítulos de la segunda temporada de su serie documental O Espía da Natureza-, quien además complementa la exposición fotográfica con cuatro ilustraciones de temática histórica -que se mostrarán junto a las fotografías y los paneles explicativos- relacionadas tanto con la inspiración y creación de los canecillos sexuales, como con la posterior fase de destrucción y "limpieza moral" de algunos de ellos.

 

 

La existencia de una iconografía con carácter sexual tan explícito en el arte románico no tiene una explicación clara. Según la hipótesis más extendida, estas figuras serían una especie de "catecismo en piedra"; una representación de los pecados de la carne plasmada a modo de advertencia.

Sin embargo, como hemos apuntado, en los canecillos de las iglesias románicas no sólo se recogen figuras de temática claramente sexual, sino también imágenes de lo que podría llamarse "fiesta de calle medieval"; es decir, unos eventos, considerados "barriobajeros", que estaban protagonizados por juglares, contorsionistas, bailarinas, beodos, comilones, músicos y otros personajes de mala reputación, cuyas actividades festivas eran consideradas de alto riesgo moral por derivar comunmente en la prohibida práctica del sexo. Aquella realidad social acabó siendo recogida en esta particular imaginería del arte románico.

Las representaciones de personas sufriendo los castigos del pecado también son muy habituales en el arte de la época románica, ya no solo recluídas a los canecillos sino situadas en lugares más próximos a la mirada de los fieles que acudían al templo, como los capiteles de los pórticos o de los mismos interiores de las iglesias: seres reptiloides mordiendo las orejas de pecadores; perros, lobos o monstruos más fantásticos devorando sus cabezas, o sencillamente hombres sufriendo entre las llamas son iconografías muy típicas. Una de las representaciones más curiosas es la de mujeres -que, normalmente, simbolizaban el pecado de la lujuria- con sus senos siendo devorados por animales; generalmente, sapos o culebras. Es probable que esta representación simbólica provenga de la Tellus o Terra Mater romana, imagen pagana que representaba la fertilidad, y de la que la Iglesia se apropió para cristianizarla, dándole su particular cariz negativo asociándola al pecado.

La corriente moralista que surgió a finales del siglo XIX y principios del XX -aunque es posible que ello también ocurriera en épocas anteriores-, provocó el destrozo de numerosos canecillos. El desnudo acabó por convertirse en toda una ofensa para los ojos piadosos, por lo que muchas estatuas clásicas e imágenes eróticas fueron mutiladas en todo un proceso de "limpieza moral" por parte de la Iglesia.

 

 

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