LA ICONOGRAFÍA DE SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ

03/11/2006


 

 

Como suele ser habitual en la ejecución de tallas de santos contemporáneos, especialmente si se dispone de documentación gráfica o pictórica sobre los mismos o testimonios orales que relatan su aspecto físico, los escultores especializados en temas sacros plasman fielmente sus facciones en el simulacro. 

Es el caso de la popular religiosa sevillana, cuyas representaciones en pintura o escultura ofrecen un semblante concebido como un auténtico retrato del natural. En la imagen del escultor sevillano Juan Manuel Miñarro pueden observar a la santa, beatificada por Juan Pablo II en 1982 y canonizada 21 años más tarde por el mismo pontífice, recreada en su ancianidad, mientras que en la del escultor cordobés Francisco Romero Zafra se presenta madura pero con una edad menos avanzada, lejos en ambos casos de la lozanía de su juventud. 

Santa Ángela de la Cruz (1846-1932) aparece vestida con el severo hábito de su Orden, portando una pequeña cruz en la mano derecha -que, en ocasiones, también puede ser un Crucifijo- y el anillo en su dedo anular. La representación de Romero Zafra suele ser más frecuente, con la fundadora de las Hermanas de la Cruz mirando la cruz del sacrificio y llevando el libro y el santo rosario en la mano izquierda. Miñarro, en cambio, nos la ofrece mirando al espectador, con la mano izquierda reposada sobre el pecho.

La Compañía de las Hermanas de la Cruz fue fundada en Sevilla, en el año 1875, para la asistencia de personas enfermas y abandonadas bajo el patrocinio de Santa María de la Salud. La visión mariana de la santa, recogida en la obra Sor Ángela de la Cruz. Escritos Íntimos, nos presenta a la Virgen vestida de blanco, con una cruz en la mano derecha, una corona de rosas blancas en la izquierda y el rosario entre ambas.

De ella, como podemos advertir, derivaría la iconografía popular de la santa sevillana, ferviente propagadora a través de su congregación del rezo del santo rosario. La cruz representa el sacrificio en la vida terrena, las rosas la gloria que el cristiano alcanzará en la ultraterrena, y el rosario un medio para su alivio y recompensa.

 

Fotografías de Juan Manuel Miñarro y Francisco Romero Zafra

 

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