EL SACO DE NIEBLA DE 1508

Martín Sánchez Franco


 

 

Quisiera, más adelante, seguir profundizando en el estudio del castillo y de las murallas del municipio onubense de Niebla e, incluso, en el estudio urbanístico, en cuanto nos transmite en gran medida la estructura de una ciudad medieval. El hecho de que Niebla se haya estancado o haya retrocedido en muchos aspectos (políticos, demográficos, económicos, etcétera) nos permite observar, dentro de su recinto amurallado, una estructura urbanística que se ha podido conservar a lo largo de no menos que un milenio. Pero en este momento sólo puedo referirme a un momento clave de su proceso histórico. Y por ello lo ofrezco aquí.

En Niebla: Informe-Diagnóstico del Conjunto Histórico leemos: “En 1508 es saqueada la ciudad por el alcalde Mercado, enviado por el rey Fernando el Católico a fin de someter a don Pedro Girón, su gobernador. Este saqueo de la ciudad supuso, según los cronistas, el definitivo ocaso de la villa; muchos habitantes la abandonaron, alcanzando en 1594 una población de 361 vecinos”. El saqueo, según Bernáldez y Medina, cronista de la Casa Ducal de Medina-Sidonia, fue tremendamente desmesurado y con una actuación totalmente inapropiada de las tropas. Pero no podemos sustentar todo un proceso de decadencia en un acontecimiento puntual, por mayor gravedad que tuviera. Para entender el devenir histórico de Niebla se hace necesario el estudio de la función que ha venido desempeñando en las distintas estructuras socio-político-económicas. Quizá el aspecto económico sea el más decisivo. En la Antigüedad, al menos desde la Protohistoria, Niebla ocupaba un lugar estratégico de gran interés, nudo de comunicaciones entre Onuba e Itálica (en la vía romana XXIII del Itinerario Antonino) y hacia las minas de Riotinto. En la Edad Media mantuvo su predominio en parte de la actual provincia de Huelva y del sur de Portugal. Pero en los tiempos que han seguido los sistemas han propiciado el surgimiento o el desarrollo de otras poblaciones y han hecho que su función haya cambiado significativamente.

Queremos aportar algo sobre por qué el rey regente llegó a ordenar el asalto: Isabel la Católica murió el 26 de Noviembre del año 1504. En su testamento dejaba como sucesora a su hija Juana I, pero, dada su enajenación mental, establecía como regente a su esposo, padre de ésta, Fernando, hasta que Carlos (1500-1558), hijo de la misma y llamado a sucederle, tuviera 20 años de edad. Pero la muerte de la reina de Castilla y el vacío de poder que significaba revivieron las expectativas de la alta nobleza de volver al mayor protagonismo político y a los abusos de que los había gozado en tiempo de los anteriores Trastamara y, en particular, de Enrique IV.

Juan de Guzmán, V Conde de Niebla y III Duque de Medina Sidonia (1493-1707), destacó entre esos nobles. Se puso en contacto con Juana I y su esposo, Felipe I, al que parece que Isabel I no quería ni como regente, ofreciéndoles probablemente fuerte apoyo militar y financiero para que pudieran acudir a Castilla, asumir su Corona y “vencer cualquier posible resistencia de Fernando V, que pretendía seguir con la gobernación del reino, habida cuenta de la extranjería de Felipe y la enajenación mental de Juana”. Juan de Guzmán logró de ellos el nombramiento de Lugarteniente Real y Capitán General de los Cuatro Reinos de Andalucía, y que se le reconociera como Señor de Gibraltar, respecto a lo que había tenido contiendas con los Reyes Católicos.

Juana I, su esposo y su hijo Carlos llegaron a España el 28 de Abril de 1506 -año y medio después de la muerte de Isabel I-. El 12 de Junio las Cortes la juraron como reina de Castilla. Su esposo no se resistía a ser sólo regente, pero falleció el 1 de Diciembre del mismo año. La muerte de Felipe el Hermoso, por una parte cerró un periodo de incertidumbres, pero abrió otro de nuevas incertidumbres. Todo ello con una nobleza siempre dispuesta a sacar partido de cualquier debilidad regia. Parte de esta nobleza pidió a Fernando V que volviera a hacerse cargo de la regencia de Castilla. Pero otros, como el Duque de Medina Sidonia y Conde de Niebla, el Marqués de Priego y los Condes de Cabra y de Ureña se organizaron en su contra. Con este último Juan de Guzmán llegó a establecer, incluso, el enlace matrimonial de sus hijos: Pedro Girón con Mencía de Guzmán, y Enrique de Guzmán, sucesor en el condado y en el ducado, con María Girón. De inmediato se celebró el primero. El segundo habría de esperar a que los contrayentes tuvieran edad suficiente.

 

 

 

Juan de Guzmán intentó, en contra de la Corona, la conquista de Gibraltar en Mayo de 1507, pero no pudo lograrla. Regresó a Sevilla el 24 de Junio del mismo año, pensando que ya había pasado totalmente la epidemia de peste que había asolado a la ciudad, pero cayó enfermo y murió el 10 de Julio, a los 40 años de edad. Enrique de Guzmán, VI Conde de Niebla y IV Duque de Medina Sidonia (1507-1513), quedaba bajo la tutela de su cuñado, Pedro Girón. Si Juan de Guzmán fue rebelde con Fernando el Católico, su yerno no lo fue menos.

Al hacerse de nuevo cargo efectivo el rey de la regencia de Castilla, en agosto de 1507, cesaron la mayor parte de los focos de rebeldía nobiliaria a causa de su enérgica actitud. Pero se le resistieron el Marqués de Priego y Pedro Girón. El primero, Pedro Fernández de Córdoba, en 1508 se atrevió a apresar al Alcalde de Casa y Corte enviado por el rey. “La réplica de Fernando el Católico fue fulminante, pues, en pleno mes de agosto, marchó a Andalucía con 600 «hombres de armas», 400 jinetes y cerca de 3.000 «peones a la suiza, espingarderos e archeros e artilleros e ballesteros e lanceros, todos muy armados y ataviados y puestos en acto de guerra, con sus capitanes e coroneles e cabos de escuadras. El Marqués de Priego fue juzgado por los del Concejo real y desterrado por cinco años, en un acto de benignidad regia; algunos de sus seguidores ejecutados y su fortaleza de Montilla arrasada. La acción del poder regio, apoyado en su ejército y en su justicia, había sido todo un símbolo del poder del Estado monárquico frente a las actitudes señoriales que, en aquel plano, eran ya anacrónicas” (Bernáldez). Pero llama la atención la desproporción del destierro del mayor responsable frente a la ejecución de algunos de sus seguidores.

Fernando el Católico le pidió a Pedro Girón que le cediera la tutela de Enrique, pretendiendo casarlo con una nieta suya, con el fin de romper alianzas que entendía contrarias a la Corona. Pedro Girón, sin consentimiento regio, precipitó el enlace matrimonial del Conde de Niebla con su hermana. También le pidió el rey regente que le entregara la tenencia de las fortalezas ducales de Sanlúcar, Veger y Huelva, pero Girón se negó pretextando que ya Enrique, como casado, era pleno «señor de lo suyo», y que él no podía entregárselas al rey. “Fernando el Católico, enojado, desterró a Pedro Girón”. Éste se marchó a Portugal con el conde-duque, al que hizo huir de Sevilla. “Una vez huidos, y teniéndolo por caso de rebeldía, el rey procedió a tomar las villas y fortalezas del «estado» señorial, considerando «avellas perdido conforme a justicia y ley del reino» el duque Enrique, aunque está claro que el rey no pretendía reintegrarlas a su patrimonio regio, sino mantenerlas en secuestro hasta que la situación se resolviera. El Alcaide de Niebla, siguiendo orden de Pedro Girón, se negó a dar la plaza a los agentes reales”. Por ello “el monarca envió al alcalde Mercado y a las tropas «suizas» que estaban acantonadas en Utrera... Y, hechos los requerimientos previos, las tropas tomaron la villa al asalto”.

Llama la atención un hecho que hace dudar de la descripción del saqueo que nos proporcionan los cronistas. Hemos visto antes que la fortaleza de Montilla (Córdoba) fue arrasada. Sin embargo el castillo de Niebla (Huelva) fue respetado, estando en plena utilidad hasta principios del siglo XIX, en que lo usaron las tropas napoleónicas y lo arrasaron al abandonarlo. Pronto se cumplirá el segundo centenario de ello.

Con independencia de la veracidad de las crónicas, es lamentable que, entre los señoríos ducales, la represalia de 1508 tuviera su mayor efecto en Niebla y, más aún, que siempre los que más sufren las consecuencias sean los que no tienen ninguna culpa de las causas ni pueden evitarlas en absoluto; en este caso, los habitantes de Niebla.


BIBLIOGRAFÍA

ALMAGRO BASCH, Martín: Huelva: Prehistoria y Antigüedad. Editora Nacional, Madrid, 1975.

BERNÁLDEZ, A.: Historia de los Reyes Católicos. Biblioteca de Autores Españoles. Citado por Galán Parra.

GALÁN PARRA, Isabel: El Linaje y los Estados Señoriales de los Duques de Medina Sidonia a Comienzos del Siglo XVI. http://revistas.ucm.es/ghi/02143038/articulos/ELEM8888110045A.PDF En web consultada el 16 de Julio de 2009. Las citas entrecomilladas que no son expresamente atribuidas a otro texto pertenecen a éste.

HERRERA GARCÍA, Antonio: El Estado de Olivares. Diputación Provincial de Sevilla, 1990.

MEDINA, Pedro de: «Crónica de los duques de Medina Sidonia» en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, XXXIX. Citado por Galán Parra.

Niebla: Informe-diagnóstico del Conjunto Histórico. Junta de Andalucía, Consejería de Obras Públicas y Transportes, Dirección General de Urbanismo, Sevilla, 1991.

SÁNCHEZ SAUS, Rafael: Linajes sevillanos Medievales. Real Maestranza de Caballería, Estudios históricos, Ediciones Guadalquivir, Sevilla, 1991. Dos volúmenes.

 

 

Fotografías de Martín Sánchez Franco y Alejandro Cerezo

 

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