LA CAPPELLA SANSEVERO DE NÁPOLES

Sergio Cabaco


 

 

En el año 1590, Giovanni Francesco di Sangro, Duque de Torremaggiore, hizo construir una capilla anexa al Palazzo Sangro, cuyas obras se prolongaron hasta el año 1608, como acción de gracias a la Virgen María por haberle librado de una grave enfermedad, aunque hay historiadores que ponen en duda este suceso.

En 1609, ya fallecido el duque, su hijo Paolo di Sangro encargó a Vitale Finelli el escudo de la familia y el toisón de la puerta de la capilla, y al escultor Michelangelo Naccherino la estatua de su hijo Ferrante, fallecido a los 12 años, que fue colocada en el templo, dedicado a Santa Maria della Pietà, en 1613. Naccherino, nacido en Florencia, fue discípulo de Juan de Bolonia y se estableció en Nápoles en 1573, donde se convierte, junto con Pietro Bernini, en el escultor más importante de la ciudad.

En 1614, Alessandro, hermano de Paolo, ordena hacer al artista Giacomo Lazzari -de la escuela carraresa, seguidor de Giulio Mencaglia- una estatua que representara a su padre, y en 1642, su sobrino Giovanni Francesco, hijo de Paolo, encarga a Mencaglia la tumba del suyo. 10 años más tarde, sería también el propio Giovanni Francesco quien encargara a un artista, cuya identidad se desconoce, la tumba de su tío Alessandro.

Desde mediados del siglo XVII, no se realizarían nuevas obras en el templo hasta 1735, por parte de Raimondo di Sangro, Príncipe de Sansevero, quien planteó un ambicioso proyecto de enriquecimiento y ampliación con una cripta para albergar las tumbas de sus descendientes. Ello supuso la eliminación de algunas de las esculturas existentes, como la de Ferrante, aunque el príncipe mandó conservar su lápida dedicatoria. Para ello, encargó al escultor véneto Antonio Corradini la ejecución de un programa iconográfico al que sus sucesores tuvieron que atenerse rigurosamente.

El propio Corradini ejecutó tres esculturas marmóreas: El Decoro, la más floja de las tres; La Tristeza, que sirve de pila de agua bendita en el lado derecho de la capilla, y La Modestia (1751), sin duda la mejor de todas ellas, caracterizada por un plegado sumamente estilizado que evidencia el espléndido desnudo de la obra. Sucesor de Corradini es Francesco Queirolo, quien como el resto de seguidores, tuvo que firmar una cláusula que le prohibía trabajar para otros clientes.

 

 

Queirolo, muy alabado por entonces en Roma y Génova, es el autor, entre otras piezas, de La Sinceridad (1754) y de una de las obras maestras de la capilla: El Desengaño (1754), escultura en mármol erigida por Raimondo di Sangro en memoria de su padre que representa a un hombre metido en una red de la que está a punto de liberarse con la ayuda de su intelecto, simbolizado en un ángel. La red de nudos que envuelve la figura es, como afirma Causa Picone, "obra virtuosista hasta la provocación".

Sin embargo, la obra más admirada y perfecta es el Cristo Yacente esculpido por Giuseppe Sanmartino (1753). Paisano de Vaccaro y Ribera, Sanmartino se aparta del boceto previo de Corradini y ejecuta una obra que entusiasma al príncipe y supone todo un punto de referencia para los escultores de la segunda mitad del XVIII y principios del XIX. En palabras de Causa Picone, "Sanmartino altera el efecto ilusionista de Cristo bajo la sábana, lo desnuda y vuelve patético y naturalista según la más estricta observancia local. Desaparece el artificio delicadamente posbarroco del ancho lienzo drapeado, y en su lugar nos encontramos con el colchoncillo comprimido bajo el peso de la figura. Los instrumentos de la Pasión, apenas esbozados por Corradini en forma de materia dúctil y frágil, serán modificados y asumirán el peso realista y concreto de una naturaleza muerta del siglo XVII". Labrado originalmente para la cripta, la gran belleza del Cristo Yacente ha hecho que siempre permanezca en el centro de la nave de la capilla, salvo durante un tiempo que estuvo situado a un lado de la misma.

Tras el brusco despido de Queirolo, en el año 1759, su discípulo Francesco Celebrano, pintor y escultor, será el encargado de la dirección de las obras, siendo el autor del original Monumento a Cecco di Sangro (1766), de la escultura llamada El Dominio de Sí Mismo (1767) y del impresionante altorrelieve ubicado en el altar mayor del templo sepulcral, que representa el Descendimiento de Cristo.

Otro discípulo de Queirolo, Paolo Persico, trabajó a las órdenes de Celebrano y a su arte corresponde La Suavidad del Yugo del Matrimonio (1758), escultura que sigue muy de cerca el estilo de Queirolo y Corradini. También pertenecen a Persico los Ángeles Dolientes del altar mayor (1766) y, posiblemente, la gloria de estuco con ángeles y putti que enmarca la pintura de La Piedad.

Por último, mencionar la labor pictórica y escultórica de Francesco Maria Russo, autor de La Gloria del Paraíso (1749), colosal fresco que adorna el techo de la capilla, y del Monumento a Raimondo di Sangro (1750). También se le atribuyen la pequeña cúpula del ábside, relacionada igualmente con el buen hacer de Celebrano, y la decoración arquitectónica pintada en la balconada del lado derecho del altar mayor.


BIBLIOGRAFÍA

CAUSA PICONE, Marina. "La Virtud de Mármol", en FMR, Febrero de 1991, pp. 71-102. Considera que el motivo de la construcción de la capilla fue más expiatorio que devocional, tanto porque el duque no se hallaba al final de su vida, como por ser 1590 el mismo año en que tiene lugar el asesinato de Maria d'Avalos a manos del Príncipe de Venosa, hecho que tuvo lugar en el propio Palazzo Sangro.

CIOFFI MARTINELLI, Rosanna. La Cappella Sansevero. Arte Barocca e Ideologia Massonica, Nápoles, 1994.

CAUSA PICONE, Marina. La Cappella Sansevero, Nápoles, 1959.

 

 

Fotografías de Araldo Di Luca

 

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