LA INMACULADA DE JOSÉ PUCHOL EN EL TEMPLO DE SANTIAGO DE ORIHUELA

08/12/2021


 

 
 
Foto: Jorge Belmonte Bas

 

España es uno de los países europeos donde la escultura religiosa alcanzó a lo largo de los siglos un mayor desarrollo. En especial la escultura policromada, enormemente eficaz devocionalmente gracias a su capacidad para evocar lo real y verosímil y por tanto para remover en el fiel sus sentimientos religiosos.

De las escuelas que fueron desarrollándose en la península, la valenciana es una de las peor conocidas. Dos han sido fundamentalmente los motivos que han dado lugar a esta circunstancia: la destrucción masiva de estas obras -especialmente en la Guerra Civil- que dificulta seriamente el estudio de estos artistas, y la escasa atención que los historiadores del arte valencianos -con excepciones- han otorgado a la escultura en favor de otras artes como la arquitectura y la pintura. Y ello a pesar de que Valencia fue siempre tierra de grandes escultores.

Si bien el patrimonio artístico valenciano ha sufrido enormes pérdidas, aún es posible encontrar en algunos templos de la Comunidad Valenciana muestras de las altas cotas de calidad que alcanzaron sus escultores, que en nada tienen que envidar a lo que realizaron sus colegas de otros centros artísticos hispanos.

El valenciano José Puchol Rubio (1743-1797) fue uno de los más brillantes escultores de la segunda generación de académicos de San Carlos. Se formó en la capital del Turia con Luis Domingo, y también en Madrid con Juan Pascual de Mena (1707-1784) durante medio año, aproximadamente.

Nombrado académico de mérito de Escultura en 1769, Puchol alcanzó los más importantes puestos en la institución valenciana: teniente director en 1771, director honorario en 1774 y entre 1790 y 1793, director general. Fue contemporáneo de José Esteve Bonet (1715-1776), más conocido por el gran público, que fue su gran rival, aunque las relaciones personales parece que fueron buenas. Respecto a Juan Pascual de Mena, el hecho de que Puchol firme documentos que pertenecen a la intimidad familiar del maestro castellano debe significar que el contacto debió traspasar los límites del mero aprendizaje.

El aprendizaje con Juan Pascual de Mena se aprecia claramente en algunas de sus obras, pero sin duda fue, sobre todo, un concepto de la belleza y de la medida que va a suponer el equilibrio entre el rococó y el neoclasicismo. Algunas técnicas del maestro también serán imitadas, en concreto, esa particular manera de realizar las nubes entre las que se mueven sus personajes.

 

 
 
Foto: Jorge Belmonte Bas

 

Ejemplo señero de todo lo que Puchol debe a Juan Pascual de Mena es la imagen de la Inmaculada Concepción que preside un retablo lateral de la iglesia de Santiago en Orihuela, templo para el que Puchol también realizó el "Apostolado" del presbiterio, el "Cristo del Consuelo" y las "esculturas del retablo-tabernáculo".

Puchol realiza la Inmaculada a los seis o siete años de haber estado con Juan Pascual de Mena, lo que indica que el valenciano supo asimilar y mantener lo mejor del maestro. Se alza sobre un globo terráqueo en el que repta la serpiente que pisa. Rodean los pies de María cinco hermosos angelillos de cuerpos infantiles y dos deliciosas cabecillas de serafines, figuras que están dentro de la más genuina tradición del arte levantino.

La Virgen se eleva en un movimiento contenido alcanzando el ideal de la belleza del momento, llena de majestad. El óvalo de su cara, más bien alargado, muestra unas facciones eminentemente clásicas. Su mirada dirigida hacia abajo nos la muestra ensimismada, concentrada en su propio misterio. El cabello oscuro enmarca el rostro y se derrama suavemente por el lado derecho adornado por un leve velo que como en tantas esculturas de Juan Pascual de Mena termina en pico por el lado opuesto.

El suave movimiento de los brazos y las manos, de finos y alargados dedos, nos la muestra llena de gracia. La túnica, de un blanco inmaculado, se ciñe a la cintura con cíngulo dorado que resalta sobre las telas que caen en cadenciosos pliegues hasta el globo terráqueo. El manto azul se deja ver sólo un poco por el lado derecho, sostenido por el brazo de la Virgen, y se insinúa levemente por el lado opuesto.

Durante mucho tiempo esta Inmaculada Concepción, cuya carta de pago data de 1774, estuvo relacionada erróneamente con la producción de Esteve Bonet. La Virgen extiende su brazo derecho hacia el espectador y dirige hacia el mismo su cariñosa mirada, gestos que consiguen que la imagen se comunique con quien la observa e invitan al diálogo con ella. Su retablo se atribuye al tallista valenciano Ignacio Castell.

Según Nicolau Castro, nunca más alcanzó Puchol la delicada belleza que logró en esta imagen y nunca como en ella consiguió ese ideal de belleza clásico al que aspiraban las Reales Academias. Sin duda supo lograr en ella una de las cimas del arte inmaculadista español. 

 

 
 
Foto: Jorge Belmonte Bas

 


 

FUENTES

NICOLAU CASTRO, Juan. "La Inmaculada de la iglesia de Santiago en Orihuela: una aportación del academicismo madrileño a la escultura valenciana", artículo publicado en Cuadernos de Arte e Iconografía, tomo 27, nº 53-54, Madrid, Fundación Universitaria Española: Seminario de Arte e Iconografía "Marqués de Lozoya", 2018, pp. 84-86.

BELMONTE BAS, Jorge. "El escultor valenciano José Puchol Rubio y su obra para el sur de la provincia de Alicante", artículo publicado en http://embolicart.blogspot.com, 22/10/2015.

MARTÍNEZ GARCÍA, José Antonio. Guía de la Iglesia de Santiago el Mayor de Orihuela, Alicante, Editorial Aguaclara, 2016, pp. 28-29.

 

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