EL DONCEL DE SIGÜENZA

28/10/2011


 

 

Se encuentra colocado el sepulcro de Don Martín Vázquez de Arce en el muro del Evangelio de la capilla de San Juan y Santa Catalina de la Catedral de Sigüenza (Guadalajara), inmediatamente después de pasar el arco de entrada. En dicha capilla, adquirida por su hermano Don Fernando, obispo de Canarias, reposan sus restos en unión de los de sus padres (Don Fernando de Arce y Doña Catalina), los de sus abuelos maternos (Don Martín Vázquez de Sosa y Doña Sancha) y los de su propio hermano el obispo Don Fernando. Otros miembros de la familia también están enterrados en la capilla. Es, pues, un panteón familiar, un recinto dedicado al duelo y a la admiración. Memoria de los que vivieron que se transformó para siempre en piedra.

Su forma es la que tanto abunda en los sepulcros góticos del siglo XV: la urna o pedestal sostenida por leones, sobre la que descansa la estatua, presentando en su frente adornos vegetales, y dos pajes en el centro sosteniendo un escudo; todo ello embutido en un gran nicho, terminado por arriba en un arco en plena cintra, adornado con dentellones ojivales que simulan otro arco conopial, y en el testero una inscripción, por bajo de una luneta pintada que representa escenas de la Pasión. En las jambas interiores del arco se ven dos imágenes en relieve, que representan a Santiago y a San Andrés, en un estilo muy alemán y algo diferente del resto.

La estatua representa al castellano Doncel (1461-1486) fallecido en la Guerra de Granada, recostado sobre un montón de laureles, en el que apoya el codo derecho; tiene las piernas perezosamente cruzadas y un libro abierto en las manos. Viste armadura de piezas rígidas en brazos y piernas, y una cota de mallas bajo otra tejida con tiras de cuero; sobre los hombros lleva una capa echada atrás, con la cruz de Santiago (símbolo de su condición de caballero) en el centro, y cubre su cabeza por un casquete bajo el que asoma el cabello, sedoso y largo hasta los hombros, y recortado en flequillo por delante, según la moda del tiempo. A los pies, un pajecito sentado a la morisca se pasa la mano por el rostro con expresión dolorida; junto a él, y empotrado ya en la jamba, un león muy semejante a los que sostienen la urna, simboliza la resurrección en la otra vida.

La armonía de las proporciones, en las que el anónimo artista ha apurado toda la delicadeza de su sensibilidad, imprime a la obra el sello de juventud, de aire señoril y de gracia que aún se acentúan más con el descuido, la sencillez y el desmayo de la actitud, bellísima novedad en el arte español y del mundo entero. Es un cuerpo joven, suelto y ligero, que hace entrever un estado de cansancio espiritual, de vagar del alma, de abandono y de ensueño. La tristeza, si existe, no aparece claramente al exterior, salvo en el pajecito que está a los pies del doncel, pero la sugiere de un modo vago la dejadez del cuerpo, la seriedad y la gravedad profunda de todo el conjunto; y esta sugestión fundida o combinada con las de gracia, juventud y elegancia, producen la emoción más suave y más rica y abundante en poéticas complejidades que haya jamás producido ninguna estatua castellana. La ejecución es sobria, sencilla, sin detalles de modelado que sorprendan, pero amorosamente cuidada, sentida en todos sus momentos, y revelando el goce íntimo de su autor al mismo tiempo que trabaja.

El Doncel de Sigüenza es obra de un solo artista, aunque ofrezca desigualdades entre las distintas partes. Debió ser encargada por Don Fernando de Arce, padre de Don Martín Vázquez de Arce, poco después de la muerte de éste. Es posible que el escultor (se han barajado, entre otros, los nombres de Sebastián de Almonacid y Alonso de Covarrubias) se formara en la escuela o en la tradición del maestro que labró en Sigüenza los sepulcros de Don Gómez Carrillo de Albornoz y de su esposa, y en Toledo los de los parientes de Don Álvaro de Luna, pues todas estas obras ofrecen bastantes analogías técnicas con este Doncel. En las iglesias de San Pedro, de Ciudad Real, y Santa María de los Huertos, de la misma Sigüenza, el sepulcro de Don Fernando de Coca y la estatua de Maese Juan, aun siendo muy inferiores, están muy dentro del mismo estilo y revelan al mismo artista. En cualquier caso, el Doncel es el mejor trasunto español de la escultura de Donatello y Sansovino.

 

 

FUENTES: DE ORUETA, Ricardo. La Escultura Funeraria en España. Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara,
Guadalajara, 2000, pp. 111-131; BALTÉS, Carlos. Arte y Belleza en la Muerte, Madrid, 2007, p. 216.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com