EL PALIO DE EL SALVADOR EN SANTA CRUZ DE LA PALMA

José Guillermo Rodríguez Escudero (07/06/2012)


 

 

El magnífico palio de la Parroquia Matriz de El Salvador -el mejor de su género en Canarias- fue fabricado en la ciudad francesa de Lyon por la sedería Puitier y Compañía entre 1830 y 1831. Está bordado con hilos de oro, plata, sedas y abundante chapería -huevecillos, lentejuelas- y está compuesto por cielo de raso azul, con el Espíritu Santo bordado en plata y envuelto en rayos de oro, y cuatro cuelgas de tisú con arabescas, palmas de adormideras, flores, espigas de trigo y racimos de uvas. El frontal mide 212 x 61 cm y el lateral 257 x 61 cm. Ocupan en el centro de cada una de ellas cuatro alegorías eucarísticas: la Mesa de la Propiciación, el Agnus Dei, el Pelícano alimentando a sus crías y el Arca de la Alianza.

A diferencia de los palios españoles, confeccionados con el "género suelto", está realizado a la "manera francesa"; es decir, con armazón interior formado por cuatro largueros de madera ligera en la parte superior que lo mantienen rígido y extendido. Hemos podido contemplarlo en todo su esplendor, tanto en la exposición lustral Magna Palmensis con motivo de la Bajada de la Virgen de las Nieves en el año 2000, como en la procesión de Corpus Christi del año 2003, etcétera.

El envío de este fabuloso palio a Santa Cruz de La Palma ha tenido un halo de misterio y polémica. Desde siempre hemos escuchado que su destino había sido la Catedral de Palma de Mallorca, y que su llegada a la capital de La Palma se debió a la confusión con el nombre del destino. Este popular comentario fue desmentido por el comandante de infantería Francisco Galtier en el artículo titulado "Desvaneciendo una leyenda", publicado en la revista Hespérides de noviembre del año 1926.

En el Archivo Parroquial de El Salvador existe una carta enviada desde la localidad francesa de Montpellier a Fernando Llanera -amigo personal del sacerdote liberal palmero Manuel Díaz-, relativa al palio -fechada el 8 de julio de 1830-, en la que se cuenta cómo los beneficiados de ese templo fueron quienes propusieron el diseño de los bordados, uno de ellos valorado en 3.600 francos ("bien que se harían con una alhaja digna de una catedral"), y que la paloma del Espíritu Santo que adorna el centro del cielo es de plata bordada con radios de lentejuelas de oro, costando de 180 a 200 francos. También en la misiva se reitera la necesidad de acudir a dichos talleres para cerciorarse personalmente del acabado de esta obra de arte, por si se hubiera cometido algún error -como, por ejemplo, una calidad inferior a la solicitada, como había ocurrido en otras ocasiones- y, en consecuencia, "se mandase gato por liebre".

En el magnífico trabajo publicado en Arte en Canarias (Siglos XV-XIX). Una Mirada Retrospectiva, siguiendo la bibliografía de Gloria Rodríguez y de Jesús Pérez Morera, también se menciona que, "según factura expedida el 1 de octubre de 1831, el palio, costeado por la Manda Pía de Don Cristóbal Pérez Volcán, importó la elevada suma de 15.637,92 francos; 3.400 el bordado de las cuelgas con oro triple y plata; 200 el del cielo; y 10.880 las 68 anas de tisú de plata y oro fino que se emplearon en su fabricación". Otro dato que echa por tierra la malintencionada leyenda es que, en aquella fecha, octubre de 1831, el palio fue embarcado en Marsella en el buque francés Dichosa Victorino con dirección a la capital palmera "en tres cajas marcadas y una cajita".

La procesión del Corpus Christi de Santa Cruz de La Palma contaba y cuenta -si bien ahora solamente en algunas ediciones- con la presencia de este maravilloso palio, junto con la valiosa custodia cuajada de piedras preciosas -la mejor de Canarias-, también del templo matriz de El Salvador. Esta última fue elaborada por el maestro platero caraqueño Francisco de Landaeta "El Morocho" (1721-1802) y merece un capítulo aparte junto a otros elementos importantes de ese día: el tabernáculo del altar mayor -que incluye la ingeniosa y teatral máquina ideada por Díaz, mediante la cual se acciona el expositor descubriendo aquella custodia con Jesús Sacramento en la mejor tradición de la escenografía barroca y calderoniana-, el magnífico Guion del Santísimo, de plata, oro y sedas -que necesita una urgente restauración-, las capas pluviales, los ternos y otros lujosos ornamentos sacros empleados para este día. También son dignos de mención los seis varales de plata repujada del palio.

En los últimos años, para dicha procesión se viene utilizando el enorme y pesado trono de plata cuadrangular con la preciosa custodia procesional piramidal de cuatro plantas, confeccionado también en plata repujada por el prestigioso orfebre palmero Pedro Leonardo de Santa Cruz. La custodia se sitúa en el centro y es rodeada por cuatro magníficos candelabros de brazos retorcidos del mismo material, coronados por fanales delicadamente tallados. Hubo años en que se usaron ambas piezas -trono y palio-, sobre todo hace décadas. En otros sólo una de ellas. Esto, sin embargo, no desluce una de las procesiones que, tradicionalmente, se encuentran entre las más majestuosas y multitudinarias de la ciudad.

 

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