DOS TALLAS DE SAN BARTOLOMÉ EN MURCIA Y CANARIAS

José Guillermo Rodríguez Escudero y José María Cámara Salmerón (21/08/2008)


 

 

Según la tradición, San Bartolomé evangelizó Mesopotamia, India y Armenia, donde fue desollado vivo por mandato del rey Astiages y luego decapitado. Respondiendo a la iconografía habitual, la imagen que se venera en el municipio palmero de Puntallana, donde es Patrón del Barrio de La Galga (F1 y F3), presenta la larga túnica y el manto propios de su condición de Apóstol de Jesús.

Siguiendo con la Leyenda Aurea, se le representa con “cabellos negros, figura blanca, ojos grandes, nariz recta, barba que comienza a platear, túnica púrpura y cándido manto adornado de  piedras preciosas”. En el santo de Puntallana, obra de autor desconocido, a caballo entre los siglos XVI y XVII, las piedras preciosas -tres- están incrustadas en la diadema o aureola dorada de ráfagas situada sobre su cabeza.  En cuanto a sus atributos, son un cuchillo en la mano derecha que presenta al espectador y el demonio a sus pies, al que tiene sujeto con una cadena. Sostiene un libro abierto sobre su mano izquierda, símbolo de su evangelización.

Desde el siglo XIII también se ha representado a San Bartolomé con su propia piel colgando del brazo -de ahí que fuese nombrado patrón de los curtidores y de los artesanos de la piel- y el largo bordón con cruz de simple o largo travesaño. En algunas escenas -sobre todo en escenas pictóricas- se le representa atado al potro o a un árbol mientras los verdugos le arrancan la piel a tiras. 

A finales del siglo XV, el municipio murciano de Cieza decide nombrar también patrón a San Bartolomé (F2 y F4), en este caso por ser protector del campo y de la huerta, entorno habitual de la villa. Un siglo después, se funda una hermandad con el fin de tutelar al santo, la cual rendía culto a una imagen del XVI atribuida al escultor granadino Juan Pérez de Arta. De su rostro, tocado con barba y bigote, destacan sus ojos marcados y expresivos, con la mirada  fija en el público que lo observa.

Durante la Guerra Civil, la primitiva imagen ciezana fue destruida y arrojada al río, pudiéndose salvar la cabeza. La talla actual fue labrada en 1943 por Manuel Juan Carrillo Marco a partir de antiguos grabados. El escultor ciezano sólo realizó el cuerpo, estofado y enlienzado, al cual acopló la cabeza de la imagen del Quinientos. Gracias a una inscripción, sabemos que fue ayudado en dicha tarea por su padre, Manuel Carrillo García.

Al igual que el simulacro de Puntallana, San Bartolomé de Cieza aparece con el cuchillo, signo de su martirio; los evangelios cerrados, sobre la palma de la mano, y el demonio a sus pies como signo del mal. En esta pieza observamos también una pluma en su mano derecha, alegoría de los textos sagrados que escribió.

El santo canario se venera en la pintoresca ermita homónima erigida al borde de un profundo y sobrecogedor barranco, cuya construcción se remonta al año 1515, con obras y rehabilitaciones de importancia llevadas a cabo en los siglos XVII y XVIII. Por su parte, la imagen ciezana también se conserva en una ermita que lleva su nombre, siendo únicamente trasladada a la Basílica de la Asunción desde el 24 de agosto, festividad de San Bartolomé, hasta el 31 del mismo mes, con el fin de celebrar los festejos en su honor.

 

 

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