LOS GOYAS DE ZUBIETA

28/04/2019


 

 

Estos retratos de tamaño natural muestran a una joven pareja y a una mujer mayor. Los tres posan para Francisco de Goya ante un fondo liso, mirando directamente al artista, que los plasma sobre el lienzo con esa suerte de cándida solemnidad que uno encuentra en los primeros retratos fotográficos, sobre todo en gente que no está acostumbrada a ser "reproducida". Su atención está centrada en el artista -y, por tanto, en posteriores observadores-; sin embargo, también transmiten la sensación de poseer una personalidad propia, de ser realmente ellos mismos, cada cual en armonía con su singular carácter.

¿Quiénes son y cuándo y por qué le encargaron a Goya que los pintara en lo que parecería una etapa bastante prematura de su carrera como retratista, que comenzó a principios de la década de 1780? Los jóvenes son a todas luces una pareja, y posiblemente le habrían encargado sus retratos para documentar el enlace, mientras que la anciana podría ser la madre de la novia o, como sabemos, la del novio. Y así es a juzgar por los nombres que vemos grabados en los cuadros de la pareja, y a pluma por el propio artista en un pedazo de papel adherido a la parte posterior del lienzo de la anciana dama, posiblemente a modo de referencia para una inscripción pintada o una placa grabada en el marco.

Ese papel revela que la modelo es doña Bernarda Tavira Cerón (imagen superior, 1727-1797), claramente en torno a los 60 años de edad, cabeza de una familia aristocrática y muy adinerada, que enviudó en 1766 al fallecer, cuando ella aún no había llegado a los 40 años, su esposo, Fernando Adán de Yarza. Aparece de medio cuerpo y sentada en una modesta silla, con los remates de madera del respaldo que asoman a ambos lados de la anciana, confiriéndole un aire de ámbito doméstico, en lugar del total anonimato de un fondo desnudo. Semejante presentación acentúa la extraordinaria dignidad de su pose, que, a su vez, atrae la atención sobre cada uno de los detalles de su vestimenta y porte.

Antonio Adán de Yarza Tavira (imagen inferior, 1761-1835) fue el mayor de los tres hijos de doña Bernarda y, desde muy joven, debido a la pérdida de su padre, asumió la responsabilidad, sumamente compleja, de administrar los diversos e intrincados mayorazgos que conformaban el enorme patrimonio de la familia.

María Ramona de Barbachano Arbaiza (1760-1834) provenía de una próspera familia de Bilbao. En 1783 había contraído matrimonio con un primo carnal que falleció estando de servicio en Colombia solo dos años más tarde, sin dejar descendencia. El compromiso y casamiento de Ramona con Antonio Adán de Yarza debió de salvarla de una viudedad demasiado prematura. Ramona, al igual que su marido, está identificada por una inscripción pintada, en su caso sobre una elegante tarjeta de visita que muestra su nombre completo, y por la silueta impresa en segundo plano de un gran edificio, en un tono más claro, tal vez una de las propiedades favoritas que ella aportara al matrimonio. No obstante, también podría tratarse de una licencia pictórica de Goya, que ya en otra ocasión había añadido su propia tarjeta de visita, posiblemente también ficticia; en aquel caso, en el pico de la urraca que sujeta con una cuerda, cual mascota, el modelo del más célebre de todos los retratos infantiles de Goya, pintado para el conde de Altamira en 1788.

Se trata, por tanto, de los retratos de Francisco de Goya de tres miembros de la ilustre familia vizcaína Adán de Yarza, originaria de Lekeitio y cuyo linaje se remonta al siglo X. Bernarda Tavira es la madre de Antonio Adán de Yarza, quien contraería matrimonio en 1787 con María Ramona de Barbachano. La historia de esta importante casa está ampliamente documentada en el estudio "Antonio Adán de Yarza Tavira (1761-1835)", que han llevado a cabo Susana Serrano Abad, investigadora y profesora titular de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, y Mikel Urizar, jefe del Archivo del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

 

 

El estudio técnico ha revelado que, salvo por unas pequeñas pruebas de limpieza efectuadas en los dos retratos femeninos, las tres pinturas se encuentran en su estado original, prácticamente intactas, hecho sorprendente que las singulariza. Además, cabe mencionar, sin ahondar en un análisis comparativo profundo con otras obras de Goya, sus relaciones formales con pinturas bien conocidas del artista, como es el caso del retrato de Francisco Cabarrús, con el que sintonizan de forma muy singular los de la joven pareja; "La gallina ciega", donde encontramos personajes y elementos cuyo tratamiento pictórico coincide también con el de las tres pinturas que nos ocupan; o "La reina María Luisa de Parma con tontillo" e, incluso, "La marquesa de Pontejos", a los que remite, salvando las distancias, la imagen de doña Bernarda Tavira, quien porta un clavel resuelto de forma análoga al que sostiene la marquesa en el retrato de Washington. Estas similitudes, unidas al estado casi virgen de las obras, provocaron un gran impacto cuando salieron a la luz. Al margen del estudio comparativo y de la investigación documental sobre la trayectoria las pinturas, el estudio técnico, que incluye análisis físicos y químicos, ha sido determinante para ubicarlas en la producción de su autor.

No es fácil encontrar, como ocurre aquí, obras de este periodo sin modificaciones o restauraciones que afecten al soporte. Los bastidores, de madera de conífera, están construidos con ensamblajes simples, con un travesaño horizontal, sin cuñas y con los cantos internos sin rebajar. Estos sistemas constructivos son habituales en la época. En cuanto a los lienzos, los de los retratos del matrimonio son idénticos, con ligamento simple, compuestos por cáñamo con cierta proporción de fibras de lino. En el retrato de Bernarda Tavira, el lienzo es también de ligamento simple, pero más fino, y su composición es asimismo diferente, ya que consta de lino con fibras de algodón. El montaje de las telas es el original en los tres casos. Aparecen fijadas a los bastidores con tachuelas a intervalos de entre 5 y 7 cm, y no están reenteladas ni se han retirado de los bastidores en ningún momento, ya que no existen orificios de clavos que no correspondan a los actuales. Las radiografías constatan también que no hay perforaciones de otros clavos. Este tipo de clavado aparece representado en autorretratos del artista en los que se muestra ante un lienzo, como por ejemplo en el conservado en el Museo del Prado.

Cuando las pinturas llegaron al Museo de Bellas Artes de Bilbao carecían de marco y su aspecto era, a simple vista, descuidado. Sin embargo, presentaban un buen estado de conservación general y, como se ha mencionado, se encontraban prácticamente intactas, lo que resultó muy sorprendente. El tratamiento consistió en la limpieza mecánica de todos sus elementos, la corrección de las deformaciones de los listones del soporte y la consolidación de pequeños rotos o deformaciones del lienzo del retrato de Bernarda Tavira, del que, asimismo, se retiró la etiqueta de papel fijada en el reverso para su posterior conservación y encapsulado.

La materia pictórica aparece craquelada en toda la superficie de las obras, incluso con las características formaciones en "tela de araña". Se había producido un ligero levantamiento en los bordes de los craquelados, pero solo se apreciaba una falta de adherencia con riesgo de desprendimiento en pequeños puntos muy aislados de las tres obras, así como en la periferia de los rotos del soporte en el caso del retrato de Bernarda. Existían algunas pequeñas pérdidas de materia que no afectaban a elementos importantes, siendo las más relevantes las localizadas en el borde horizontal del ángulo inferior derecho en el retrato de Antonio y en los rotos del de Bernarda. En estos casos se realizó una consolidación local de la materia pictórica con un adhesivo natural y peso localizado. Los pequeños rotos en el retrato de la señora se consolidaron igualmente por el reverso.

Como ya se ha indicado, las pinturas se han mantenido casi intactas desde su creación a pesar de los avatares sufridos durante la Guerra Civil española, o quizá precisamente su expatriación en aquel momento es lo que ha favorecido esta circunstancia. Libres de adiciones o intervenciones no originales, son un documento muy valioso para evaluar la técnica de su autor y aportar, consecuentemente, una atribución certera y fundamentada. El análisis de la composición material, del tratamiento pictórico y del comportamiento de los materiales a partir de estudios físicos y químicos, así como el cotejo de determinados rasgos de estilo, de la caligrafía plástica y del empleo del color permiten situar los retratos en la producción de Goya comprendida entre 1787 y 1788.

 

 

Con la Guerra Civil, el tesoro artístico del País Vasco tuvo un destino dispar: desde el traslado para su protección, pasando por la evacuación a Francia, la incautación, la desaparición y también la recuperación y la restitución a sus propietarios. Así sucedió con el patrimonio artístico de María Adán de Yarza, que bien podría resumir la situación de muchos particulares e instituciones en aquellos años de miedo e incertidumbre.

María Adán de Yarza nació en Bilbao en 1883 y fue la única hija de Mario Adán de Yarza y Teresa Mazarredo. Residió con sus padres en la casa familiar de Zubieta, donde contó con la compañía de Cristina Morrisey, una institutriz inglesa con quien seguramente perfeccionó su inglés, que sumó a sus conocimientos de francés y euskera. La residencia familiar era conocida por la arquitectura del edificio del siglo XVIII, y especialmente por el jardín, que contaba con gran variedad de especies. Además, el palacio había sido frecuentado, durante el periodo estival, por la reina Isabel II, y durante aquellos años por la emperatriz Zita de Austria y su familia. Entre 1920 y 1927 María Adán de Yarza perdió a sus progenitores. Primero falleció su padre, y siete años más tarde, su madre, por lo que heredó un vasto patrimonio, también compuesto por numerosas obras de arte, cuya gestión ella misma se encargó de supervisar. Entre las obras de arte que atesoraba el palacio destacaban varias de Luca Giordano y tres retratos de ancestros familiares de Francisco de Goya. Se trataba de los retratos de Antonio Adán de Yarza, su madre Bernarda Tavira y su mujer María Ramona de Barbachano (imagen superior). Las obras de Goya fueron conocidas en la época, tanto en estudios específicos como en la prensa local.

El 26 de abril, Gernika fue brutalmente bombardeada y arrasada, como también lo fueron Durango, Eibar, Elgeta y otros municipios vascos. El 28 de abril la brigada ítalo-española de las Flechas Negras ocupó Lekeitio, y también el Palacio de Zubieta, y en pocos meses, el 19 de junio de 1937, Bilbao fue tomada. Antes de que se produjera la caída de la capital vizcaína, cuya destrucción se temía, el Gobierno de Euzkadi decidió sacar fuera del país fondos bancarios y parte del patrimonio artístico que custodiaba, que también podría utilizarse en las diferentes exposiciones que se estaban barajando. Para tal fin, se siguieron preparando, a medida, las cajas que iban a transportar las obras de arte. Una de ellas, la nº 10 que aún se conserva, se hizo para los tres cuadros de Goya de Zubieta. El 13 de noviembre se retiraron del Palacio de Zubieta para su traslado y custodia en el depósito franco de los muelles de Uribitarte en Bilbao. Posteriormente, el propio Gobierno decidió su evacuación a territorio francés junto a un grupo de obras del Museo de Arte Moderno y otras colecciones para formar parte de una muestra en el Pabellón de la República en la Exposición Internacional de París de 1937.

Los tres retratos fueron entregados finalmente por el Gobierno Vasco a su legítima propietaria, María Adán de Yarza que por entonces se encontraba refugiada en Francia, donde falleció en 1947 sin volver a su tierra y con ella tampoco hasta hoy los Goyas de Zubieta. El ensayo "María Adán de Yarza: una historia de guerra, arte y exilio", a cargo del investigador Francisco Javier Muñoz Fernández, profundiza en estos avatares del patrimonio artístico vasco durante la Guerra Civil. No será hasta 1989 cuando el historiador Kosme de Barañano vuelva a citar en un ensayo los tres retratos de Goya "en paradero desconocido", poco antes de que el experto norteamericano William Jordan y la especialista inglesa Juliet Wilson-Bareau tuvieran la ocasión de localizar y estudiar los cuadros directamente en una investigación realizada entre 1990 y 1992, a la que se sumó también el profesor Nigel Glendinning. El interés de los expertos en las obras se mantuvo desde entonces, hasta que en noviembre de 2017 el deseo compartido de la familia, los expertos, y el Museo de Bellas Artes de Bilbao de dar a conocer las obras en el lugar al que la familia pertenece, fructificó definitivamente, accediendo, tras la realización de la documentación técnica básica en el Museo del Prado, al traslado de las obras al Museo de Bellas Artes de Bilbao, para su estudio y restauración bajo la dirección de José Luis Merino Gorospe.

 

 

Exposición Los Goyas de Zubieta. Retratos de la familia Adán de Yarza en el Museo de Bellas Artes de Bilbao hasta el próximo 1 de septiembre de 2019. Las pinturas que hasta ahora solo se conocían a través de referencias bibliográficas académicas y en prensa, y por fotografías de época se muestran, junto a la caja original en la que fueron trasladadas a Francia en 1937, por primera vez desde que fueron evacuadas por el Gobierno Vasco durante la Guerra Civil gracias a la generosidad de la familia propietaria. Pintadas en Madrid seguramente en torno a la fecha del enlace, son ejemplo supremo de la intensa actividad retratística de Goya hacia el año 1790, cuando era pintor de cámara del rey. Se presentan por primera vez al público, junto a documentación sobre su singular historia, en la sala W del Alfabeto del Museo de Bilbao, dedicada, significativamente, a la guerra (War). Los grandes especialistas internacionales en la obra de Goya Juliet Wilson-Bareau y Xavier Bray han abordado el estudio histórico-artístico de las pinturas, resaltando su originalidad dentro de la primera producción retratística de Goya. Las conclusiones del riguroso estudio y restauración se recogen en la publicación digital "Los Goyas de Zubieta. Retratos de la familia Adán de Yarza" que incluye, además, un artículo biográfico sobre los protagonistas de los retratos a cargo de los historiadores Susana Serrano y Mikel Urizar, y otro sobre los avatares de las obras durante la Guerra Civil escrito por el experto Francisco Javier Muñoz. Dirección y horarios: Museo Plaza 2, Bilbao. Miércoles a lunes, de 10:00 a 20:00 horas.

 

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