REFLEXIONES SOBRE LA OBRA DE ANTONIO DUPAR EN MURCIA

Alejandro Romero Cabrera


 

 

 

Antonio Dupar, escultor, arquitecto y pintor marsellés, hijo de padres igualmente escultores y retablistas, recaló en la ciudad de Murcia entre los años 1718 y 1745, debido a las importantes comunicaciones que existían entre los puertos de Marsella (Francia) y Cartagena (España).

Una vez en Murcia, disfrutó de unos largos años durante los que recibió numerosos encargos, tanto en la capital del Segura, como en poblaciones adyacentes o de provincias limítrofes, caso de Alicante. Su obra, llena de la elegancia y la exquisitez del barroco francés, fue conocida y analizada por el propio Francisco Salzillo y Alcaraz (1707-1783), suponiendo una gran influencia para la obra del gran imaginero murciano de todos los tiempos.

Pero he aquí uno de los principales problemas ante los que se enfrenta la consideración actual de la obra de Dupar: la ausencia de documentación acerca de su obra murciana en toda su dimensión, y la grandísima e ingente cantidad de obras suyas de imaginería que se le han ido atribuyendo a Salzillo (desde hace más de cien años), hasta casi hacer desaparecer la presencia de Dupar o dejarla reducida al mínimo.

Con esta colaboración, quiero mostrar a los lectores de La Hornacina una serie de imágenes del patrimonio religioso murciano, tradicionalmente atribuidas a Salzillo, pero que, a mi modo de ver y de estudiar el arte podrían ser claras obras del escultor marsellés, y que desde mi criterio ofrezco como posibles atribuciones.

 

 

 

Obras firmadas de Dupar en la zona de Murcia y alrededores tan sólo hay dos: una conservada, como es la espectacular Urna para el Monumento de Jueves Santo de la Parroquia de las Santas Justa y Rufina de Orihuela (Alicante), y otra destruida en la Guerra Civil, en concreto el Camarín del Santuario de la Virgen de la Fuensanta, Patrona de Murcia, y el trono estable de dicha imagen mariana (de los cuales se conservan fotos). Este Camarín era una fantasía celeste policromada en tonos azules y blancos, donde destacaba sobremanera la multitudinaria presencia de angelotes, teniendo aquí una de las características más claras de la obra de Dupar: su especialización en la hechura de ángeles niños, así como imágenes del Niño Jesús. Tras la Guerra Civil, al desalojar los restos ruinosos del profanado Santuario (la imagen de la Patrona fue guardada y se salvó), se encontró la tablilla del Camarín donde Dupar dejó su firma, que fue incrustada en la obra del nuevo Camarín.

Como se ve en la Foto 1, un cuadro del gran pintor murciano Almela Costa, realizado en el año 1927, el pintor situó a la Virgen de la Fuensanta sobre su trono original, en un camarín imaginario formado por la Vega de Murcia, pero en cuyo cielo aparece el coro de angelotes que Dupar situó sobre la cornisa del Camarín auténtico. Almela Costa hizo aquí un verdadero y realista retrato, tanto de la Virgen y el Niño, como de los angelotes (del trono y de la cornisa), apreciándose todas las características de las obras infantiles de Dupar: morbidez, pero bastante controlada y refinada; ojos almendrados y muy rasgados; cabezas infantiles con la mitad inferior destacadamente redondeada y la zona de la frente más estrecha y alargada; pies y manos muy redondos y cerrados; cabellos muy movidos y nada ordenados, etcétera.

Características las anteriores todas compartidas por el bello Niño de la Virgen de la Fuensanta (Foto 2), tradicionalmente atribuido por la historiografía a Francisco Salzillo, pero que, desde mi criterio, debería quedar como una clara atribución al artista marsellés (esto ya ha sido mencionado en otras pocas ocasiones por otros especialistas, pero poco caso se les ha hecho). Y es que, por aquellas fechas en que Dupar trabajaba para el Cabildo Catedralicio (de quien es propiedad el Santuario), la imagen medieval de la Patrona de Murcia ya empezaba a ser transformada para adaptarla al gusto barroco, y perfectamente pudo hacer nuestro artista los angelotes y también la imagen del Niño.

 

 

 

Estas mismas características de las imágenes infantiles de Dupar aparecen en otra obra, esta vez sí, atribuida tradicionalmente al marsellés: los Angelotes Pétreos que escoltan a la Virgen del Pilar en su Capilla de la Catedral de Murcia (1). A pesar de estar fuertemente repintados, reflejan sin problema las características ya mencionadas antes, lo cual corrobora dicha antigua atribución (Foto 3).

Para esponjar este trabajo y retomar con fuerza mis particulares reflexiones, propongo ahora la observación de una imagen unánimemente atribuida a Dupar (2) y que es una de las joyas de la imaginería barroca en Murcia: San Juan Bautista (Foto 4), imagen procesional y titular de su propia y Real Parroquia. En ella quedan patentes las características tan peculiares de la obra del marsellés (tanto en el santo como en los angelotes), como la morbidez y suavidad del modelado, siempre conformado con superficies curvas y lisas; la importante volumetría de sus paños; la claridad de sus carnaciones; los ojos almendrados y muy rasgados; los perfiles tan rectos entre la frente y la nariz; las sugerentes líneas curvas que describen sus cuerpos con magistral compensación de fuerzas; los gestos ensimismados de sus rostros, etcétera.

Si se contemplan estas características y le añadimos las de las imágenes infantiles antes estudiadas, quedan resueltas las dudas acerca de otra imagen atribuida histórica y tradicionalmente a Salzillo (3) (aunque sí lo atribuye a Dupar José Crisanto López (4)): el San Antonio de Padua de la Parroquia de San Antolín de Murcia (Foto 5). El Santo tiene en su rostro y elegantes manos el mismo modelado, ojos rasgados, etcétera, que el mencionado San Juan Bautista, y el Niño que tiene en su brazo izquierdo (Foto 6), comparte iguales caracteres con el Niño de la Virgen de la Fuensanta y los ángeles vistos hasta ahora.

 

 

 

Vuelvo a esponjar la colaboración con un grupo escultórico que, al igual que San Juan Bautista, es unánimemente atribuido a Antonio Dupar: los Ángeles Adoradores de la Parroquia de San Andrés y Santa María de la Arrixaca de Murcia (Foto 7), con los mismos y ensimismados gestos de las caras, la morbidez de las carnaciones y las líneas sugerentes de sus cuerpos.

Si se juntan ahora estos tres enunciados: imágenes adultas, imágenes infantiles y las características de los ángeles adoradores, desde el criterio observador y analizador que estoy exponiendo también quedarían resueltas las dudas acerca de otro grupo escultórico atribuido también a Salzillo (5): la Santa Rosalía de Palermo, de la Parroquia de Santa Eulalia de Murcia (Foto 8). En ella se aprecian el gesto como anonadado del rostro, la morbidez y claridad de las carnaciones, los ojos rasgados, la volumetría de paños, etcétera. Respecto a los angelotes que le pertenecen (y que actualmente son colocados a los pies de la Virgen Gloriosa, que sale de dicha Parroquia cada Domingo de Resurrección. Foto 9), se vuelven a admirar los mismos componentes compositivos y técnicos de los personajes infantiles vistos hasta ahora.

Esta imagen de Santa Rosalía portaba en su mano un bellísimo Crucificado (desaparecido, pero del cual se conocen buenas fotos), que era una imagen casi idéntica (pero a mucho menor tamaño) al Cristo del Amparo de la Parroquia de San Nicolás (Foto 10), que procesiona con su Cofradía cada Viernes de Dolores y que también se ha venido atribuyendo, con poco fundamento, a Salzillo.

En el tintero de este trabajo quedan otras obras de imaginería que comparten ciertas concomitancias con las aquí expuestas, pero que están muy dudosas en estos momentos. Conforme se puedan ir resolviendo esas dudas, los lectores de La Hornacina serán receptores de posibles conclusiones.

 


 

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS

(1) FERNÁNDEZ MOLINA, Faustino, Sr. Capitular: Visita a la Catedral de Murcia. Murcia. 2008.

(2) VARIOS AUTORES: Huellas. Catedral de Murcia. Exposición 2002. Murcia. 2002. P. 411.

(3) Javier Fuentes y Ponte y José Sánchez Moreno, entre otros autores.

(4) Ver del autor: Escultura mediterránea. Final del Siglo XVII y el XVIII. Murcia. 1966. O Bussy, Dupar y Nicolás Salzillo: la escultura napolitana en Levante. Murcia. 1963.

(5) Idem nota 3.

 

 

 

Fotografías de Alejandro Romero Cabrera, Murcia Nazarena,
www.regmurcia.com y www.murciaregion.net

 

Nota de La Hornacina: Alejandro Romero Cabrera es
Historiador del Arte y colaborador habitual de La Hornacina.

 

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