LA CATEDRAL

Dolores Gassós

 

Con el fin de contribuir a que Córdoba sea Capital de la Cultura en el año 2016, se realiza este especial formado por 20 entregas en el que haremos un repaso por el rico patrimonio de la ciudad andaluza. Los mejores historiadores e investigadores sobre la ciudad, junto con nuestras modestas aportaciones, darán forma a un interesante recorrido que podrán consultar a través del banner correspondiente en la página principal de contenidos. Al mismo tiempo, tendrán un enlace de cada entrega en la sección Atajos, donde quedará definitivamente inserto una vez concluido.

 

 

La singular ubicación de la Catedral de Córdoba, casi en el centro del bosque de columnas de la mezquita, con sus llamativas bóvedas y cúpulas de mármol blanco y la lámpara espectacularmente suspendida del techo. Este espacio sagrado se construyó en estilo renacentista entre 1528 y 1617, después de destruir 157 columnas de la mezquita. Las obras se llevaron a cabo gracias al apoyo del rey Carlos I, que permitió soslayar la intensa oposición de los vecinos de Córdoba y del corregidor de la ciudad, quien las prohibió bajo pena de muerte.

La puerta del Perdón, que da acceso al patio de los Naranjos y debe su nombre al hecho de que las autoridades municipales perdonaban allí las deudas de sus acreedores en determinados días señalados. Al pasear entre los canalillos de agua que riegan más de un centenar de naranjos, con algunas palmeras, varios cipreses y un olivo, no se tiene la impresión de estar en un recinto sagrado, en una catedral.

Con todo, el patio es doblemente sagrado, ya que primero fue el patio de las abluciones de la mezquita y más tarde el claustro de la catedral. Los naranjos se plantaron después de la reconquista cristiana, época de la que también datan las fuentes, como la barroca de Santa María. De esta última se asegura que la joven que beba agua del caño que mana más cerca del olivo pronto encontrará marido. El patio está presidido por la torre-campanario de la catedral, parecida por su aspecto a la Giralda de Sevilla y que, como ésta, fue el alminar de la mezquita. Son muy hermosos los arcos ciegos de herradura situados a los lados de la puerta de las Palmas.

Destaca del interior la sillería del coro, en caoba traída de América. El artista sevillano Pedro Duque Cornejo labró este hermoso conjunto de sitiales, cuyo barroquismo se desprende tanto de las escenas labradas en los respaldos como de la compleja filigrana ornamental a base de columnas salomónicas y ménsulas que circunda los relieves. Debemos mencionar también la capilla de Villaviciosa o del Lucernario, un recinto que, desde su construcción, a finales del XV, se convirtió en uno de los rincones de mayor finura y riqueza decorativa del conjunto.

Respecto al tesoro, de su rica colección de piezas de oro y plata sobresale la gran custodia procesional del orfebre Juan de Arfe, estrenada en la procesión del Corpus Christi del año 1518, y un hermoso relicario atribuido a Benvenuto Cellini. Por último, mencionar la Virgen de los Faroles, una hermosa obra de Rafael Romero, hijo del famoso pintor Julio Romero de Torres, que se encuentra en el exterior de la mezquita, a la entrada de la calleja de las Flores, un lugar que depara hermosas vistas de la torre-campanario y cuenta con varias tiendas de artesanía.

 

 

Fotografías de Antonio Flores

 

FUENTES: GASSÓS, Dolores. Conocer España por sus catedrales, Barcelona, 2006, pp. 10-11.

 

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