SAN FRANCISCO DE SALES. UNA ATRIBUCIÓN A PEDRO DUQUE CORNEJO
José Roda Peña (04/02/2025)
Esta imagen de San Francisco de Sales procede de la desaparecida iglesia del Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla. Actualmente recibe culto en una capilla situada en el lado de la epístola de la iglesia de San Alberto, en un retablo neoclásico del primer tercio del siglo XIX. La escultura de San Francisco de Sales ocupa la hornacina central. En las calles laterales se disponen sendas esculturas en terracota y telas encoladas de Santa Rita de Casia y San Francisco Javier, de pequeño formato y atribuidas a Cristóbal Ramos (segunda mitad del siglo XVIII). En el ático se expone un relieve de una Virgen dolorosa, captada de medio cuerpo y con las manos entrelazadas. La documentación consultada, tanto en el archivo de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla, cuanto en otros repositorios de titularidad eclesiástica o civil de la capital hispalense, no arroja luz a propósito de la contratación de esta escultura, que sin duda forma parte del patrimonio artístico oratoriano desde los primeros años de su asentamiento en la ciudad. Esta ininterrumpida presencia suya en las diferentes sedes del Oratorio aparece corroborada en los inventarios de bienes conservados, así como por la historiografía histórico-artística. San Francisco de Sales (Castillo de Sales, Thorens, 1567 - Lyon, 1622) fue un prelado francés de noble familia. Creció en un ambiente impregnado de piedad franciscana y estudió en París (1582). En la universidad, las doctrinas calvinistas sobre la predestinación le provocaron una profunda crisis al creerse condenado; emitió entonces un voto de amor y de confianza en Dios que le permitió recuperar la paz. Ya abogado y sacerdote en 1593, fue nombrado coadjutor del obispo de Ginebra, tío suyo (1599). Le sucedió en 1602 en esa sede, transferida a Annecy. Reorganizó la diócesis y, con la ayuda de Juana de Chantal, fundó la Orden de la Visitación (1610). Escritor prolífico, unió la espiritualidad con la psicología; entre sus obras cabe citar "Introducción a la vida devota" (1609), "Tratado del amor de Dios" (1616) y once volúmenes de "Cartas". San Francisco de Sales fue beatificado por el papa Alejandro VII en 1661, y el mismo pontífice lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte. Las características morfológicas de esta escultura y su técnica polícroma permiten adscribirla con seguridad, aun sin mediar documentación fehaciente, al catálogo del escultor Pedro Duque Cornejo (Sevilla, 1678 - Córdoba, 1757), durante su primera etapa sevillana, que va desde 1699 a 1712. |
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Comparativas. Antes y después de la restauración |
Esta imagen de San Francisco de Sales, de comienzos del siglo XVIII, es una excelente escultura de talla completa y tamaño natural (170 cm), con la cabeza y manos bien anatomizadas. Viste sotana, roquete y muceta episcopal, como obispo que fue de Ginebra. Se le representa, como es lo usual, en edad madura, semicalvo y provisto de bigote y barba oscura, dirigiendo su mirada al crucificado expirante de pequeño formato que empuña en la mano izquierda, al tiempo que abre el brazo derecho en gesto declamatorio. Una sentida emoción se refleja en su rostro, entreabriendo los labios. Los ojos, por su parte, son vítreos y pintados por dentro. Debe resaltarse la exquisitez y brillantez que adquieren la policromía y el estofado de la indumentaria, que ofrece una imaginativa decoración de motivos vegetales realizada a punta de pincel, combinada con una labor de rayado, e incluso de picado de lustre sobre las zonas doradas visibles. Toda esta labor ornamental se desarrolla sobre el fondo de color morado de la sotana y la muceta, cuyos respectivos forros presentan una tonalidad carmesí, al tiempo que se han pintado con singular maestría las tiras de encajes de Bruselas que lucen los puños y franjas inferiores del blanco roquete. Debe destacarse el movimiento impreso a las citadas prendas y la dinamicidad que ofrece la propia composición abierta de la figura, particularmente cuando se contempla desde una perspectiva frontal. A tenor de sus características técnicas, morfológicas y estilísticas, la ejecución de esta imagen de San Francisco de Sales podría situarse cronológicamente entre los años 1698 y 1711, fechas respectivas de la erección canónica del Oratorio sevillano y de la inauguración de su templo barroco, donde se entronizó esta efigie. Su atribución a Duque Cornejo puede sostenerse con sólidos argumentos, tanto históricos como artísticos. A este escultor se debió la realización del programa escultórico del retablo mayor de la mencionada iglesia filipense, ensamblado por Jerónimo Balbás, y también se le asigna con total fiabilidad la realización de la escultura de San Felipe Neri de la misma procedencia y ubicación, que presenta indudables puntos de contacto con la efigie que ahora es objeto de estudio. Comparte la técnica de talla y los rasgos faciales masculinos que Duque Cornejo suele imponer en su imaginería en madera polícroma; baste recordar los paralelismos que pueden esgrimirse entre su rostro y el del beato Juan de Prado, imagen de talla completa actualmente venerada en la iglesia de San Antonio Abad de Sevilla, fechable hacia 1728. Ese tipo humano lo comparte también, en sus fisionomía básica, con la citada escultura de San Felipe Neri que Duque Cornejo esculpió como titular de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla, hacia 1705-1711. Duque Cornejo afrontó esta misma iconografía de San Francisco de Sales en otras dos ocasiones, aunque en un formato considerablemente menor, para sendos retablos que se conservan en la parroquia de Nuestra Señora de Consolación de Umbrete (retablo del Calvario, 1734-1735) y en la catedral de Sevilla (retablo de la Asunción, 1731-1732), presentando con esta última efigie grandes afinidades, a nivel compositivo y formal, la escultura de la iglesia de San Alberto. |
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Comparativas. Antes y después de la restauración |
Ya hemos apuntado que recibe en la actualidad un culto exclusivamente interno en el retablo donde se halla expuesta en la iglesia de San Alberto, desconociéndose si en la iglesia del Oratorio de San Felipe Neri, de donde procede, pudiera haber sido objeto de alguna práctica devocional concreta por parte de la comunidad religiosa o de un grupo de fieles. El sábado 8 de febrero de 1698 llegaron a Sevilla, procedentes del Oratorio filipense de Granada, los padres Francisco Navascués Pérez y Félix de Rivera Arroyal, con la pretensión de fundar una casa de aquel mismo instituto, "en honor de María Santísima, en el mérito de sus acervísimos Dolores". Las licencias necesarias las obtuvieron por parte del arzobispo D. Jaime de Palafox y Cardona y del cabildo de la ciudad, el 18 y el 22 de marzo, respectivamente. Una primera iglesia, muy modesta, se edificó en la collación de Santa Catalina, concluyéndose su construcción el 20 de noviembre de 1698. Sus reducidas dimensiones provocaron la inmediata ampliación de su fábrica, que fue bendecida por el regente de la Real Audiencia D. García Fernando Bazán el 30 de octubre de 1699. Unos años después, la masiva asistencia de fieles aconsejó la erección de un templo de nueva planta, sobre aquel mismo solar y sus fincas limítrofes, colocándose el primer ladrillo el 5 de agosto de 1709, procediéndose a su dedicación el 2 de julio de 1711. En estos primeros años de andadura histórica de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri en Sevilla debemos situar el encargo de esta escultura de San Francisco de Sales, constando fehacientemente su presencia en uno de los retablos de su iglesia dieciochesca, que por desgracia fue demolida por decreto de la junta revolucionaria de 1868, tras el destierro de los padres filipenses a Gibraltar. Su patrimonio artístico sufrió entonces una lamentable dispersión, aunque buena parte del mismo pudo recuperarse en la década de 1870, una vez reestablecida la Congregación oratoriana, quedando depositado, como sucedió con la escultura de San Francisco de Sales, en la iglesia de San Alberto, que le fue concedida por la autoridad eclesiástica "in verbis" para celebrar sus cultos en 1876, y finalmente en propiedad en 1893 por rescripto pontificio del papa León XIII. La escultura, que desde siempre ha permanecido en propiedad de los filipenses sevillanos, presidió el retablo del lado de la epístola del crucero de la desaparecida iglesia del Oratorio de San Felipe Neri. La primera ensambladura barroca, del siglo XVIII, sería sustituida a comienzos del siglo XIX por otra neoclásica, realizada en el taller de Juan de Astorga. |
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Comparativas. Antes y después de la restauración |
La imagen ha sido espléndidamente restaurada por Carmen Bahíma. Dicha intervención fue realizada merced a las subvenciones para la restauración del patrimonio sacro otorgadas por la Junta de Andalucía en la convocatoria de 2021. No están certificadas, por vía documental, restauraciones anteriores. Entre los trabajos realizados por la restauradora sevillana se encuentran la retirada de elementos metálicos, consolidación estructural, fijación de la policromía, limpieza mecánica y química, reintegración volumétrica con reposición de piezas faltantes (labor en la que ha colaborado el escultor Alberto Pérez Rojas), estucado y enrasado, y reintegración cromática con criterios reversibles. Respecto a la iglesia de San Alberto, inicialmente el colegio de San Alberto de Sevilla estuvo destinado a enseñanza teológica de los carmelitas calzados. Se fundó a finales de 1602, gracias al patrocinio de doña Bernardina de Salazar, sobre casas que pertenecieron a los Manueles de León y Lando. Con la desamortización de Mendizábal en 1835, se produjo la exclaustración de los carmelitas calzados, aun cuando desde entonces un miembro de esta Orden siguió siendo capellán del templo hasta comienzos de 1868, en que se hizo cargo del mismo un religioso agustino hasta su muerte en 1877. San Alberto funcionó durante muchos años como colegio de segunda enseñanza, incorporado al Instituto Provincial, teniendo una capacidad aproximada de 200 alumnos tanto internos, como externos y medio pensionistas. En cuanto a la iglesia propiamente dicha, sabemos que su consagración se produjo el 15 de marzo de 1626, presidiendo la ceremonia el arzobispo Diego de Guzmán, Patriarca de las Indias. Para entonces aún no se había erigido la capilla mayor por parte de su patrono D. Antonio de Laredo, corregidor de la villa de Ágreda y heredero de D.ª Bernardina de Salazar, requiriéndosele judicialmente para que llevase a cabo su obligación. Tras ser apelada la sentencia, la Real Audiencia de Sevilla dictaminó en agosto de 1632 que los religiosos dispondrían libremente de aquel espacio, encargándose de su construcción. El ingreso se produce desde los pies del muro de la epístola, a través de una portada de traza manierista, labrada en piedra martelilla; en la hornacina del ático se cobija una efigie en piedra de San Alberto de Sicilia, de tamaño natural, con restos de policromía, contratada el 5 de diciembre de 1626 por el escultor jerezano Alonso Álvarez de Albarrán, discípulo de Martínez Montañés. La iglesia posee planta rectangular, con coro alto a los pies y capillas laterales entre gruesos contrafuertes recorridos por pilastras dóricas; sobre dichas capillas, que se comunican entre sí, apean tribunas con antepechos de hierro forjado. La nave está dividida en cuatro tramos, y se cubre con bóveda de cañón provista de lunetos y arcos fajones. Ciertamente, ello nos remite a conceptos arquitectónicos manieristas empleados en Sevilla durante el primer tercio del siglo XVII. Tras el terremoto de Lisboa, en que resultó muy dañada la fábrica del templo, se debieron construir tanto la cúpula elíptica que se alza sobre el crucero, como el camarín del altar mayor. Durante la invasión francesa, la edificación quedó visiblemente afectada, teniendo que ser sometida a un intenso proceso de reconstrucción que culminó el 16 de mayo de 1815, cuando se reestrenó el templo. Durante aquellos años se realizó buena parte del conjunto de retablos neoclásicos que actualmente decora la iglesia, entre ellos el de San Francisco de Sales. |
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Detalles del proceso de restauración |
FUENTES FERNÁNDEZ, Cayetano: El Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla. Sevilla: Librería e Imp. de Izquierdo y Cía., 1894, p. 96. FERNÁNDEZ DE LA CUESTA, Pedro: El Oratorio de San Felipe Neri. Sevilla: Guadalquivir Ediciones, 1999, p. 106. GESTOSO Y PÉREZ, José: Sevilla Monumental y Artística. Historia y descripción de todos los edificios notables, religiosos y civiles, que existen actualmente en esta ciudad. Tomo III. Sevilla: La Andalucía Moderna, 1897, p. 496. GARCÍA LUQUE, Manuel: Pedro Duque Cornejo y las artes del Barroco en Andalucía (1678-1757). Sevilla: Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía y Editorial de la Universidad de Granada, 2022. GONZÁLEZ DE LEÓN, Félix: Noticia Artística de Sevilla. Sevilla: Imprenta de D. José Hidalgo y Compañía, 1844, pp. 226-227. MARTÍN RIEGO, Manuel y RODA PEÑA, José: El Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla: Historia y Patrimonio Artístico. Córdoba: Cajasur, 2004, pp. 481-482. |
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Fotos: Daniel Salvador-Almeida y Carmen Bahíma (proceso de restauración)
www.lahornacina.com