UNA IMAGEN DE SAN JUAN NEPOMUCENO EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA

Francisco González Luque


 

 
 
San Juan Nepomuceno en el Hotel Monasterio San Miguel de El Puerto de Santa María

 

Queremos llamar la atención sobre una magnífica talla en madera policromada localizada en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María, que cobra un interés añadido al mérito artístico por la doble actualidad que, lamentablemente, aporta su origen y su actual ubicación.

Se trata de una imagen de San Juan Nepomuceno, barroca, genovesa y fechada en el siglo XVIII, procedente del Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz y localizada, al menos hasta mediados del mes de abril del presente año 2012, en el claustro bajo del antiguo Convento de Capuchinas, el cual fue transformado en Hotel Monasterio de San Miguel en esa ciudad.

La apertura de ese oratorio gaditano tras su restauración y el cierre de ese hotel nos animan a publicar estas líneas en las que, tras repasar algunos apuntes biográficos e iconográficos del santo, estudiaremos la citada talla y destacaremos los principales datos de su pasado, presente y probable futuro.

 

 
 
San Juan Nepomuceno. Iglesia de San Dionisio de Jerez de la Frontera

 

BIOGRAFÍA, CULTO Y PATRONAZGO DE SAN JUAN NEPOMUCENO

San Juan Nepomuceno fue un santo checo que vivió en la segunda mitad del siglo XIV (1345-1393), doctor en Derecho eclesiástico, canónigo, arcipreste, Vicario General de la archidiócesis de Praga y confesor de la emperatriz Sofía de Bohemia.

La causa de su muerte está envuelta en legendarias y extrañas circunstancias. Al parecer, se ahogó en el río Moldava adonde fue arrojado desde el puente Carlos de Praga tras sufrir martirio por orden del emperador Wenceslao IV, quizá celoso por no poder arrancarle un secreto de confesión con su esposa, o tal vez debido a la decisión del santo de nombrar un nuevo abad diferente del propuesto por el emperador. En cualquier caso, seguramente su ejecución estaría relacionada con el conflicto entre el poder real y la jerarquía eclesiástica en pleno Cisma de Occidente.

Enseguida el clero vio un mártir de la soberanía y supremacía de la Iglesia y la libertad religiosa ante el poder civil. El arzobispo, que huyó a Roma inmediatamente, lo presentó allí como un mártir, circunstancia que fue aprovechada para contar ciertos milagros, con lo que la devoción religiosa y patriótica comenzó de manera imparable hasta hoy en la república Checa y en medio mundo.

Desde su muerte fue considerado patrono de los confesores (por haber sido clérigo modélico) y protector del honor de las personas contra la difamación (prefirió morir antes que revelar secretos de confesión y arruinar la buena fama de una penitente). También es patrono de navegantes, barqueros, pescadores y peregrinos, protector contra las inundaciones y los desastres naturales. Venerado especialmente en Europa Central, Oriental (República Checa, Alemania, Lituania y Polonia) e Italia, fue beatificado en 1721, canonizado en 1729 y la Compañía de Jesús lo adoptó como co-patrono en 1731.

Su culto también se asoció con el impulso contrarreformista del sacramento de la penitencia, rechazado por los protestantes y, como era protector contra las calumnias y los jesuitas eran acusados de utilizar su papel de confesores en las intrigas internacionales de su época, serían éstos quienes difundan el culto e iconografía de este santo culto y magnífico orador, interesados por resaltar su recuerdo asociándolo a la buena reputación en general y a la confidencialidad del sacerdocio en particular. Para ello se valieron de las estampas y grabados que fueron copiando distintos pintores y de la publicación de varias biografías, algunas con detalles de escaso rigor histórico acerca de su vida, milagros y martirio, que alcanzaron gran difusión e incrementaron su devoción.

Por aquella época ya se le veneraba en España, como lo demuestra su aparición en cuadros y esculturas en retablos, gracias a esa labor propagandística de la Compañía de Jesús y, tal vez, como sostiene el historiador del arte checo Pavel Stépánek, al "contacto de los alemanes que venían a la corte de los Habsburgo en Madrid". Desde 1758 es Patrón del Cuerpo de Infantería de Marina de España.

Esta devoción debió ser muy importante en Andalucía y Cádiz, sobre todo a lo largo de ese siglo XVIII, como queda atestiguado por la cantidad de imágenes que se veneraban en sus iglesias.

 

 
 
San Juan Nepomuceno. Puente Carlos IV de Praga
 
 
 
 
Biografía ilustrada de San Juan Nepomuceno del jesuita Balbín

 

ASPECTOS ICONOGRÁFICOS (I)

Las primeras representaciones gráficas de San Juan Nepomuceno aparecen a fines del siglo XVI, después del Concilio de Trento y mucho antes de que fuera declarado oficialmente santo. La biografía del jesuita checo Balbín (1680) y la imagen de Mathias Rauchmüller para colocar en el Puente Carlos IV de Praga (1681) serán definitivas para la difusión de dicha veneración. Pero será a partir de su canonización cuando proliferen las distintas representaciones artísticas, tanto en escultura como en pintura, repartidas por retablos e iglesias, pero también en cruceros de caminos, puentes, etcétera.

Resumiendo la iconografía, podemos afirmar que suele representarse joven y con barba, sentado, erguido o arrodillado sobre una nube, generalmente vestido de canónigo (con sotana, roquete, muceta de armiño y bonete). Es frecuente, tanto en pintura como escultura, ver su cabeza coronada por una aureola con cinco estrellas (en ocasiones sustituidas por luces en forma de ráfagas de fuego y a veces junto a la presencia de angelitos), aludiendo a las que aparecieron sobre su cuerpo ahogado en el río Moldava (también pueden simbolizar las cinco letras de la palabra latina "tacet", callarse).

 

 
     
     
Retablo en la Iglesia de San Juan Bautista (Écija)
 
Imagen del Oratorio de San Felipe Neri (Cádiz)

 

ASPECTOS ICONOGRÁFICOS (II)

Suele portar diferentes atributos en sus manos: una cruz (cogida con una mano o abrazado a ella, a la que observa o adora simbolizando la firmeza de fe), un libro (como sacerdote y maestro de Teología y Derecho Canónico) la palma como mártir, incluso su lengua como símbolo del silencio incorruptible (1).

Otros atributos menos frecuentes son un nenúfar (asociación con el agua donde murió ahogado), el ancla por ser patrón de los ahogados y una cadena o candado en los labios por no traicionar el secreto de confesión. A veces suele poner el dedo índice delante de su boca como testimonio de dicho sigilo.

En grabados y cuadros suelen representarse también distintos episodios de su vida, en escenas como la confesión de la reina, su encarcelamiento, martirio y muerte arrojado del puente, su cadáver iluminado en el agua con luces o estrellas, varios milagros atribuidos, orando ante la Virgen, rechazando regalos del emperador (como la mitra episcopal) e incluso en la Gloria, entre nubes y ángeles.

Esta última variante, conocida como "San Juan en la Gloria Celeste" se extendió por los países católicos, según Pavel Stépánek, a partir del "grabado de J. B. Sintes según A. Manucci, que fue realizado en 1727 en Roma y enviado a Praga, siendo divulgado en numerosas reproducciones grabadas". En dicho modelo aparece emergiendo de las aguas, vestido de canónigo, con sotana, roquete y capa de armiño, cruz sobre las manos y dos ángeles que portan la corona de cinco estrellas. Otras veces, como es el caso de la imagen que tratamos, está situado sobre las nubes, tal vez asociado a la Asunción de la Virgen María.

 

 
 
 
 
 
 
Perfiles de cabeza y rostro

 

ANÁLISIS FORMAL (I)

Se trata de una obra de tamaño académico (mide 110 cm de altura) tallada en madera, policromada, estofada y encarnada y con ojos de cristal.

El santo checo se representa con el tradicional hábito talar de los canónigos, roquete de cuello vuelto redondo que cubre la sotana negra y muceta o esclavina de armiño. Se encuentra en actitud genuflexa, semiarrodillado con la pierna izquierda y flexionando la contraria por la rodilla, asomando el calzado del pie derecho. Se posa sobre una nube y gira e inclina su cabeza en actitud de contemplar el crucifijo que portaba en su mano izquierda. En cuanto a su expresivo y joven rostro, de rasgos clásicos, se encuentra enmarcado por una cabellera de largos y ondulados mechones que casi le ocultan las orejas y se disponen asimétricamente sobre su despejada frente y barba poblada.

Entre sus correctas y bellas facciones -creemos que poco alteradas con el paso del tiempo- destacan las cejas finas y ligeramente curvadas, ojos almendrados de cristal bajo abultados párpados, nariz recta, bigote partido por un marcado surco nasolabial y boca pequeña con labios entreabiertos por los que se descubre encía superior y lengua, esta última quizás como elemento destacable en alusión al secreto de confesión que le ocasionó el martirio y la muerte.

 

 
 
San Juan Nepomuceno fotografiado por José Miguel Sánchez Peña en 1971
 
 
 
 
Al cambiar de ubicación, desaparecieron los ángeles de la nube
 
 
 
 
Detalle de un angelito aludiendo al secreto de confesión guardado por San Juan Nepomuceno

 

ANÁLISIS FORMAL (II)

Actualmente le faltan todos sus atributos que poseía cuando fuera tallado y colocado en el retablo del oratorio gaditano de San Felipe Neri. Además de la cruz tampoco le acompañan los cuatro hermosos angelitos que lo flanqueaban. En la fotografía en blanco y negro con la que ilustra esta imagen Sánchez Peña en su magnífico libro dedicado a la escultura genovesa en Cádiz (2), fechada en 1971 (más de 30 años anterior a la publicación de éste), aún los conservaba.

Se trata de figuras infantiles de ángeles rollizos y casi desnudos (un breve lienzo que cuelga sobre un hombro cubre parcialmente la zona púbica) que con sus diversas actitudes revoloteaban mostrando atributos de San Juan Nepomuceno alrededor de la nube donde se posa el santo. Actitudes y gestos de gran dinamismo aportan otra nota barroca al conjunto. Su presencia (y actual ausencia) queda atestiguada por los agujeros donde debían ir ensartados en la talla original. Y se justificaba iconográficamente por ser atributos alusivos, bien al secreto de confesión (uno de los angelitos colocaba un dedo índice ante la boca), al frustrado episcopado por su rechazo a la mitra episcopal (otro angelito se la ofrecía) o a otros específicos de los clérigos (el bonete o birreta de doctor que en otras versiones cubre su cabeza falta en esta talla pero era portado en sus manos por el angelito sobre el lateral izquierdo de la nube inferior). Sólo se conservan tres: el que sostenía dicho bonete (aunque ya sin este atributo), el que coloca el dedo ante los labios y un tercero que, a su lado, giraba su cabeza hacia la derecha sin portar atributo.

La policromía del santo resalta el afán naturalista que el escultor (u otro artista) supo imprimir a esta imagen de talla completa. La encarnadura de cara, cuello y manos es bastante plana y mate, destacando los sonrosados pómulos, los labios y lengua rojos, y la cabellera y bigote de tono castaño oscuro. Los ojos, negros, son de cristal. La pintura de las telas es de tonos apagados, predominando las gamas de gris tanto en la muceta como en el roquete, contrastando con el negro de la sotana que asoma por la parte inferior de éste y por las mangas. Una ligera labor de estofado en relieve se aprecia en los bordes del roquete, las bocamangas y el cuello, donde alternan los motivos vegetales y geométricos en zig zag y los matices dorados y plateados (exquisitos éstos en la elegante simulación de los encajes del alba). La nube sobre la que se apoya el santo también conserva la policromía de tonos grises y ocres que suponemos original.

 

 
 
Detalle de San José del grupo de la Sagrada Familia en la Iglesia de San Agustín de Cádiz
 
 
 
 
San José. Iglesia de Jesús Nazareno de Chiclana de la Frontera (Cádiz)
 
 
 
 
San Juan Nepomuceno. Iglesia del Convento del Carmen de San Fernando (Cádiz)

 

ESTILO, AUTORÍA Y CRONOLOGÍA

Una de las características más notables que permiten identificar el estilo de esta imagen del santo checo es su gran dinamismo conseguido por medio del juego de líneas tan movidas que compone el conjunto de la figura y la nube sobre la que se eleva. La postura del cuerpo (semiarrodillado, con la pierna derecha avanzada por la flexión de su rodilla, la izquierda apoyada en la nube y el torso levemente girado hacia la izquierda), la elevación de los brazos en ángulo recto y la posición de la cabeza, ligeramente inclinada hacia ese lado en actitud de contemplar la cruz, son características que provocan esa sensación de inestabilidad y desequilibrio típicamente barrocos se acentúa gracias al plegado de la indumentaria, las nubes sobre las que se alza la imagen y los angelitos que revoloteaban en torno a ella aportándole ese toque de teatralidad tan del gusto de este estilo.

Aunque permanece en el anonimato, podemos afirmar, siguiendo a Sánchez Peña, que pertenece a un autor desconocido de escuela genovesa posiblemente afincado en Cádiz a mediados del siglo XVIII. Muy conocidas y revalorizadas actualmente son las numerosas y excelentes obras de imaginería de avanzado estilo barroco que escultores italianos (genoveses sobre todo) dejaron en esta ciudad y otras localidades del entorno a lo largo de esta centuria debido al protagonismo comercial y económico que caracteriza a la región y que tan interesantes repercusiones tuvieron en el terreno artístico.

Algunas características físicas de esta extraordinaria pieza (boca entreabierta, nariz recta y cejas finas, ojos grandes y rasgados, orejas semiocultas tras los mechones laterales de la cabellera, los rizos de ésta y su barba, así como la inclinación lateral de su cabeza) nos remiten a la estética de los maestros genoveses del siglo XVIII, algunos como sabemos afincados en Cádiz. También la frecuencia con que se representan las nubes sobre las que se yerguen algunos personajes sagrados en asuntos marianos o hagiográficos o los propios angelitos que las rodean están en consonancia con el estilo de varios imagineros italianos.

Su autor, indudablemente, debió ser un seguidor de esa estética genovesa tan próxima al genial Antón María Maragliano (fallecido en 1739) o algún otro imaginero ligur con taller abierto en la capital gaditana. Entre sus discípulos más relevantes destacan algunos familiares (su hijo Giovanni Battista Maragliano y su sobrino Giovanni Maragliano) y los hermanos Francesco y Pietro Galleano (3). Quizá haya también que incluir en la nómina de los posibles autores que tallaran esta imagen a Antonio Molinari, artista genovés afincado en Cádiz (donde murió ahogado en 1756) y con varias obras documentadas en la capital (Sagrada Familia en San Agustín, de 1752 y Ángeles Lampareros de San Lorenzo en 1753).

En cuanto a su cronología, es muy probable que este San Juan Nepomuceno se realizara después del grabado de 1727, de la canonización del santo (1729) y tras ser considerado co-patrón de los jesuitas (1731), hitos devocionales y artísticos a partir de los cuales se generaliza el culto al mismo y proliferan estas representaciones. Seguramente se encargaría para ocupar la hornacina del banco del retablo que se levantó en San Felipe Neri cuando, tras las reformas que se efectuaron en el oratorio después del terremoto de Lisboa (1755), se decide tapiar una puerta lateral primitiva.

Desde luego, tanto en la capital como en localidades próximas a Cádiz pueden apreciarse todavía imágenes que morfológica, estilística y cronológicamente (la segunda mitad del siglo XVIII) guardan mucha relación con ésta. Incluso existen otras imágenes destacables de San Juan Nepomuceno en la provincia de Cádiz con las que puede emparentarse la que estudiamos atendiendo a su iconografía o estilo, como la conservada en el convento del Carmen de San Fernando, atribuida a Maragliano, y el San José de la Iglesia del Convento de Jesús Nazareno de Chiclana, anónimo y realizado en torno al año 1750, aunque puede incluirse en el "círculo de Antonio Molinari" según José Miguel Sánchez Peña.

 

 
 
Retablo semioculto por los titulares de la Cofradía de Luz y Aguas. Fotografía de Sánchez Peña (1973)
 
 
 
 
Detalle del retablo con los angelitos de San Juan Nepomuceno. Fotografía de Sánchez Peña (1973)
 
 
 
 
Angelitos de San Juan Nepomuceno en el paso de misterio de la cofradía gaditana de Luz y Aguas

 

PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA IMAGEN (I)

El recuerdo y veneración de San Felipe Neri siempre estuvo asociado al sacramento de la penitencia, ya que entre otras virtudes y dones, contaba con uno especial: saber confesar muy bien y obtener de sus penitentes sinceras conversiones. No es extraño, por tanto, que los filipenses estén tan relacionados con San Juan Nepomuceno por esa asociación con el secreto de confesión, sacramento muy vinculado a esta congregación, y que en el oratorio gaditano tuviera lugar de honor una imagen de este santo, sacerdote modélico en este menester, muerto precisamente por mantener esa confidencialidad, como ya hemos indicado. Así debió ocurrir desde que en 1575 fuera aprobada la Congregación del Oratorio o Filipenses.

Recordemos que la construcción del oratorio gaditano se inicia en 1685 por encargo de los filipenses, quienes lo inauguran en 1719 y lo reforman tras el deterioro sufrido a raíz del terremoto de Lisboa. De su arquitectura interior, ejemplo de plenitud barroca, destacamos su planta y cúpula elípticas, la articulación del espacio a base de grandes pilastras de distinto orden en cada uno de los tres pisos y las capillas laterales. Más tarde se formó una sexta capilla en el centro del lado de la Epístola al cegar una puerta lateral, la que más nos interesa ahora. El edificio cobró gran protagonismo a comienzos del siglo XIX, cuando se convierte en sede de las Cortes durante la invasión francesa y en lugar donde se proclame la primera Constitución liberal española en 1812. Los filipenses lo abandonaron en 1880. Posteriormente pasó a propiedad eclesiástica y fue cedido al colegio homónimo regentado por la Congregación de Marianistas desde los años treinta del pasado siglo hasta su abandono a finales de los años 60.

Con las recientes obras de restauración motivadas por la conmemoración del bicentenario de la Constitución, el edificio ha cobrado su primitivo esplendor dieciochesco, tanto en su arquitectura como en algunas de las piezas muebles conservadas del riquísimo patrimonio retablístico, escultórico y pictórico que poseyó (ya saben: obras de Murillo, Montes de Oca y escultores genoveses de primera fila como Schiaffino, Giscardi o Vaccaro repartidas por capillas y muros interiores).

En el banco del retablo rococó de una de ellas (la capilla de la Virgen de los Dolores, del último tercio del siglo XVIII, frente a la del Sagrario) se encontraba la imagen de San Juan Nepomuceno que estudiamos, como comentábamos a partir de la interesantísima fotografía con que Sánchez Peña lo captó en el año 1971 y donde el santo aparecía en esa localización primitiva con algunos de los atributos que le caracterizaban (el crucifijo y los cuatro angelitos flanqueando la nube en la que el santo se apoyaba). Durante varios años la mencionada Dolorosa varió su ubicación en este espacio interior y su retablo rococó estuvo semioculto tras un dosel ante el cual se colocaron los titulares de la cofradía gaditana de Luz y Aguas procedentes de la Iglesia de San Antonio, cerrada al culto por amenaza de ruina, como se recoge en fotografías posteriores, cuando seguramente ya había sido vendido este santo. Y, curiosamente, los angelitos de la nube donde apeaba ya habían sido desprendidos de ésta y se conservaban decorando la parte superior del retablo, visibles a derecha e izquierda de las imágenes de la Dolorosa y San Juan de esta hermandad de penitencia.

Cuando se decide acometer las obras de restauración del Oratorio, estos titulares pasarán a su nueva y actual sede, la Iglesia del Pilar, capilla del Colegio de San Felipe Neri de religiosos marianistas. Desde entonces, tres de estos querubines (falta el que elevando su mirada hacia el santo le ofrecía la mitra episcopal) se conservan en la Casa-Hermandad de la citada cofradía gaditana, y durante la estación de penitencia del Miércoles Santo decoran el frontal del paso de misterio rodeando el escudo de la misma.

 

 
 
Retablo de San Felipe Neri sin San Juan Nepomuceno en abril de 2012
 
 
 
 
Hornacina vacía del retablo de San Felipe Neri en abril de 2012

 

PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA IMAGEN (II)

En relación con dichas obras, cambios, cierres y reformas es preciso recordar que a finales de los años 60 algunos templos sufrieron remodelaciones con las consiguientes e irreparables pérdidas de piezas artísticas, como fue el caso del Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz, cuando tras una desafortunada reforma por aquella época se perdieron importantes muestras del rico patrimonio que albergaba (4). Aunque dudamos que exista constancia documental de la cesión o venta de esas obras de arte, tradicionalmente muchas personas vinculadas al Oratorio han venido reconociendo que ciertamente hubo gran expolio de enseres de gran valor como los citados.

Con la última restauración, el retablo ha sido recuperado, la Dolorosa ha vuelto a su cuerpo central y el nicho inferior permanece vacío. Y este hecho no ha pasado desapercibido para muchos historiadores y amantes del patrimonio gaditano, quienes, desde hace varios años, vienen denunciando y clamando por lo que puede calificarse como auténtico saqueo artístico. Así, José Miguel Sánchez Peña, por ejemplo, señalaba en la citada obra que la imagen de este santo que estudiamos "lamentablemente forma parte del "San Felipe expoliado" y que "fue retirada un tiempo de su lugar habitual, hecho que fue denunciado al Obispado a su debido tiempo y se podría haber evitado su enajenación" (5).

La fecha de adquisición de la imagen que tratamos debió ser durante los años 70, seguramente "vendida clandestinamente, reapareciendo años más tarde en el Hotel Monasterio de El Puerto", como apunta dicho autor (6). En este mismo sentido se expresaban algunos periodistas semanas atrás (7). Pero, podemos preguntarnos cómo llegó la imagen a este hotel portuense.

Recordemos que en la fotografía de Sánchez Peña fechada en 1971 aparece el santo dentro de la hornacina del retablo original y cuando se abre este establecimiento hotelero en 1989 ya figuraba decorando un rincón del claustro bajo. Tampoco sabemos con seguridad si fue cedida o vendida por los marianistas al propietario del hotel o adquirida por éste en un anticuario. Por esa época los angelitos estaban ya desprendidos de la nube que sustenta al santo y en poder (¿cedidos o vendidos?) de la Cofradía de Luz y Aguas de Cádiz, que actualmente conserva en su Casa-Hermandad. Tampoco hemos podido averiguar el paradero de un cuarto ángel que originariamente acompañaba al santo ofreciéndole la mitra episcopal.

Por otra parte, como su ubicación actual es el claustro del antiguo Monasterio de San Miguel de El Puerto de Santa María, convendrá comentar brevemente esta penúltima etapa por la que ha pasado la imagen. Ya hemos aludido a que el Hotel fue inaugurado a finales de los 80 tras una profunda labor de restauración y rehabilitación del convento de religiosas Capuchinas abandonado desde 1975. Pero el 16 de abril de 2012 cerró en cumplimiento de una orden judicial tras la denuncia interpuesta por el BBVA contra Hoteles Jale (gestor del establecimiento) por el impago del alquiler de las instalaciones. Un artículo del Diario de Cádiz (8) aparecía al día siguiente ilustrado con varias fotografías. Una de ellas mostraba la imagen de San Juan Nepomuceno portando una pancarta en la que se podía leer "80 nuevos dramas", en referencia a las familias de los trabajadores perjudicados por el cierre de este hotel, consolidado desde hace más de 20 años como referente turístico de la zona. Hoteles Jale presentó un recurso judicial solicitando la nulidad de las actuaciones y alegando respecto al mobiliario del hotel que la colección de antigüedades que lo decoraba (entre la que figuran numerosas obras de arte y muebles de gran valor) pertenece a la entidad Inverantic, propiedad de José Antonio López Esteras, y que no deberá retirarse del edificio sin la debida cautela y protección ("en un tiempo prudencial y por personas expertas en la materia"). Ignoramos si a estas alturas el BBVA habrá precisado el destino de dichas obras y el modo de efectuar su retirada.

El periodista Jesús Cañas, en su artículo titulado San Juan Quiere Volver al Oratorio, comenta que dicho propietario y depositario desde entonces de la talla conservada en este inmueble de El Puerto de Santa María, está dispuesto a que regrese al Oratorio de San Felipe Neri. El Obispado de Cádiz también muestra su interés por la vuelta a dicho oratorio gaditano. Según este redactor, la obra se encuentra "envuelta en una maraña legal que no empaña el optimismo de que sea una de las pocas imágenes desaparecidas del Oratorio de las que se sabe su paradero exacto". Añade que el propio Obispado "se puso en contacto con él con la idea de que la imagen estuviera en el Oratorio para el acto de inauguración con los Reyes" (19 marzo 2012) y que le ofreció su "disponibilidad a que la trasladaran para que estuviera en el Oratorio en depósito si ellos se encargaban del transporte". Aunque los trámites no llegaron a fructificar para aquella cita de marzo, ambos (propietario y Obispado) mantenían su predisposición común a posibilitar dicho traslado. Se apuntaba también entonces que este San Juan Nepomuceno podría quedarse en el Oratorio hasta la resolución judicial "que se puede dilatar años" y que podría incluso implicar la subasta pública de la misma. Pero el hecho es que dos meses después la imagen no ha vuelto al retablo del Oratorio ni en calidad de depósito y el hotel permanece cerrado.

Confiamos en que, si no ha sido posible esa vuelta con ocasión de la restauración integral del Oratorio de San Felipe Neri con vista al Bicentenario, esta imagen vuelva a su emplazamiento original tras ser adecuadamente restaurada (9), o (en el peor de los casos) que reabra sus puertas el Hotel Monasterio para que podamos admirarla, aunque sea en el antiguo claustro capuchino.

 


 

NOTAS

(1) Cuando sus restos, conservados en un sepulcro en la catedral de San Vito de Praga, fueron exhumados en 1719, un pedazo de tejido orgánico fue descubierto en el cráneo. Durante mucho tiempo se creyó que era la lengua que, milagrosamente, se mantenía preservada, pero el análisis realizado en el siglo XX demostró que era un fragmento de tejido del cerebro. Pero era demasiado tarde porque ya ese órgano se había convertido en un atributo del santo asociado a ese secreto de la confesión comentado.

(2) Sánchez Peña, José Miguel: Escultura Genovesa... p. 453.

(3) Pietro Galleano, muerto en 1761, está considerado el mejor discípulo de Maragliano. Residía en Génova pero enviaba algunas obras a Cádiz, como el documentado San José de San Fernando (1733) y el Bautismo de Cristo de una colección particular de El Puerto atribuido por Sánchez Peña.

(4) Entre otras, el púlpito, los confesionarios de caoba, la baranda del altar, las rejas de las capillas, cuatro imágenes de las hornacinas del retablo mayor, una talla de un San Felipe, el ajuar de la Dolorosa, una capilla de la sacristía, bordados del ajuar litúrgico, piezas de orfebrería, cuadros y el propio San Juan Nepomuceno, única pieza de la que se conoce su paradero.

(5) Sánchez Peña, José Miguel: Escultura Genovesa... p. 213.

(6) Lamentamos no haber obtenido respuesta del propietario de la imagen sobre ésta y otras cuestiones planteadas en relación con su adquisición, atributos perdidos, etcétera.

(7) Destacamos los artículos "Un Santo Gaditano en el Exilio" (http://disparatescadiz.blogspot.com.es) y "San Juan Quiere Volver al Oratorio" (La Voz Digital, 26 abril de 2012).

(8) Almendros, Teresa: "Cerrojazo al Monasterio de San Miguel tras el desalojo del hotel", artículo publicado en Diario de Cádiz, 17 de abril de 2012.

(9) En cualquier caso, su estado de conservación, a simple vista, no es excesivamente preocupante, aunque la imagen no se encuentra completa. Ha perdido sus principales atributos (crucifijo en la mano izquierda, y ángeles rodeando la nube sobre la que se yergue el santo), tiene graves desperfectos (le faltan algunos dedos de las manos), algunas grietas y presenta cierto deterioro en su policromía.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

Abades, Jesús y otros: http://www.lahornacina.com/articulosgenoveses y ss.

Almendros, Teresa: "Cerrojazo al Monasterio de San Miguel tras el desalojo del hotel", artículo publicado en Diario de Cádiz, 17 de abril de 2012.

Aranda, Carmen, Hormigo, Enrique y Sánchez Peña, José Miguel: Scultura Lignea Genovese a Cadice nel Settecento, 1993.

Cañas, Jesús: "San Juan quiere volver al Oratorio", artículo publicado en La Voz Digital, 26 abril 2012.

González Luque, Francisco: "Influencias sevillanas e italianas en la escultura barroca de El Puerto de Santa María", en Actas del Congreso de "Andalucía Barroca", Tomo I, pp. 317-330.

González Luque, Francisco: "San Juan Nepomuceno y el Monasterio de San Miguel", artículo publicado en Diario de Cádiz, 29 de abril de 2012.

González Pérez, Elena: http://www.lahornacina.com/dossiercadiz.htm.

González Pérez, Elena: http://www.pasionygloria.net/templos/oratorio/texto.htm.

González Pérez, Elena: http://cadizilustrada.wordpress.com/

Sánchez Peña. José Miguel: Escultura genovesa. Artífices del Setecientos en Cádiz, Cádiz, 2006.

Stépánek, Pavel: "San Juan Nepomuceno en el arte español y novohispano", artículo publicado en Revista Virtual de la Fundación Universitaria Española. Cuadernos de Arte e Iconografía, Tomo III, nº 6, 1990.

Otros enlaces web:

 

- http://disparatemartes, 25 de agosto de 2009: Un santo gaditano en el exilio.

- http://artedelasiglesias.blogspot.com.es

- http://www.pasionygloria.net

 

 
 
La imagen en el claustro del antiguo convento de Capuchinas de El Puerto en marzo de 2012

 

 Fotografías de Francisco González Luque, José Miguel Sánchez Peña, Pasión y Gloria y El Arte de las Iglesias.

 

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