SAN JUAN BAUTISTA EN SANTA CRUZ DE LA PALMA

José Guillermo Rodríguez Escudero (22/06/2012)


 

 

 

España fue una de las bases más importantes de la Contrarreforma Católica. Tanto la lucha de los jesuitas españoles en el Concilio de Trento para defender la indiscutibilidad del dogma, como el poder de la Iglesia, marcarían las más notorias características del arte barroco español.

Entre otras muchas características barrocas destacamos el carácter sacro de la temática plástica, la utilización del arte como argumento convincente del poder católico y la dirección artística hacia la sensación antes que hacia la razón. El barroco se erige asimismo como una poderosa mezcla de ornamentación: rica policromía en su escultura (no consiste en copiar la realidad sino en hacer eterno lo efímero), atormentado movimiento de las mismas, utilización casi exclusiva de la madera (de honda tradición castellana), desarrollo del sentido realista (las imágenes aparecen con ricas vestiduras, más color y pliegues, rostros expresivos... cuya finalidad primordial es sugerir una profunda emoción religiosa en el espectador, enternecer la sensibilidad de los fieles, excitar la devoción…), amor por lo recargado y lo fastuoso, frente a la severidad y desnudez de la Reforma, etcétera. La imagen nace procesional o se la educa para que así sea.

Dos escuelas destacadas surgen de esta nueva corriente en España: la castellana y la andaluza. Durante el barroco, impulsados por la fuerte demanda religiosa, florecieron también los talleres isleños, que hasta entonces habían permanecido en el anonimato. Santa Cruz de La Palma (junto con La Laguna, Garachico y Las Palmas) se erige en uno de los principales centros artísticos de las Islas Canarias. A nivel insular, en la capital palmera quedan establecidos los talleres, de tal manera, que aglutina y centra toda la actividad artística. Así, dentro del panorama escultórico canario, La Palma atesora el "mayor porcentaje de barroco propiamente sevillano".

Una de sus importantes muestras dentro de la suntuosa Parroquia Matriz de El Salvador de la capital palmera es el magnífico San Juan Bautista que preside la capilla que lleva su nombre. Su expresión serena y su actitud reposada y majestuosa (que recuerda un idealismo de origen clásico), la bien acabada anatomía de las partes visibles y el magnífico tratamiento de los ropajes (búsqueda del realismo) reflejan las características de la escuela sevillana de la primera mitad del siglo XVII, formada en torno al maestro imaginero Juan Martínez Montañés, natural de Alcalá la Real (Jaén) y denominado "padre de la estatuaria barroca andaluza".

El santo mártir se presenta como un hombre maduro, de pie, que mira al frente orgulloso mientras señala al Divino Cordero que porta sobre un libro en su brazo izquierdo. El afamado artista palmero Bernardo Manuel de Silva reprodujo, con ligeras variantes, la imagen del mismo tema para la Iglesia de San Blas de la Villa de Mazo. Tanto la actitud como la posición de las manos y la caída del plegado es la misma en ambos casos. Unas características que presentan semejanzas con obras de afamados imagineros barrocos como Francisco de Ocampo, Jacinto Pimentel e incluso Martín de Andújar, por lo que nuestra talla podría muy bien haber salido de la gubia de cualquiera de estos maestros.

 

 

Su origen sevillano viene avalado por la intención del comitente y fundador de la capilla del santo (la colateral del lado del Evangelio), el Capitán Juan de Valle, que lo exige en su testamento de 19 de febrero de 1606 ante el escribano Tomás González. Este mandato no fue cumplido inmediatamente, pues no consta en la iglesia hasta el inventario de 1637. Ha quedado registrada también la fecha de 13 de febrero de 1609 en la que se ordena que se traiga "una imagen de San Juan Bautista de buen tamaño" para colocar en su capilla. Sería un sobrino y heredero del fundador, Sebastián Martínez del Valle -Castellano de las Fuerzas en 1626- quien manifestase en una de sus cláusulas testamentarias ante Andrés de Chávez en 1627, "que la hechura de bulto de San Juan Bautista que el Capitán Pedro de las Muñecas Helguera vecino de la ciudad de Sevilla me remitió a esta isla para la capilla el Capitan Juan del Valle mi tio le debo cierto resto como parecera por la cuenta que me envio".

Esta talla presenta similitudes con una obra de Francisco de Ocampo, imaginero montañesino que también ejecutó varios encargos para La Palma y Tenerife. Se trata también de un San Juan Bautista "bestido de honbre penitente de estatura de una bara de alto sin la peana que representa honbre con su barba y su cordero sobre la peana que mire al santo y el santo que señale con el dedo al cordero". Esta imagen parece corresponderse con la existente en el Convento de Santa Catalina de La Laguna.

El rico caballero fundador era natural del Valle de Ruesga (Cantabria), de ahí su apellido. El acaudalado mercader cántabro, que había hecho fortuna con la exportación de vinos, falleció el primero de marzo de 1609 y fue sepultado en la bóveda de la capilla de San Juan, perteneciente más tarde a la Casa de Fierro, "descendiente o causa habiente de aquél". Había desempeñado los oficios de Regidor del Cabildo de la Isla, de Alcalde Mayor de la misma en dos ocasiones (1605 y 1609) y de Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición. Había fabricado a su costa la capilla "a la advocacion del bienaventurado San Juan Bautista dond piensa enterrarse porque en ella tiene su sepulcro y para que el culto divino para cuyo fin fue edificada dicha capilla tenga el punto debido y en ella sea servido Dios Nuestro Señor y el anima del otorgante goce desde luego del beneficio (...) de las misas que en la dicha capilla se dijeren". Para celebrar en ella fundó tres importantes capellanías.

Se construyeron en 1813 los dos retablos de las capillas laterales de las naves. Se pagó 850 pesos por el "nuevo retablo, el aumento de pared y tejado", según manifestaba en 1833 el patrono don José María Fierro, diseñado por Martín de Justa dentro de un clasicismo barroco. Ambos se componen de una gran hornacina flanqueada por columnas corintias pareadas que soportan un entablamento y un frontón curvo partido, con pedestal y jarrón en el centro. Todo es de madera pintada en tonos azules, naranjas y verdes, a imitación de los jaspeados mármoles. Su esquema es a modo de frontispicio de templo clásico, con grandes columnas, divulgado ampliamente por toda la geografía insular por el sacerdote Martín de Justa, quien también diseñó el bello sagrario exento de la capilla de San Pedro (1812) en forma de templete con cúpula.

La Cofradía de San Juan Bautista se fundó en el año 1640 y, curiosamente, uno de los primeros artículos de las constituciones que la regían era, precisamente, que los cofrades fueran solteros en el momento del ingreso. Solo después podían casarse. Su objeto principal era la fiesta del Santo Precursor de Jesús, su patrono (cada 24 de junio), y un aniversario que se le hacía anualmente por los hermanos difuntos.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

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