EL SEÑOR DE LA HUMILDAD DEL MUSEO SANTA CLARA DE BOGOTÁ

12/04/2020


 

 

La historia del Museo Santa Clara de Bogotá recorre más de 360 años desde su construcción en 1647. Tanto el Real Convento de Santa Clara, regentado por monjas clarisas, como su templo, fueron testigos de todos los acontecimientos históricos de la nación. En 1983 se entregaron como museo a todos los colombianos. Visitar este museo es sumergirse en la experiencia de la representación barroca de los siglos XVII y XVIII. Su arquitectura, imágenes y decoraciones dan cuenta de las dinámicas sociales y culturales de la época colonial.

Aunque sea de forma virtual, ya que Colombia ha impuesto también el aislamiento social preventivo de cara a la pandemia del COVID-19, el Museo Santa Clara ha declarado también en Abril una de sus obras como "Pieza del Mes". Se trata del Señor de la Humildad, una impactante escultura de autor desconocido del siglo XVIII en madera tallada y policromada, cuyas medidas son 155 x 49 x 79 cm.

Una de las grandes directrices establecidas por el Concilio de Trento (1545-1563) fue promover e incentivar las prácticas devocionales asociadas a Cristo, figura central del catolicismo. Esta razón llevó a que durante los siglos XVI y XVII todos los aspectos asociados a la vida de Jesús se representaran con gran detalle: cada movimiento, escena e historia -canónica o apócrifa- fue pintada, dibujada, grabada o esculpida.

Dentro de los diversos ciclos plásticos de esta temática, la Pasión de Cristo se trató con un especial énfasis, pues se consideraba que los episodios comprendidos entre la Última Cena y el Descendimiento de la Cruz sintetizaban los valores de Jesús como modelo a seguir.

Esta talla escultórica representa uno de los momentos más emotivos de la Pasión, aquel en que Cristo, tras recibir el castigo de los flagelos y las espinas, se sienta, exhausto, a tomar aliento. Humanidad y divinidad se conjugan en esta imagen: por una parte se buscaba dar realce al dolor, soledad, sufrimiento y despojo de Jesús en el momento de su muerte, ya inminente, por lo que, estilísticamente, se utilizaron técnicas y efectos de la policromía como el encarnado, que ponían de relieve las heridas de Jesús -especialmente visibles en rodillas y hombros- y, a través de ellas, su dolor físico, todo esto con el fin de resaltar la humanidad de Cristo.

Por otra parte, un juego de tres potencias, emanaciones de luz que representan las tres cualidades del alma: memoria, entendimiento y voluntad, completa la imagen del Señor de la Humildad, destacando con ellas los atributos que manifiestan la divinidad del Hijo.

Ahora bien, es importante resaltar aquí que el énfasis naturalista con que se trataban las imágenes de Jesús, de María o de los santos, fue una característica común en la escultura desarrollada en el mundo hispánico a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Con este tipo de imágenes se buscaba crear un lenguaje emotivo de contundente impacto visual, con la finalidad de entablar una relación entre el público, la devoción y el mensaje depositado en la talla. Mediante el ideal de lo patético, esto es, de la capacidad de conmover profundamente, las imágenes buscaban humanizar la santidad y la divinidad para hacerla cercana al creyente.

Una de las particularidades de la escultura del Señor de la Humildad es que conocemos el nombre de la donante: María Arias de Ugarte, benefactora del Convento de Santa Clara. Con esta donación se fundaba una capellanía, sistema en el que se utilizaba una serie de bienes patrimoniales para pagar capellanes que rezaran por la salvación perpetua de las almas del fundador o de la fundadora, de su familia y de sus allegados, así como de aquellas personas que estaban a su cargo y servicio.

En este caso, esta capellanía o capilla estaría dedicada a la salvación del alma de María Arias de Ugarte, de su esposo, sus parientes cercanos, los indígenas de sus encomiendas y de la población que allí residía como esclava. Así, pues, esta escultura, la capilla y su donante hicieron parte del sistema de la economía de la salvación, mediante la cual se invertían bienes y rentas para la salvación y purgación de las ánimas.

El Museo Santa Clara de Bogotá es una institución de carácter público cuyo objetivo es investigar, conservar, divulgar y exhibir los procesos culturales de los siglos XVI, XVII y XVIII, en perspectiva de la construcción de la identidad de los colombianos. Conserva la decoración original de la iglesia compuesta por retablos barrocos, pinturas al óleo del siglo XVII y XVIII, imágenes de bulto estofadas y policromadas, pintura mural y celosías mudéjares. En total son más de 140 piezas, sin contar la rica pintura mural y el embovedado, con más de 950 flores de cinco hojas -pentafolias- talladas en madera y recubiertas en laminilla de oro. Es por ello que está considerada como una de las más importantes joyas arquitectónicas y artísticas del periodo colonial del país.

 

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