SANTA GERTRUDIS. PARROQUIA MATRIZ
DE EL SALVADOR DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero


 

Don Nicolás de Sotomayor fue Capitán de Las Milicias pero también lo fue del navío “Nuestra Señora del Rosario y El Santísimo Cristo del Planto”, alias “La Paz”, que, a su cargo, hacía la travesía de América. En uno de estos viajes trajo una imagen de Santa Gertrudis a la que daba culto en su casa aunque sobre ella, en su testamento, dispuso que se colocara en la ermita de San Francisco Javier en el nicho que para este fin había hecho; que se le dijera todos los años misa rezada y novena en el día de su onomástica, a libre voluntad de sus herederos, sin gravamen ni hipoteca, para que ningún Juez eclesiástico pudiera obligarles a su cumplimiento (A.P.N. 1797). Su hijo don Miguel, a su vez, en una de sus cláusulas testamentarias mandó a su hijo del mismo nombre que llevara a efecto lo dispuesto por su padre con respecto a la imagen de Santa Gertrudis que estaba en su casa porque él no lo pudo realizar, entre otras causas, por las disposiciones gubernamentales sobre ermitas y demás concernientes a asuntos eclesiásticos (A.P.N. 1851). 

En el siglo actual, la talla recibía culto en la iglesia que fue del convento de Santo Domingo y desde hace pocos años en la Parroquia Matriz de El Salvador de la capital palmera, donde se conserva. Actualmente está entronizada en el altar de San Juan Bautista -segunda capilla colateral del Evangelio- dentro de una pequeña hornacina a los pies del retablo. 

Se trata de una bella imagen barroca de aproximadamente un metro de altura, estofada, dorada y policromada. La larga túnica con amplias mangas está confeccionada con tela adamascada en adornos de pan de oro, simulando los hábitos de la orden benedictina, de la que llegó a ser abadesa. Tiene su mano derecha ligeramente alzada, mientras que la izquierda está prácticamente pegada al pecho y no se le aprecia ningún atributo. Lamentablemente le faltan algunos de sus dedos. Su penetrante y profunda mirada no deja impasible al observador. Sus grandes ojos oscuros y almendrados desprenden una gran dulzura. Otras características destacables son: su boca pequeña y bien perfilada, su mentón redondeado, sus finas cejas arqueadas, pequeña nariz, rostro ovalado… 

Según la iconografía, hay dos santas llamadas Gertrudis. Una de ellas, denominada La Magna o también La Grande, tiene como atributos personales un crucifijo, un libro escrito por ella, llamado Revelaciones (era famosa por sus escritos ascéticos) y un báculo de abadesa de la orden del Císter vuelto hacia dentro. Fue una mística alemana nacida en Eisleben (Turingia) en 1256 cuyo culto se difundió en España, llegando a ser proclamada patrona de Tarragona. Había ingresado en el monasterio de Helfta (Sajonia) a la edad de cinco años. Fue educada esmeradamente en las letras clásicas y en algunas artes como el canto y la miniatura. Se preocupaba con gran afición de la cultura y de las cosas mundanas, pues aún no se había entregado a Dios de pleno. Lo dice de sí misma: «Primero se preocupaba de su alma lo mismo que de sus pies, viviendo como una pagana entre paganos». La preocupación por la cultura clásica le hacía olvidar los actos de piedad y su entrega a Dios. Murió en 1302. Como fue canonizada en 1677, el arte de la Edad Media la ha ignorado casi totalmente. La Magna se distingue por su atributo místico: un corazón inflamado, habitado por el Niño Jesús (fue una de las que revelaron al mundo la devoción al Sagrado Corazón) o también las cinco llagas impresas en sus miembros como vemos en San Francisco de Asís y en otras santas (la nuestra no los posee). Su fiesta se celebra el 16 de noviembre. 

Podría confundirse con su homónima, Santa Gertrudis de Nivelles, puesto que también ésta llegó a ser en el año 652 la segunda abadesa del monasterio de dicha localidad belga -Nivelles- de la provincia de Brabante en la región de Valonia. Presidió sabiamente el cenobio femenino que había sido construido por su madre (ésta también erigió otro masculino) y fue asidua lectora de las Sagradas Escrituras. Consumió su vida con la austeridad de vigilias y ayunos. Hija del alcalde de palacio Pipino de Landen y de Santa Itte, nació en 626 y, según su hagiografía, huyó para escapar de un pretendiente que deseaba obligarla a casarse. Recibió de manos de San Amadeo el sagrado velo de las vírgenes. Etimológicamente significa “virgen de la lanza”. Murió en 659 a los treinta y tres años de edad. Es patrona de los hospitales, de los viajeros y de los peregrinos. Sobre todo se la invocaba contra las plagas de ratas y ratones (pestis murium), ratones de campo y otros roedores y, como contrapartida, es protectora de los gatos. Como atributo personal, suele llevar un grupo de ratones que trepan por su vestido y por el báculo. Para librarse de estas repelentes especies bastaba pregar y recitar en su honor un Pater Noster y un Ave María. El día de su fiesta, el 17 de marzo (también el 26 de mayo), era necesario abstenerse de hilar, de lo contrario, los ratones roían ruecas y madejas. Su culto ha perdido fuerza por el empleo de los matarratas y otros eficaces procedimientos raticidas. 


BIBLIOGRAFÍA

Archivo de Protocolos Notariales de Santa Cruz de La Palma (A.P.N.) José María Salazar, 1851; Bernardo José Romero 1797.

FERRANDO ROIG, Juan. Iconografía de los Santos, Ediciones Omega, Barcelona, 1960.

PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y Familias de una Ciudad Histórica. La Calle Real de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1995.

RÉAU, Louis. Iconographie de l’Art Chrétien, P.U.F., Paris, 1957.

 

 

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