LA SANTA CRUZ. PATRONA DE LA CAPITAL DE LA PALMA

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero (02/05/2009)


 

 

Cada 3 de mayo, la capital de la Isla de La Palma celebra la onomástica de la Santa Cruz desde que el Adelantado Alonso Fernández de Lugo lograra fundar la ciudad en esa misma fecha, en el año 1493. A partir de entonces, Santa Cruz de La Palma conmemora anualmente esta efeméride, engalanando profusamente todas las cruces que salpican todo su territorio y declarando ese día festivo en la localidad. Este año de 2009 se festejará en ese día el 516 aniversario de la fundación de la Muy Noble y Leal Ciudad.

Por ese motivo, no es extraño encontrar en las iglesias de todo el Archipiélago Canario grandes cruces cubiertas de plata como una demostración de la extraordinaria devoción que alcanzó en nuestras islas este primer símbolo cristiano. Así lo indica también la presencia de numerosas capillas y calvarios por toda la geografía canaria, y el lujo con que una sociedad enriquecida como la nuestra adornó sus representaciones. La costumbre de cubrir con plata estas cruces de madera se inició en el siglo XVII.

 

 

La custodiada en la parroquia Matriz de El Salvador es una fabulosa cruz de plata repujada en su color sobre un alma de madera. De medidas tiene 132 cms de altura y 93 cms de brazos; las perillas -de figura de piña rodeada de hojas muy carnosas que rematan los brazos- tienen 14 cms. Se halla entronizada en una peana que tiene forma de copa, de 54 x 40 cms en su parte más ancha y 45 cms de altura. La peana tiene una inscripción en su base en la que se lee: “Dio esta Cruz a la Yglesia Parroquial de Ntro Sr. San Salvador, Don Simón Florencio Res. Montero Vble. Beneficiado y Rector de dicha Yglesia y Comss. Del Sto Oficio/ Año de 1726”.

Efectivamente, Simón Florencio Rodríguez Montero -Comisario de la Inquisición y Beneficiado de El Salvador- había donado a esta parroquia matriz de Santa Cruz de La Palma la magnífica cruz procesional con la que se conmemora el 3 de mayo la onomástica del Santo Madero. Gran devoción tuvo el donante por este símbolo eclesiástico: de las sesenta misas de su capellanía, las tres primeras fueron dedicadas en honor a la Invención de la Santa Cruz (hecho que la tradición cristiana atribuye a Santa Elena (Helena), madre del emperador romano Constantino), al Triunfo de la Cruz y a la Expectación de la Cruz.

 

 

La gran Cruz, cuya presencia en el tesoro del suntuoso templo matriz se cita por primera vez en el Inventario de 1782 (“vna cruz grande con su peana para el día de la invención”), es de sección hexagonal y lleva una decoración relevada de carácter vegetal que recubre sus caras y un cordón de separación entre ellas.

Como documento curioso sobre una anécdota producida dentro de la Parroquia Matriz de El Salvador durante la celebración de la fiesta de la “Gloriosa Santa Cruz”, se guarda una carta dirigida al Venerable Beneficiado de la Parroquia de San Andrés (municipio norteño palmero), D. Francisco Ignacio Fierro, por el Obispo de la Diócesis, Fray Valentín de Morán, de fecha 25 de mayo de 1755. Se explica allí cómo “había intentado Don Pinto de Guisla (aristócrata y caballero ilustre de La Palma) asistir a la procesión de la Cruz con el sombrero puesto aun dentro de la iglesia”. La misiva obispal continúa “bien ha hecho V. mden hacerlo quitar, y lo mismo ejecutará siempre que se ofrezca pretender esa y otras extravagancias del mismo tenor, que quiere introducir como Caballero, portándose como si nunca hubiera habido en estas islas otro, sin considerar que los muchos que hoy hay, y en todos tiempos ha habido, no han inquietado con semejantes intentonas el sosiego público”.

 

 

La referencia más antigua que se conoce de la hermosa costumbre del enramado de las cruces la encontramos en la Subida Lustral de la Virgen de Las Nieves, concretamente en la del año 1765. Así, cuando la venerada Patrona retornaba en procesión por las calles capitalinas hacia su santuario, “estaba una cruz, que es la del noveno passo, con el major ornato y compostura de prendas, talcos y galones”.

También la comitiva se encontró nuevamente con “una cruz que es la del octavo passo, con la mejor belleza compuesta de joyas y otras prendas en gran número y muy hermosas escarchas”

 

 

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