EL BELÉN BÍBLICO MONUMENTAL DE VALLADOLID

Miguel Antonio González González (01/01/2008)


 

 

El Belén Bíblico Monumental de Valladolid se acoge a la tradición mediterránea, literaria y plástica, de este tipo de representaciones. A través de los humildes pastores belemnitas y de los Reyes Magos de Oriente, los artistas populares interpretaron que la buena nueva del nacimiento de Cristo se dirigía a todos los pueblos de la tierra, simbolizados en las grandes culturas que han florecido en el Mediterráneo. 

La historia originaria fue narrada en los Evangelios. El emperador Augusto quería saber el número de ciudadanos que habitaban en los territorios de Oriente, por lo que ordenó su empadronamiento.

La afluencia de personas a Belén para el cumplimiento de la imposición legal hizo que el alojamiento se hubiera vuelto muy difícil o casi imposible en la ciudad. Algunos optaron por refugiarse en los alrededores, utilizando para ello las ruinas dejadas por los asentamientos y múltiples invasiones que lo reinos de Israel y Judá habían sufrido a lo largo de su historia, con el tiempo utilizadas por los pastores como simples establos.

 

 

En esta maqueta de un imaginario portal de Belén están libremente representadas, a través de sus vestigios arquitectónicos, las culturas griega, romana, judía e islámica. Lo griego resalta en un fragmento de templo que evoca el recuerdo del Partenón, mientras que la pragmática huella romana se manifiesta por un acueducto que discurre sobre sus arcos en la parte posterior. En la frontal derecha se alza una torre y entrada de estilo hispanoárabe, con un edificio de redonda cúpula recubierta de azulejos vidriados y un patio porticado.

La parte derecha está dedicada al mundo judío, con un muro abierto por una entrada que nos recuerda a la Puerta de Jafa de las murallas de Jerusalén, con la estrella de David inscrita en el tímpano. Podría indicar esa estrella que el edificio es una sinagoga, pero remite también a la casa y estirpe de la que Crito descendía, según las profecías recordadas por los evangelistas. En el interior hallamos un bajorrelieve de la menorá o candelabro de los siete brazos, que se repite en los capiteles de las tres columnas interiores.

 

 

En el lado izquierdo, y ocupando el cincuenta por ciento de la maqueta, se representa el nacimiento de Cristo en un pesebre, misterio de la encarnación de Dios en carne humana que el cristianismo conmemora todos los años en Navidad. Celebrando las culturas del mundo, se oía en un villancico del año 1653: "¿Quién da voces / que el viento rompen veloces? / Las naciones / que quieren con sus pregones / descubrir las maravillas / de esta noche, y por decillas, / alborozan todo el suelo".

 

Anterior Entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com