EL PASO DE LA DIVINA PASTORA DE CANTILLANA

José Manuel Barranca Daza


 

 

Evolución histórico-artística (I)

En la noche del 8 de septiembre, la Divina Pastora recorre las calles de la localidad sevillana de Cantillana en su paso procesional. Desde los inicios de la procesión -en la primera mitad del siglo XIX-, varios han sido los pasos utilizados por la hermandad para procesionar a su titular mariana, perviviendo en todos unos elementos imprescindibles que le dan carácter propio y diferenciador.

Las primeras referencias documentales de la procesión con la imagen de la Divina Pastora -que desde 1720 se veneraba en la parroquial de Cantillana- son de mediados del siglo XIX. Desconocemos qué paso se utilizaba, pero bien pudo ser el mismo que se aprecia en la primera fotografía de la Divina Pastora de la que tenemos constancia y que data de la década de 1860 (imagen superior). De menores dimensiones que el actual, tenía canastilla de madera tallada, decorada con hojas de acantos y dorada en oro fino. Era llevado a hombros con ocho maniguetas (cuatro delanteras y cuatro traseras), de la misma forma que fueron tradicionalmente portados los pasos en Cantillana hasta la década de 1950. Al principio se alumbraba con candelabros aderezados con lágrimas de cristal, sustituidos poco después por cuatro candelabros con guardabrisas en madera dorada que todavía conserva la hermandad pastoreña para el montaje de algunos altares de cultos y otras ocasiones.

Ya en esa primera fotografía vemos uno de los elementos genuinos y diferenciadores del paso de la Divina Pastora, quizás el más característico: la llamativa y simbólica peña que, como peana de inspiración bucólica, alza sobre el paso a la imagen de la Virgen. La peña ha pervivido hasta el momento, siendo el marco idóneo para la representación del grupo escultórico de la Divina Pastora con sus ovejas y San Miguel Arcángel, imagen que siempre estuvo presente en el paso. También observamos otro elemento genuino: el árbol realizado con flores contrahechas bajo el que se cobija la Virgen y del que pende una representación del Espíritu Santo en forma de paloma, expidiendo de su pico hilillos de oro como los rayos de la Gracia. Adornaban las ramas una cantidad variable de rosarios, que demostraban el simbolismo de este arbusto como iconografía de la oración mariana, origen cultual de la devoción a la Divina Pastora. En la peña se aprecian varias ovejas y elementos arquitectónicos como casas y ruinas, que aportaban una impronta romántica al conjunto.

El origen de ese paso de madera dorada es un poco confuso, pues desde finales del XIX hasta los años 70 se conservan numerosos documentos gráficos de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno sobre el mismo. Si tenemos en cuenta una tradición oral que cuenta cómo los pescadores costearon el paso del Nazareno tiempos atrás y que sus descendientes fueron siempre los que portaron sus maniguetas durante su procesión en la madrugada del Viernes Santo, podemos situar la hechura del paso en un momento anterior a esa fecha de mediados del siglo XIX. Así, las andas en cuestión serían cedidas a la Divina Pastora por la Cofradía del Nazareno, dados los vínculos que desde antiguo existieron entre ambas por la familia Sarmiento, que hasta hace poco regentaba la citada hermandad de penitencia. Al estrenar la Divina Pastora el paso plateado del que a continuación hablaremos, el de madera dorada lo siguió utilizando de manera exclusiva la imagen del Nazareno hasta 1982, siendo posteriormente vendido a una hermandad de Santa Marta de los Barros (Badajoz), donde actualmente se conserva. Algunas de estas afirmaciones no dejan de ser hipótesis basadas en noticias de transmisión popular, cuya veracidad no podemos demostrar en este artículo. 

 

 

Evolución histórico-artística (II)

Entrada la década de 1880 se estrena un nuevo paso, que ya aparece fotografiado en 1885. Este paso tenía una configuración similar al anterior aunque estaba realizado en metal repujado y plateado. Es el que más tiempo ha utilizado la Divina Pastora, pues con algunas reformas se mantuvo hasta el estreno de la actual canastilla en 1978. Todavía se conserva aquella canastilla de plata, de corte rectangular, formada por dos grandes cenefas que recorren de forma horizontal cada cara, interrumpiéndose en el centro para alojar los emblemas del cayado y el sombrero y el anagrama de María en cada uno de sus lados. Cuenta con un fondo plano con las típicas marcas de escama a cincel de época rocalla, que junto con la plástica de grandes volúmenes y hojarasca naturalista, evocan la estética del rococó francés, recuperada para la moda en la Francia de Napoleón III. A pesar de ser sustituida en los 70, se sigue utilizando en los cultos con usos diferentes al procesional.

Llevaba grandes candelabros en sus esquinas que podían girarse al llegar a los tramos más estrechos del recorrido. La profusión de guardabrisas corría a lo largo del perímetro del canasto, y dos candelabros de menor tamaño (tipo "mecheros"), situados en la peña, daban luz a la Virgen, como era costumbre en muchos pasos de Glorias de Sevilla. La iluminación se convirtió en una "obsesión" entre fines del XIX y comienzos del XX, incorporándose en el año 1919 la luz eléctrica como "artículo de lujo", un avance que permitía mejorar la visión de la Virgen y que ésta no sufriera el daño del humo de la cera. La luz eléctrica es otro de los elementos que otorgan gran personalidad al paso de la Pastora.

Desconocemos el autor de este segundo paso, pero podemos atribuirlo con bastante fundamento al taller de Isaura, cuya obra más conocida es el palio de plata de la Virgen de la Esperanza Macarena, realizado en 1875, vendido en 1918 a la hermandad sevillana de los Gitanos y posteriormente a la Virgen del Mayor Dolor de Aracena (Huelva), que lo conserva. Muchas semejanzas guardan algunos elementos de este palio con el paso cantillanero, especialmente las grandes hojas de acantos de los candelabros de guardabrisas y los tallos de bronce macizo. Estas hojas las conserva todavía la Divina Pastora en el Sol utilizado en los cultos de mayo. Estos candelabros tan característicos bien pudieran recuperarse devolviéndole todas sus piezas originales.

La fábrica de bronces y metal blanco de Isaura fue fundada en 1760 por su abuelo Raimundo y continuada por su padre. La empresa recibió numerosas medallas en varias exposiciones, entre ellas las celebradas en París, Londres, Viena, Filadelfia y Boston. Isaura nació en 1824 y estudió desde los 10 a los 20 años en la Junta de Comercio de la Casa Lonja, donde recibió clases de dibujo, modelado y grabado. Seguidamente viajó a Francia, Bélgica, Alemania, Austria e Inglaterra para estudiar los adelantos introducidos en cada país en el trabajo de los metales, con objeto de implantarlos en su fábrica cuando regresó a ella en 1842. En aquel momento, se produjo el descubrimiento en Francia de los procedimientos galvánicos para platear y dorar inventados por Ruolz, introduciendo Isaura tan notable descubrimiento en su factoría, en la que llegó a existir una máquina de vapor de 60 caballos que impulsaba las máquinas utilizadas en la elaboración de los productos artísticos.

Durante la primera mitad del XX vemos este paso adaptándose a los gustos de la época en cuanto al exorno: con flores contrahechas, cambios en la disposición de las ovejas en la peña, etcétera. En los inicios del siglo sufre la primera gran remodelación, ya que pasa de tener cuatro a ocho maniguetas. La canastilla de plata se ubica sobre estos elementos, pues anteriormente se utilizó simulando unos respiraderos. Consta que a mitad de la década de 1940 fue plateado de nuevo. En 1957 llega la gran reforma del paso al adaptarlo para ser llevado por costaleros. Se construyeron unas parihuelas a las que se adaptó la canastilla mientras que los primeros años se utilizaron unos respiraderos cedidos por la hermandad de la Divina Pastora de Triana. En las cuatro esquinas, se situaron cuatro jarras de plata. En esta época las flores contrahechas dan paso a las naturales: nardos, claveles, gladiolos… Aquellas flores elaboradas artesanalmente se realizaban de forma similar al árbol; manos pastoreñas daban forma al carismático rosal o al tradicional almendro que siempre acompañaron a la Divina Pastora cantillanera, frente al resto de Pastoras que habitualmente han utilizado un granado o álamo plateado, como la del convento franciscano de San Antonio de Sevilla. Es inevitable aquí la referencia a Pastora Solís, que durante buena parte del siglo pasado se encargó de ellos. Sus descendientes siguen manufacturando en la actualidad estos árboles que suponen otro de los elementos distintivos de la Divina Pastora y de su paso.

 

 
 

 

Evolución histórico-artística (III)

Años más tarde -ya en la década de 1960- se lleva a cabo la construcción de los actuales respiraderos en los talleres de Orfebrería Villarreal, notables piezas de orfebrería sevillana que siguen la línea del historicismo renacentista, tan de moda en las cofradías durante esa época. Están estructurados en paños rectangulares, divididos por pilastrillas con ornamentación floral, que se distribuye también por toda la obra entrelazando aves, tallos y flores a modo de la composición abigarrada de los bordados filipinos. Son, en total, ochos paños cuya ornamentación la centra una cartela repujada, con distintas variedades de flores en cada una. Cabezas de querubines de metal dorado y los escudos de la Hermandad y de la Villa de Cantillana en la delantera y la trasera, completan el diseño de las piezas.

A finales de la década de 1970 se construye una nueva canastilla de mayores proporciones, junto a cuatro ángeles mancebos con filacterias para las esquinas del paso. Este proyecto fue realizado gracias a Francisco Díaz, que dejó su caudal a la hermandad tras su muerte, y se ejecutó también en Villarreal. De planta rectangular con esquinas chaflanadas, está formado por un gran baquetón de corte cóncavo rematado por cornisas y divididos por paños rectangulares separados por costillas y centrado cada lateral por una capilla con una imagen mariana. Estas últimas incorporaciones se concibieron de una forma más impersonal que todas las anteriormente mencionadas, configurando en la actualidad un conjunto menos integrado de la Virgen con sus andas.

Iniciado el siglo XXI la cuadrilla de costaleros que desde 1981 llevan a la Divina Pastora sobre sus hombros regalan el actual llamador ejecutado en plata de ley con un peso de 7´5 kg, según diseño de Luis Manuel López Hernández, Licenciado en Bellas Artes. Esta pieza supone una gran obra de orfebrería, realizada en los talleres de Viuda de Villarreal. Tiene además un alto valor simbólico, representando a los sacerdotes levitas del Antiguo Testamento portando el Arca de la Alianza con pieles de corderos como símbolo de la Virgen como Divina Pastora. Esta obra fue el primer eslabón del anhelado proyecto de las nuevas andas.

En el año 2004 la cuadrilla de costaleros celebra su XV aniversario y con tal motivo emprende el proyecto más ambicioso del paso de la Divina Pastora hasta el momento: la realización de los cuatro faldones. Luis Manuel López Hernández fue también el autor del diseño. El 8 de septiembre de 2005 fue estrenado el faldón trasero, que para la ocasión fue colocado en la delantera. En 2009 se finalizó el proyecto, confeccionado en el taller de bordados de Manuel Solano, autor también del estandarte corporativo de la hermandad. Los maravillosos paños que cubren el paso aúnan de forma singular el buen gusto del diseño con la sabia conjunción de motivos simbólicos. Es un bodegón del pastorado donde cayados, frutas, flores, cuernas, cascabeles, cítaras, cuerdas y flautas configuran una armónica evocación de la chambrana de una mesa barroca.

Dicho diseño no encuentra todo su sentido en el actual paso, ya que está pensado para las futuras y definitivas andas de plata, ese proyecto que Cantillana elevará algún día como ofrenda perpetua a la Divina Pastora. En esta futura idea encuentran su enlace las grandes guirnaldas de rosas bordadas en oro, símbolo del Rosario, nombre y oración de esta hermandad. En los centros de cada cara campean los escudos de cuatro insignes personajes vinculados a la corporación: el rey Juan Carlos I, hermano mayor honorario; los condes Vicentelo de Leca; el beato cardenal Spínola; y el cardenal Lluch y Garriga, estos dos hermanos mayores perpetuos.

 

 

Significación de sus elementos definitorios y singulares: el árbol

Es un elemento de profundo simbolismo y gran valor estético. Representa el Árbol de la Cruz y el Árbol de la Gracia y de la Vida, en contraposición con el Árbol del Pecado del que comieron Adán y Eva. Es figura y símbolo de Cristo, de la Virgen y de la Iglesia; y por extensión, símbolo del Rosario (sobre todo cuando es un rosal el que representa) y de la propia hermandad. En su sombra se cobijan las almas.

Cuando es un almendro, su flor simboliza pureza y virginidad, así como la dulzura con la que la Virgen nos apacienta. Al almendro se le atribuye desde la antigüedad el ser alegoría de la vigilancia de Dios sobre su pueblo. Sus frutos -con forma de ojos- reiteran esa idea. En sus ramas cuelgan doce campanitas de plata, cuyo número evoca las Doce Tribus de Israel y los Doce Apóstoles que son origen del pueblo de Dios. Así mismo, antaño colgaban también unos rosarios, reforzando el simbolismo rosariano que hemos indicado.

Completa este rico repertorio iconológico, la representación en plata de una paloma que simboliza al Espíritu Santo derramando su Gracia vivificadora -siete hilillos de oro alusivos a los siete dones del Espíritu Santo- sobre la Virgen y sobre el propio árbol como representación del rebaño. Tras muchos años ausente, en 2004 se recuperó la alegoría del Espíritu Santo, aunque desgraciadamente estos últimos años se ha prescindido de ella.

 

 

Significación de sus elementos definitorios y singulares: la peña

La Divina Pastora de Cantillana no se concibe como una imagen aislada sino como parte de un grupo escultórico, compuesto por la Imagen de la Virgen, el Cordero Divino, las ovejas y el Arcángel San Miguel. Posteriormente a este grupo se añade la Imagen del Divino Pastorcito.

La peña es el marco idóneo para este grupo escultórico. Es un trasunto a pequeña escala del risco y su profundo simbolismo (para más información sobre él, ver un artículo de próxima aparición en este portal), pues representa la vida terrena y el camino ascendente hacia la eternidad, mostrada en su cima donde habita el Altísimo y los Bienaventurados, con la Virgen como primera de ellos. Sobre la peña, de corchos estofados, se dispone el grupo de la Divina Pastora: en la cumbre campea la Virgen con sus atributos de Pastora (cayado de oro y piedras preciosas, ofrecido a la Virgen por su pueblo en el 2003; sombrero de hilos de oro y pedrería, del siglo XVIII; aderezo de oro y diamantes, del siglo XVIII; diadema de oro y piedras preciosas de 1929; la primera medalla de oro de la villa de Cantillana, que ostenta desde 1995; y otras joyas de gran valía), a su diestra el Cordero inmaculado y apocalíptico, Cristo, y rodeándola el trío de ovejas que componen de manera figurativa y aglutinadora la mística grey de la Iglesia, tal como ideó fray Isidoro de Sevilla:

 

- Rebaño de la Iglesia Triunfante. Representado por la oveja del lado izquierdo de la Virgen, que levanta una de sus patas en señal de adoración y de alabanza.

- Rebaño de la Iglesia Purgante. Representado por una oveja rascándose, a una altura inferior, y que con este ademán manifiesta la intención de purgar sus pecados.

- Rebaño de la Iglesia Militante. Representado por la oveja que, acechada por el lobo (el demonio), invoca con sus oraciones a la Virgen y recibe el auxilio celestial de San Miguel Arcángel, mayoral celeste, que aparece en el lado izquierdo a media altura de la peña, encarnado en una imagen de talla policromada y estofada con rico escudo de plata y espada flamígera del mismo metal.

 

Otras ovejas representarían las almas de Dios que no son de este rebaño (la Iglesia), según las sagradas escrituras: los cristianos de otras confesiones, los infieles y los no creyentes.

Siguiendo la corriente de finales del siglo XVIII que incorpora a la iconografía pastoreña la imagen del Niño Jesús como Buen Pastor, a finales del XIX se añade al grupo la bellísima talla del Divino Pastorcito. En la peña se ubica hacia el mismo lado del Cordero Inmaculado, a una altura inferior -a la derecha de la Virgen-, y completa el significado teológico del conjunto, pues muestra a Cristo en la eternidad como Cordero Místico, principal oveja del rebaño, y a la vez cercano y encarnado hecho hombre, ejerciendo el verdadero pastorado que proclaman las sagradas escrituras, del que es partícipe y colaboradora la Virgen. La imagen de Jesús Niño viste pellica de piel de cordero, calzas bordadas en oro ceñidas por fajín también bordado, zurrón y sombrero pastoril sobre su espalda. En su mano izquierda porta un cayado de oro, regalado por el pueblo de Cantillana en 2004 con el excedente del oro donado para el de la Virgen. Su diseño se inspira en un tallo de vid, en alusión a las palabras de Cristo en el evangelio: "Yo soy la vid y vosotros los sarmientos" (Juan 15, 1-8), rematado por una espiral de la que cuelga un racimo y que se enrosca en un cabujón de ámbar que simboliza la eternidad; está así mismo coronado por tres espigas entrelazadas que forman una cruz, símbolo y estandarte de Cristo, de manera que este símbolo de la redención se convierte en sí en el propio báculo del Buen Pastor.

El vasto contenido alegórico de este escollo sagrado se completa con otros elementos:

 

- La cueva del infierno, de donde emerge el maligno (lobo) que acecha a las ovejas y en cuyo interior aparece una figura del Demonio.

- Las serpientes y los espinos representan a los otros dos enemigos del alma -Mundo y Carne- según la doctrina cristiana: las espinas representan al Mundo, y las serpientes a la Carne.

- Las letanías marianas. Aparecen en la peña otros símbolos mariológicos: pequeñas edificaciones de madera estofada simulan un castillo -refugio de los pecadores y consuelo de los afligidos- para mostrar a la Virgen como alcázar de Dios e imperturbable fortaleza; una casa de oro; una torre con balaustradas -Torre de David-; una torre de marfil; un pórtico -Puerta del Cielo-; un pozo -Pozo de la Sabiduría; una iglesia o templo representativo del Templo de Salomón y, por extensión, de la Iglesia; un molino de trigo y una noria de agua -agua que corre hasta la vida eterna-; y algunos elementos más, perdidos con el tiempo y que serían susceptibles de recuperarse.

 

Antaño figuraban en la peña de la Divina Pastora pequeñas figuritas de barro cocido de pastores, evocando las palabras del Cantar de los Cantares: "¡Oh tú la más hermosa, sal y ve tras las huellas de tu rebaño, y apacienta tus ovejas junto a las cabañas de los pastores!" (Cantar de los cantares, 1, 8). Es la invitación que hacen las Sagradas Escrituras a la Esposa amada (la Virgen o la Iglesia), a que salga a apacentar y a cuidar el rebaño en el mundo. La antigua peña del siglo XIX, muy deteriorada, fue sustituida en el año 1985 por una nueva que sigue las proporciones y distribución de la anterior. Está también confeccionada en corchos, y las casas y letanías en madera tallada, todo ello estofado en oro y policromado.

 

 

Significación de sus elementos definitorios y singulares: la plata, el nardo y la luz eléctrica

El sentido estético y simbólico de la plata evoca la feminidad, la pureza y la nocturnidad. La plata remite a la luna (como solía metaforizar, pleno de intuición lírica, el poeta Federico García Lorca), el astro que preside la noche, que representa a la Virgen, en relación con el Sol (el día, la luz), que simboliza a Cristo. Aunque el primer paso utilizado por la Virgen fuese de madera dorada, la plata desde finales del siglo XIX es el material que ha predominado en las andas de la Divina Pastora.

Si hay una flor característica en el paso, es el nardo. Su fragancia evoca el día de la Natividad de la Virgen, la fiesta mayor de Cantillana. Las esquinas de nardos se han convertido en imprescindibles, en otra seña de identidad del paso de la Pastora. Como la plata, alude a la pureza y a la virginidad por su aroma y su color.

Por último, la luz eléctrica es otro elemento característico del paso, adoptado posteriormente por otras corporaciones locales. Ya hemos dicho que la Divina Pastora de Cantillana fue pionera, a comienzos del siglo XX, en utilizar la luz eléctrica en su paso como práctico artículo de lujo, que evitaba que la talla sufriera los inconvenientes de la cercana combustión de velas u otros productos contaminantes, como el carburo. Ello es una demostración del celo que el pueblo pastoreño siempre tuvo por la conservación de su imagen titular. 

 

 

Nota de La Hornacina: el autor agradece la colaboración de Juan Manuel Daza Somoano, Luis Manuel López Hernández, Francisco Manuel Durán Gallardo y Antonio López Hernández para la realización del artículo.

 

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