LOS SANTOS VARONES DE CARTAYA (HUELVA)

Sergio Cabaco


 

 

Los Santos Varones son diez hombres de la localidad onubense de Cartaya, y su condición se transmite, entre las familias, de padre a hijo primogénito. Si no hay hijos varones, la hija primogénita es la encargada de transmitir este derecho a su marido; un derecho que es vitalicio, es decir: se ejerce aun cuando el Santo Varón sea anciano y hasta que su salud se lo permita.

Sus vestimentas son muy curiosas: túnica blanca de lino, ancho cíngulo de color negro y casquetes también blancos de lino, llevando dos grandes aletas almidonadas y rizadas que caen sobre la nuca. El origen del tocado se halla en unas cofias medievales que aparecen en las Cantigas de Santa María.

La ceremonia se realiza en la tarde del Viernes Santo y comienza con un predicador que empieza a contar, a modo de pregón, la Pasión de Jesús. El altar mayor de la parroquia aparece cubierto con un enorme velo morado, bajo el cual se halla otro velo más corto de color blanco que cubre toda la parte del presbiterio y que, al grito del predicador anunciando la rasgadura del velo tras la muerte de Cristo, se rompe y se descorre, apareciendo la imagen del Crucificado con dos escaleras apoyadas sobre la cruz y los diez Santos Varones, cinco a cada lado de la imagen.

Es un momento impresionante al que le sigue un silencio de tumba que sobrecoge. Entonces, el predicador, que no forma parte de la comitiva, sigue con su relato hasta llegar a la parte del Descendimiento. En ese momento, dos Santos Varones se suben a las escaleras, descuelgan el INRI y le quitaron la corona de espinas al Cristo, que fue a parar al más joven de todos ellos, quien la alza y, adelantándose, la muestra a los presentes.

Entonces, empiezan a desclavar la imagen (obra del artista sevillano José Alarcón Santacruz); primero las manos y luego los pies, tras lo cual, sostenida con unas sabanas blancas desde arriba, es transportada a una mesa cubierta con más sábanas y, sostenido en ella, lo llevan ante la imagen de la Virgen de los Dolores bajo palio, obra de Antonio Bidón Villar realizada a imitación de la antigua Hiniesta sevillana.

Tras la presentación, el Cristo se pone en besapiés. Una vez terminado, un coro empieza a cantar salmos penitenciales y la imagen es depositada en una urna para salir enseguida en procesión por el pueblo. Finalizada la procesión, sacan la imagen de la urna y la colocan sobre el altar, y es entonces cuando realizan una extraña ceremonia, con curiosos aspavientos, que rememora la unción con los perfumes a Jesús muerto.

Por último, mientras el coro sigue cantando salmos, la imagen se traslada al altar donde recibe culto todo el año, cierran el cristal donde se halla guardada y lo cubren con un velo morado, tras lo cual los Santos Varones se santiguan y se retiran en absoluto silencio.

 

Fotografía de Eduardo Sugrañes

 

FUENTES: INFANTE GALÁN, Juan. "La Pasión, según el pueblo.
Los Santos Varones, de Cartaya
, publicado en ABC de Sevilla.

 

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