LA VIRGEN DE LAS TRISTEZAS (CÓRDOBA), ATRIBUIDA A ANTONIO DEL CASTILLO

Agustín Camargo Repullo (11/02/2015)


 

 
     
     
Virgen de las Tristezas (Córdoba)
 
La Priorisima (Antequera)

 

Recientemente la talla dieciochesca de Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas, titular de la popular hermandad cordobesa del Remedio de Ánimas, fue sometida a una exhaustiva restauración por parte de Ana Infante de la Torre. La intervención, además de eliminar la amenaza de insectos xilófagos que afectaba al soporte, se ha centrado en la recuperación de la policromía original de la imagen mariana, oculta tras dos repintes que impedían la correcta lectura estética de la obra.

La Dolorosa se incorpora a dicha hermandad en 1975, tras haber sido adquirida a un particular del municipio sevillano de Écija, realizando su primera estación de penitencia dos años después. En la historia material de la escultura, consta únicamente la restauración de Miguel Arjona Navarro previa a su bendición. Con respecto a su hechura, pocos son los datos de los que disponemos, basta con saber que se cataloga como obra de autor anónimo datada en el siglo XVII; es por ello que el presente artículo se ocupa de su posible autoría, intentando arrojar un poco de luz sobre algo tan importante dentro del campo de la imaginería andaluza como es conocer qué mano fue la que creó el bello rostro de la Dolorosa venerada en el templo de San Lorenzo.

En diciembre de 2013 se publicaba el libro Antonio del Castillo, Escultor Antequerano 1635-1704, escrito por Jesús Romero Benítez. Este investigador antequerano daba a conocer todo un catálogo de obras adscritas a la producción de un artista bastante desconocido hasta el momento. Sin embargo, el principal interés de dicha publicación radica en la documentación de dos imágenes destacadas como obras salidas del taller de Antonio del Castillo: el Nazareno de Benamejí (Córdoba), realizado en 1695 tomando como modelo al Caído antequerano de José de Mora, y la Virgen de la Soledad de la malagueña Congregación de Mena, antigua Virgen de los Desamparados de la extinguida Cofradía de la Humildad de Antequera (1692).

Romero Benítez configura igualmente un listado de imágenes atribuidas. Este artículo se centrará en las Dolorosas relacionadas con Antonio del Castillo, la mayoría de Málaga y provincia, dado el gran parecido que, como veremos a continuación, muchas de ellas guardan con la Virgen de las Tristezas de Córdoba.

 

 
 
Tristezas y Priorísima. Comparativa
 
 
 
 
Tristezas y Mayor Dolor de Cabra. Comparativa

 

En primer lugar, hemos de hablar de la Virgen de la Soledad o de las Lágrimas -llamada "La Priorísima"- que se conserva en el Museo Conventual de las Carmelitas Descalzas de Antequera, cuya autoría está documentada: fue realizada por Antonio del Castillo hacia 1692; en un principio, con destino a Córdoba para el cardenal Salazar, llegaría al cenobio en el año 1700 como fruto de una donación. Allí presidió durante siglos la sillería monacal. Nos encontramos ante una imagen de busto hasta las caderas, que descansa sobre una pequeña peana. Es una tipología propia del ámbito conventual o privado, ya sean imágenes de talla completa o de vestir como el presente caso; presentan la ventaja de que, además de ser más fáciles de transportar, basta con colocarlas sobre una cómoda en el interior de una vitrina. Gran importancia tiene esta Dolorosa en el asunto que nos ocupa pues no ha sufrido retoque alguno, por lo que las similitudes con la imagen cordobesa se extienden además a las carnaciones, una vez que las Tristezas ha recuperado la policromía con la que fue concebida, una policromía llena de matices que contrasta con la palidez que lucía antes de la restauración. Se compone la capa polícroma de un tono base nacarado, complementado con suaves toques rosados en mejillas, párpados y labios. De estas labores pictóricas solía encargarse Antonio Germán del Castillo, primo del escultor.

Del citado busto antequerano, recordemos que documentado, van a partir una serie de atribuciones, basadas en las similitudes existentes, caso de la que quizás sea una de las imágenes que morfológicamente más se acerca a las Tristezas: Nuestra Señora del Mayor Dolor de Cabra, atribuida a Antonio del Castillo en la monografía dedicada a su figura. Esta imagen, que recibe culto en la parroquia de la Asunción y Ángeles, fue restaurada por Santiago Molina Ruiz en 1999. La evidente conexión física que une a ambos simulacros marianos es palpable, especialmente, si comparamos sus perfiles. Detectamos unos rasgos comunes que se repiten, con variantes, y que definen el estilo del escultor a la hora de configurar un rostro. Ello posibilita la labor del investigador a través del análisis y cotejo de los mismos, única opción disponible cuando se carece de documentación de archivo.

Cabría añadir a este grupo a la Virgen de los Dolores -más conocida como de las Lágrimas- que recibe culto en la iglesia de la Concepción de Melilla, procedente del Peñón de Alhucemas, así como a María Santísima del Amor y la Sangre, de la Hermandad del Nazareno de Archidona (Málaga), imagen que ha llegado hasta nuestros días en excelente estado de conservación, siendo restaurada por Juan Manuel Miñarro a principios de 2013. Ambas muestran un gran parecido con la Dolorosa cordobesa en torno a la que gira este estudio, especialmente la primera de ellas, tal y como atestigua el material gráfico adjunto.

Así pues, nos vamos a encontrar con imágenes de expresión compungida a la vez que serena, de gran carga espiritual y honda conexión con el fiel, principal fin de la imaginería barroca; algo en lo que, sin duda, tuvo mucho que ver la condición de clérigo de Antonio del Castillo. Son imágenes de belleza idealizada, delicadas, de rostro ovalado con mandíbula un tanto prominente, en la que se destaca la barbilla con hoyuelo mientras que los pómulos apenas se resaltan. El cuello es algo corto y cilíndrico, sin anatomizar; al fin y al cabo, habría de quedar oculto por el uso de rostrillo, como corresponde a una época en la que la práctica totalidad de este tipo de obras eran ataviadas de riguroso luto, algo que se ha mantenido en la imagen de las Tristezas.

 

 
 
Tristezas y Dolores (Lágrimas) de Melilla. Comparativa
 
 
 
 
Tristezas y Amor y Sangre de Archidona. Comparativa

 

Entre los rasgos faciales, llaman la atención esos grandes ojos almendrados, semicerrados y dispuestos con cierta oblicuidad, de mirada baja y perdida que rebosa dulzura y compasión; los párpados, abultados a consecuencia del llanto, muestran una línea marcada a golpe de gubia que llega a convertirse en una especie de seña de identidad. Se emplean los habituales postizos, como son las pestañas de pelo natural -pintadas a punta de pincel en el caso de las inferiores- y las lágrimas de cristal que recorren las mejillas. Unas cejas de trazado sinuoso aportan el grado de dramatismo, aunque con entrecejo, de esquema triangular, relajado en exceso.

Presentan también nariz recta y un poco aguileña, trabajada con esmero, de formas suaves y punta redondeada; surco nasolabial visiblemente marcado y boca entreabierta en actitud dialogante, como lanzando un suspiro, que deja ver los dientes tallados con minuciosidad, con labios carnosos de comisuras notablemente abiertas.

En cuanto a las manos, aparecerán juntas y con los dedos entrelazados en actitud orante, estando los pulgares cruzados y los antebrazos pegados al vientre; de este modo, es posible que se pierda cierta expresividad, pero se logra mayor austeridad e intimismo. Lamentablemente, en numerosas ocasiones, las manos originales, de acuerdo al gusto actual, fueron sustituidas por otras separadas para portar atributos tales como el pañuelo o el rosario; al respecto, podemos poner como ejemplo las imágenes de Melilla o Archidona.

Otras atribuciones al maestro antequerano, todas en Málaga y muy parecidas entre sí, son María Santísima de la Encarnación, de la Cofradía de los Dolores del Puente, y María Santísima de Consolación y Lágrimas, de la Archicofradía de la Sangre; veneradas en Santo Domingo y San Felipe, respectivamente. La segunda, hasta el momento relacionada con Fernando Ortiz, ha sufrido varias restauraciones que han modificado sustancialmente su aspecto primitivo, la última por Luis Álvarez Duarte en 1972. Ambas imágenes, a grandes rasgos, responden a las anteriores características, aunque con algunas diferencias notables que afectan principalmente a los ojos, más cerrados, casi rozando la extenuación; por otro lado, dan la sensación de que esbozan una leve sonrisa.

 

 
     
     
Virgen de la Encarnación (Málaga)
 
Virgen de Consolación y Lágrimas (Málaga)

 

No podemos concluir sin señalar la influencia de Pedro de Mena en la obra de Antonio del Castillo, apreciable sobre todo en parte de su producción cristífera -pues se dan casos en los que se acerca más a la estética de la familia Mora- pero igualmente presente en sus dolorosas, en las que observamos esos rostros de proporciones un tanto anchas y mandíbula pronunciada. Otra muestra de ello es la Virgen de la Divina Providencia, propiedad de un particular malagueño -hoy de medio cuerpo, conserva su policromía en buen estado- que recuerda en sus rasgos faciales a "La Priorísima" de las Carmelitas Descalzas de Antequera.

Al respecto, aclarar que Antonio del Castillo -quien también trabajó como tallista- realizó su aprendizaje en el taller de su padre, Juan Bautista del Castillo. Tras su muerte, es probable que Antonio pasara a formar parte del taller de Pedro de Mena. No obstante, José Luis Romero Torres apunta a una posible colaboración suya en la sillería del coro de la Catedral de Málaga, contratada por Pedro de Mena en el año 1658.

Llegados a este punto, hemos tenido ocasión de comprobar la cercanía de la imagen de Nuestra Señora de las Tristezas de Córdoba al estilo de Antonio del Castillo (1635-1704), mediante los paralelismos que muestra con otras obras relacionadas con el autor. Podemos concluir señalando que la titular del Remedio de Ánimas, por todo lo desarrollado en este artículo, pasaría a catalogarse como obra atribuida al escultor antequerano, datándose en la segunda mitad del siglo XVII o, como muy tarde, en los primeros años del XVIII.

 

 
 

Divina Providencia (Málaga)

 

Nota de La Hornacina: Agustín Camargo Repullo es Historiador del Arte. Artículo publicado, con ligeras modificaciones, en el blog del autor https://artefeytradicion.wordpress.com

 

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