CÁDIZ, CIUDAD CONSTITUCIONAL (1812-2012)

CARNAVAL

 

Con motivo del Bicentenario de la Proclamación de la Constitución de 1812 y el nombramiento de Cádiz como Capital Iberoamericana de la Cultura en 2012, se realiza este especial en el que haremos un repaso por el valioso patrimonio de la ciudad andaluza. Los mejores historiadores e investigadores sobre la ciudad, junto con nuestras modestas aportaciones, darán forma a un reportaje dividido en 20 entregas que podrán consultar también en la sección Atajos del portal, donde quedará definitivamente inserto una vez concluido.

 

 

El 13 de noviembre de 1976, en sesión del pleno municipal al que asistieron, junto con las fuerzas políticas, autores comparsistas y aficionados, se aprobó por mayoría la vuelta del Carnaval. Así se cerraba un largo periodo inaugurado en 1937, cuando por decreto ley se suprimió su celebración, dándose paso a las mal llamadas Fiestas Típicas. De esta forma, lo que había sido un festejo vivo y singular de honda raigambre popular se transformó en una feria más con sus reinas, sus pregones y sus bailes de gala. Sólo en las coplas se mantuvo el carácter definidor de la idiosincrasia gaditana; privadas, sin embargo, de gran parte de su carga satírica y contestataria.

En efecto, fruto de varias confluencias culturales, el folklore carnavalesco es una nota original y única que nada tiene que ver con el cante andaluz. Dice Ramón Solís que "la chirigota y la comparsa tienen, cuando van por la calle, un ritmo de marcha con claras influencias afrocubanas o de samba. Son ritmos negros que acompañan los murguistas con movimientos y gestos que quieren ser de rumba".

No existen documentos específicos sobre el origen de la fiesta; no obstante, parece lógico pensar que su implantación se deba a la colonia italiana que existió en la ciudad durante los siglos XVI y XVII. Sobre este carnaval de corte italiano se irían depositando otros sedimentos culturales procedentes de los habitantes negros, en los siglos XVII y XVIII, los ritmos que llegaban de ultramar y los propios de la localidad, entre los que cabe destacar las tonadillas de La Caramba.

Según referencias de la prensa gaditana, a comienzos del tercer decenio del siglo XIX aparecen las primeras agrupaciones que remiten sus actuaciones a las casas de los comerciantes acomodados, quienes los patrocinaban. No será hasta el año 1862, siendo alcalde Juan Valverde, cuando éstas alcancen un eco popular. A fines del decenio de los ochenta aparece una figura que pondrá las bases de los actuales grupos carnavalescos: el célebre Tío de la Tiza, a quien se debe la instalación de coros en carrozas, la adecuación del vestuario al título del conjunto, esto es el tipo, y la incorporación de guitarras y bandurrias, entre otras innovaciones.

La fiesta se extiende desde el Domingo de Quasimodo, antes de Cuaresma, al Domingo de Piñata, precedidos por el concurso de Coros, Comparsas, Chirigotas y Cuartetos que se desarrolla en el Teatro Falla. En estas sesiones se dan a conocer los repertorios que luego serán cantados en las calles, durante la semana, en tablaos instalados en las zonas y barrios más típicos.

Cada agrupación tiene carácter propio, distinguiéndose en los instrumentos, número de componentes, coplas, etcétera. La chirigota es, de todas, la más alegre y picaresca, y su atavío es más modesto, el número de componentes menor, siendo sus instrumentos el bombo, la caja y el pito de caña; desfila a pie, mientras el coro lo hace sobre carroza exornada según el atuendo de sus componentes; sus instrumentos son la guitarra y la bandurria, está compuesto por un mayor número de voces, tenores, bajos y segundas voces, siendo su pieza más característica el tango. La comparsa es una mezcla de ambas. En cuanto al cuarteto, viene a ser una pequeña parodia de tinte satírico y humorístico que puede llevar una copla.

Todas las agrupaciones cambian cada año su indumentaria y su título, y los hombres que la componen pueden o no ser los mismos, en todo caso no se trata de profesionales. La temática cantora es de gran riqueza, recogiendo los acontecimientos locales o extralocales más señalados durante el año. La ejecución musical es acompañada de gestos y mímica que refuerzan la intención de la letra, compuesta por el poeta o letrista del grupo que encuentra su cauce de expresión en los tangos, tanguillos, pasodobles o cuplés. Todos los conjuntos incluyen en el repertorio un popurrí compuesto de varias estrofas de distinto contenido y música, así como la presentación, en la que se expone el motivo de la elección del tipo y la intención del grupo.

Al margen de las actuaciones de los distintos conjuntos, la fiesta consiste en el deambular callejero de parejas, grupos o individuos, circunscrito al casco antiguo de la ciudad, vestidos con disfraces o máscaras que ocultan su identidad, hecho que permite dar cauce a innumerables bromas y, en general, a comportamientos inusuales en la vida cotidiana. Es frecuente el travestismo, tanto en el hombre como en la mujer; los estilos orientales, la imitación de personajes televisivos, pierrots y mexicanos constituyen el grueso de los disfraces. El ingenio de algunos les lleva a incorporar como material de sus máscaras a personajes famosos o sucesos, en el caso de los grupos, del mundo de la política y la farándula que han tenido relevancia durante el año, ironizándolos y ridiculizándolos, provocando con sus parodias la hilaridad de los asistentes.

La elección y la coronación de la Diosa y Ninfas del Carnaval, herederas de las antiguas reinas y damas, aunque ahora de extracción popular; los concursos de tanguillos; muestras audiovisuales y fotográficas sobre el tema; el desfile de una cabalgata de carrozas satíricas en las que se insertan bandas de música, gigantes y cabezudos, personajes grotescos y carnavalescos y agrupaciones carnavalescas que actúan en sus estaciones; bailes y concursos de disfraces, y un largo etcétera constituyen la programación oficial de la fiesta. A estos actos se suman los organizados por distintos barrios de la localidad.

La fiesta finaliza el Domingo de Piñata con la apertura de varias piñatas colocadas en distintas plazas gaditanas (caso de San Antonio o San Juan de Dios) y como broche una sesión de fuegos artificiales en las Puertas de Tierra, entrada al casco antiguo.

 

 

FUENTES: MONTES DE OCA, Juana. "Cádiz", en A.A.V.V.,
Guía de Fiestas Populares de Andalucía, Sevilla, 1982, p. 100-102.

 

Fotografías de www.decadiz.es

 

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