LAS PINTURAS MURALES DE ALDEANUEVA DE SAN BARTOLOMÉ
(COMARCA DE LA JARA - TOLEDO)

Mario Alonso Aguado O. de M. (10/01/2011)


 

 

La comarca de La Jara se extiende al oeste de la provincia de Toledo y sus límites trascienden la provincia para pasar a Extremadura. Bautizada por los árabes como "Xara", con el significado de "piedra", sería la comarca de las piedras, en ella abundan las pizarras y hay una gran floración de granito.

Poblada desde antiguo, son numerosos los hallazgos arqueológicos que dan fe de ello. Los restos de la ciudad hispanomusulmana de Vascos son una buena muestra. Sus tierras vírgenes son aptas para la caza y para el paseo y el senderismo, destacando La Vía Verde de La Jara, un antiguo trazado ferroviario por el jamás llegó a circular el tren, abierto ahora para uso y disfrute de cuantos aman la naturaleza y gozan transitando por sus vías. La capital comarcal es Talavera de la Reina, epicentro comercial, social y político. Su capital espiritual es Guadalupe, ya que su monasterio ejerció desde antiguo una notable influencia en toda la comarca, hasta tal punto que su Virgen negra es la Patrona de La Jara.

Pueblos, alquerías, salen al encuentro del inquieto viajero. Uno de los pueblos más singulares es, sin duda, Aldeanueva de San Bartolomé, más conocido por el sobrenombre de Aldeanovita. Allí, su Iglesia Parroquial de San Bartolomé Apóstol ha pasado a denominarse popularmente como "La Capilla Sixtina de la Comarca de La Jara" y todo, gracias al buen hacer del pintor ruso Wladimir Strashko.

 

 

El pasado 19 de Noviembre de 2010 Strashko terminó unas pinturas murales que había iniciado en el año 1994. La obra pictórica abarca todo el presbiterio. Al centro destaca un gran tríptico de influencia renacentista dedicado a honrar la memoria de la vida y el martirio de San Bartolomé, patrón del pueblo y de su iglesia. En el panel central, una arcada abierta rodeada de flores de jara alberga la imagen del apóstol; debajo de él, el sagrario flanqueado por dos ángeles de estilo bizantino que portan las especies eucarísticas del pan y del vino.

A la izquierda del espectador se representa la escena de la vocación de San Bartolomé, acompañado de Felipe en el momento en que recibe la llamada de Jesús. Enmarcado en un paisaje rocoso, plenamente jareño, recuerda parajes existentes entre Aldeanovita y el cercano pueblo de La Estrella.

A la derecha con gran fuerza expresiva aparece San Bartolomé como protagonista máximo en el momento cumbre de su martirio, el santo es degollado vivo, mientras que su verdugo aparece envuelto en una capa, con una serie de pliegues que destacan por su naturalidad.

Todo el tríptico posee un plano superior o celestial dedicado a enaltecer a la Santísima Trinidad, al centro un poderoso Dios Padre, sedente, rodeado de la corte celestial, con poblada y poderosa barba, a su lado los arcángeles San Gabriel, portando lirios, y San Miguel con la balanza en las manos, ejerciendo de anunciador y justiciero respectivamente. A la izquierda el Espíritu Santo, representado en forma de paloma, se ve acompañado de Adán y Eva, de Isaías, el profeta, que porta el rollo, y de Moisés que muestra las Tablas de la Ley. A la derecha, Dios Hijo, Cristo, nuevo Adán, con María, nueva Eva, y con San Juan Bautista, el precursor.

A media altura de las entrecalles que separan los tres muros del tríptico se representan los Evangelistas con sus respectivos atributos iconográficos.

 

 

La contemplación de las pinturas murales continúa con otros dos grandiosos lienzos de pared, de notable influencia barroca, que ofrecen una síntesis de la Historia de la Salvación. Magníficas escenas, mostradas como si fueran actos teatrales, vislumbradas tras la apertura de unos simulados telones que están en los extremos y que enmarcan estas dos paredes.

A nuestra derecha, la Natividad del Señor, la Adoración de los Pastores, la Epifanía a los Magos de Oriente, prefiguran en lo alto el telón que muestra la Santa Faz o verdadero rostro de Cristo, sostenida por un par de ángeles en armonioso movimiento. La figura central es María Virgen sosteniendo al Niño, su rostro es dulce y agraciado en extremo y está inspirado en la imagen de la Virgen del Rosario, Patrona de Aldeanovita. La concha en sus manos nos recuerda nuestro bautismo. El paje que admira el conjunto, destaca por su belleza y sencillez. A los pies, un ángel entona cánticos con un arpa y se asienta en un capitel clásico de orden jónico, puesto boca arriba, demostrando que el paganismo toca a su fin y llega una nueva era con el Nacimiento de Cristo, el cristianismo.

El escudo de la Archidiócesis toledana, con la Imposición de la Casulla a San Ildefonso por parte de la Virgen María, evidencia la pertenencia de esta iglesia local de Aldeanovita a la sede primada de Toledo. En el extremo derecho, la mula y el buey; en el izquierdo, representantes del clero local, secular y regular, se suman a la alegría del nacimiento del Salvador.

 

 

El muro de la izquierda, con el Descendimiento de Cristo en la cruz, es majestuoso en su hechura y grandioso en su representación. Figura descomunal de Cristo muerto que es bajado de la cruz, intencionadamente desproporcionado para poner de manifiesto al mundo su divinidad. Imagen erguida de María Virgen, escueta y llorosa, de notable influencia ortodoxa. Postrada de hinojos y de espaldas, María la Magdalena, apasionada y anhelante, extiende sus brazos ante el dolor de la muerte. El ángel, que antes estaba alegre tocando el arpa, aparece ahora caído y pesaroso, con el rostro topado ante el sufrimiento producido por la expiración del mismo Dios. Cielos encapotados, plomizos, dejando entrever la luz, anticipo de la resurrección de Cristo, cumbre de la fe cristiana, que da sentido a todo el conjunto. El Alfa y la Omega, debajo del travesaño de la cruz, es el modo en que se denomina al Dios Yahvé en el libro del Apocalipsis, Él es el principio y el fin, el primero y el último, ambas letras expresan la eternidad de Dios.

El escudo del Vaticano, con la tiara pontificia y las llaves de San Pedro, en lo alto de la puerta de acceso a la sacristía, nos pone en comunión con la Iglesia universal y con el Papa, Vicario de Cristo en la Tierra. Un pergamino extendido por un gran ángel, ayudado por otro más pequeño, trae un fragmento del Dies Irae, “Día de la Ira”, canto gregoriano que describe el Día del Juicio, usado en la antigüedad en las misas de difuntos.

 

 

El conjunto de la obra de Strashko es más que notable. En las pinturas murales destacan colores muy vivos, de gran fuerza expresiva, es fácil adivinar paisajes y parajes cercanos a Aldeanovita, y hasta descubrimos rostros de personajes inspirados en lugareños de la zona o en familiares y amigos del propio pintor.

Llama poderosamente la atención la gran cantidad de ángeles que aparecen, representados siguiendo las jerarquías celestes. Además de ángeles y arcángeles, hay cantidad de serafines, con seis alas, y de querubines, con cuatro alas. Es emotivo saber que algunos semblantes de estos ángeles son rostros conocidos de niños que han fallecido. Por todo ello, bien puede llamarse a Wladimir Strashko, "el pintor de los ángeles", siendo al tiempo un magnífico retratista. Aldeanovita, y su "Capilla Sixtina de La Jara", bien valen una visita.

 

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