NUEVOS ESPACIOS DALINIANOS

Aleix Mataró para www.abc.es (30/04/2007)


 

 

La casa del artista Salvador Dalí en Portlligat (Cadaqués, Girona) es como un retrato mental del artista surrealista. Laberíntico, repleto de objetos, recuerdos y símbolos, los responsables de la Fundación Gala-Salvador Dalí han procurado preservar y adaptar el lugar, tal cual, sin estropear el flujo de visitantes, que cada año se acercan a aquella bahía del Cap de Creus.

Según los responsables de la Fundación Gala-Salvador Dalí, el año pasado se contabilizaron 100.000 visitantes en un espacio que regula la entrada a grupos de ocho personas, cada diez minutos. Por este motivo, se recomienda a los visitantes reservar con antelación para hacer un viaje planificado, saber cuando se puede ir y no tener que esperar turno o encontrarse con la casa cerrada.

Pero el territorio Dalí aumenta con una nueva y sugerente oferta que abre al público parte de las dependencias de la casa del artista, hasta ahora cerradas. Es por ello que la Fundación Gala-Salvador dalí ha decidido incorporar este año al recorrido museizado de Portlligat una parte del patio de los olivos del exterior, donde se puede ver el palomar y otras zonas de la vivienda, que, sin duda, aportan importantes datos sobre la personalidad del pintor catalán, nacido y fallecido en el municipio gerundense de Figueras (1904-1989).

Cadaqués es recóndito. La elección de Dalí no fue sólo por lazos familiares -su padre era hijo de la villa marinera-, sino también para reservarse del mundo. Un personaje tan popular también necesitaba sus horas de silencio, aunque con los años Cadaqués se convirtió en una pequeña Florencia con la presencia de amigos y seguidores de Dalí y de otros artistas como Duchamp, Richard Hamilton o el galerista Bombelli. Pero la casa de Dalí en Cadaqués no está en el centro de la villa, sino en otra bahía más al norte, originalmente accesible tan sólo en barca o a pie. Ahora hay carretera para llegar hasta allí, pero en tiempos de Dalí, los vecinos de Cadaqués aún podían decir que tenían al artista apartado, incluso separado, en Portlligat. Lo podían sentir o presentir, pero no ver.

Portlligat es un lugar magnético del que Salvador Dalí decía que era «uno de los rincones más áridos, minerales y planetarios de la Tierra. Las mañanas ofrecen una alegría salvaje y amarga, ferozmente analítica y estructural; los atardeceres frecuentemente son morbosamente tristes». La casa del inmortal artista en Portlligat está abierta al público desde el año 1997. El edificio es propiedad del Estado y lo gestiona la Fundación Gala-Salvador Dalí, que lo ha ido estudiando, explicando al público, ocupándose del itinerario, la exhibición de los objetos de la colección de Gala y Salvador, así como dotándolo de espacios de acogida y de recepción. La restauración del inmueble fue a cargo de la Dirección General de Patrimonio, en el año 1998.

Dalí y Gala se instalaron en Portlligat en el año 1930. Aquella bahía aún es un puerto de pescadores, pero entonces sólo había cuatro barracas alineadas a lo largo de un torrente. La pareja de artistas primero compró una casita, curiosamente a la Lídia de Cadaqués y luego fueron comprando las sucesivas y, poco a poco, uniéndolas y ampliándolas hasta formar una residencia con todas las necesidades: comedor, dormitorio, cocina, taller, biblioteca, etcétera. Las ampliaciones más importantes comenzaron a partir del año 1948, cuando Gala y Dalí vuelven de los Estados Unidos, después de doce años de ausencia, y deciden instalarse definitivamente allí. El matrimonio tenía también otra casa en Púbol, pero en Portlligat pasaban buena parte del año, interrumpidos por los viajes y actividades con los que Salvador Dalí se liaba.

La visita empieza por el recibidor y sigue por el comedor, la biblioteca, la terraza y luego sigue hacia el taller, la «habitación de modelos», el dormitorio. En medio encontramos otras salitas, como un salón oval, que es como un iglú donde Dalí podía refugiarse dentro del refugio y dedicarse a la lectura o recibía algunas visitas. Todo el recorrido está atestado de una colección de objetos -regalos y compras-, además de intervenciones artísticas directas o «poemas visuales» de Dalí. Además de huevos, esculturas mitológicas, referencias a Velázquez y a Millet, encontramos al Cristo de las Basuras (en la imagen), situado junto a los olivos del patio, que es una escultura realizada con restos de construcciones y barcas que fueron arrastrados por una riada y que Dalí aprovechó.

Entre todos los espacios, uno de los que más llama la atención es el taller del artista. No es muy grande, pero con una pared plana para poner lienzos de las dimensiones de su versión de La Batalla de Tetuán (1962). Actualmente el taller conserva un bastimento móvil para tensar y levantar las telas de grandes dimensiones, así como caballetes, pinturas sin terminar y botes de óleo de lino, pinceles... Se conserva tal y como estaría si Salvador Dalí siguiera trabajando. Entre la decoración destaca un espejo redondo y deformador, igual que el del lienzo El Matrimonio Arnolfini de Van Eyck. En un espacio cercano al estudio encontramos otro taller, la «habitación de modelos» que hacía las funciones de laboratorio de ideas. También descubrimos una capillita con luz cenital, similar a la del fondo de Las Hilanderas de Diego Velázquez, que según Antoni Pitxot, director de los museos, Dalí utilizaba para situar las modelos y realizar estudios del natural.

Todos los detalles de la casa se ramifican en símbolos de espíritu surrealista. La Fundación Gala-Salvador Dalí ha revisado la museización de la casa del pintor gerundense en Portlligat, incorporando una parte del jardín. La novedad vale por sí sola una nueva visita al territorio daliniano.

 

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